Este viernes 15 de septiembre, Colombia se encuentra de luto. El gran artista paisa Fernando Botero, uno de los principales representantes de la creatividad y la habilidad artística del país, falleció a los 91 años.
Cabe recordar que en 1932 se convirtió rápidamente en uno de los artistas más importantes y reconocidas del siglo. Sus obras han sido reconocidas en todo el mundo, y admiradas y anheladas por muchos.
El pintor, escultor y dibujante colombiano Fernando Botero nació en Medellín y fue resaltado durante años por su trayectoria artística. Dejó cientos de obras vendidas a nivel mundial por más de 1 millón de dólares.
Entre las obras que realizó Botero hay una que marcó un récord en la casa de subastas Sotheby’s y Christie’s el pasado 11 de marzo de 2022. Su escultura ‘Hombre a caballo’ logró venderse por un valor de 4,3 millones de dólares. Hasta el momento, esta pieza se posicionaría como la más costosa del artista antioqueño.
Esta subasta solo duro 10 minutos. Inicialmente, tenía un valor de 2 a 3 millones de dólares; sin embargo, los compradores interesados ofrecieron más dinero. Finalmente, se logró vender la escultura por un precio de 3,55 millones de dólares, y con la suma de impuestos y tasas, el valor total fue de USD 4,32 millones. Su precio aumentó un 135 %, en comparación con la vez que se vendió, en 2016, por 1,84 millones de dólares.
‘Hombre a caballo’ de Fernando Botero
Hombre a caballo es una de las obras más reconocidas de Botero, se caracteriza por ser una escultura de bronce de 3,5 metros de alto. En la actualidad, se exhibe en el Museo Botero. Asimismo, puede verse en un espacio público de Bogotá, el parque El Renacimiento.
Su integración de la luz al bronce y sus volúmenes la caracterizan como obra monumental por sus formas.
Fernando Botero, el artista colombiano más universal
“No quiero que me recuerden. ¡En absoluto! Quiero seguir vivo toda la vida”, afirmó Fernando Botero el 22 de enero de 2016 en una entrevista radial, al ser consultado por la muerte, esa a la que solía esquivar, de la que se burlaba a su manera en sus pinturas y que inmortalizó en los cuadros dedicados a su hijo Pedrito.
La muerte alcanzó hoy a Botero, uno de los colombianos más universales, más exhibidos, cuyas obras voluminosas son inconfundibles. Botero murió a los 91 años en su casa de Montecarlo, rodeado de sus hijos y sus nietos, apenas cuatro meses después de la partida del “amor” de su vida, la artista plástica Sophia Vari, quien falleció el pasado 5 de mayo.
Fernando Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, en un hogar humilde. Fue el segundo de tres hermanos. Perdieron al padre cuando aún eran niños y tuvieron que dejar los juegos para ayudar en la economía del hogar que sostenía su madre con arreglos y costuras.
De los tres, Fernando tomó el camino más difícil: se dedicó al arte en una Medellín que aún transpiraba un aire campesino y melancólico, pero que ya despuntaba como la ciudad industrial, cuna de los grandes empresarios del país. En ese ambiente de urgencia económica y realidad grises, el joven Botero se lanzó a ser artista plástico.
A los 15 años, le vendió un dibujo a un vecino, el presagio del hombre que décadas después cotizaría en millones de dólares sus cuadros y sus esculturas, todas con un sello inconfundible: seres con volumen, coloridos.
En sus obras están inmortalizados toreros de ropas apretujadas, mujeres sexis, prostitutas voluminosas, campesinos atildados, sacerdotes de otra época, todos coloridos, todos expuestos en museos y calles de países como Estados Unidos, Japón, México, Italia, Alemania, España y Francia, entre otros.
No fueron los únicos que aparecieron en sus cuadros, aunque sí los que más dominaron el conjunto de su obra. Algunos de sus cuadros también fueron contestatarios, como el conjunto de 45 piezas que revelaron los vejámenes cometidos por los militares estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib, que despertaron los elogios de muchos y las críticas de sectores conservadores que consideraron su obra como “antiamericana”.
“La exposición ha recibido muchas críticas, muchos comentarios, no todos favorables, pero yo estoy acostumbrado a que mi obra sea controvertida, total que no hay ninguna novedad en eso”, afirmó en su momento el artista, cuando colgó la colección en la galería Marlborough, en Nueva York, en 2006.
Siendo un adolescente, Botero publicó sus primeras ilustraciones en la revista dominical del diario El Colombiano y a los 19 años partió a Bogotá con el propósito de hacerse una carrera como artista plástico, aún sin la marca que caracterizó a su obra y que encontraría muchos años después.
En 1952 ganó el premio nacional de pintura y usó el dinero del galardón para viajar a Europa en un barco, en el que sería el inicio de un camino sin retorno, no solo de país, sino en la definición de su arte. A pesar de su sentido mundano, Botero nunca dejó su acento antioqueño y en sus cuadros siempre estuvo presente la Colombia de su infancia, los personajes tristes del país, así como la violencia.
*Con información de Colprensa.