Durante la 45° sesión del Codex Alimentarius, llevada a cabo en Ottawa (Canadá) del 13 al 17 de mayo pasado, la Organización Mundial de la Salud presentó un documento para ayudar a los estados miembros a utilizar el sistema de etiquetado frontal (FOPL por sus siglas en inglés) para promover dietas saludables, prevenir la obesidad y la dieta relacionada con enfermedades crónicas no transmisibles.
Aquí en Colombia, en el Congreso de la República hacen tránsito tres leyes encaminadas a “establecer medidas de salud pública orientadas al control de la obesidad y otras enfermedades no transmisibles, buscando legislar para prevenir dichas enfermedades, salvar millones de vidas y mejorar el nivel de garantía de los derechos a la salud, a la alimentación adecuada, y a la información relativa a los bienes y servicios”.
Sin embargo, los proyectos no cumplieron los debates y se espera que en la próxima legislatura sean estudiados y se tengan en cuenta las verdaderas necesidades de los consumidores.
De acuerdo con Liliana Peralta, presidente de la Asociación de Ciencia y Tecnología de Alimentos, ACTA, la ponencia como estaba definida de los sellos de alto en azúcar y en nutrientes específicos, tiene un inconveniente y es que está basada en un sistema de clasificación de alimentos que no tiene una base científica fuerte y habla de los mal llamados alimentos procesados. Entonces, lo que podría causar es miedo en el consumidor y no va a producir cambio en la industria como pasó con Chile.
“En Chile se pusieron los sellos con base en guías alimentarias y lo que ha pasado es que al final el consumidor no los deja de comprar, y el sello se volvió un paisaje y no pasa absolutamente nada porque no están diseñados basándose en qué puedan decir los contenidos, sino que se volvió más emocional”, explica la presidente de la ACTA.
De igual manera, Luis Felipe Torres, director ejecutivo de la Cámara de Bebidas de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), considera que la industria está de acuerdo con que se establezcan en los alimentos y en las bebidas etiquetados frontales para informar mejor a los consumidores: “no nos oponemos estamos de acuerdo, pero el debate es frente a cuál es el etiquetado que debe implementar el país, pues a nivel internacional existen alrededor de 27 modelos de etiquetado, eso lo que muestra es que es un tema bastante variado porque depende de las condiciones y necesidades de cada una de las poblaciones que existen”.
En este mismo sentido, Camilo Montes, director ejecutivo de la Cámara de Alimentos de la Andi, precisa que “indiscutiblemente el etiquetado es una herramienta a través de la cual los consumidores acceden a más información fundamental en la construcción de los hábitos de los consumidores y, específicamente, en el caso de los alimentos es la oportunidad de acceder para construir dietas balanceadas”.
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Recuerda Montes que desde el año 2016 la Cámara de Alimentos se viene implementando un etiquetado frontal informativo por porciones en términos de la cantidad de nutrientes que son sensibles en términos de salud pública como son las grasas, los azúcares y el sodio.
Para Montes se debe dar una discusión para que se implemente lo que realmente le sirve al consumidor colombiano en cuanto al tamaño, el color, la forma, los iconos en términos de las preferencias de los consumidores. Hoy en Colombia no es obligatoria esa información, pero se ha adoptado de forma voluntaria y al menos 4.770 alimentos que hacen parte de la categoría de la industria de los alimentos tienen etiquetado que no es universal y es el GDA, que contiene porcentajes de la tabla nutricional y que actualmente la usan 57 países y que nació en el Reino Unido finalizando los años 90.
La experiencia en Chile, que ha sido la referencia de etiquetado para implementar en Colombia, señala Liliana Peralta, muestra que el 30 % de alimentos procesados entran a la alimentación de las familias y el
70 % proviene del sector gastronómico de la calle, entonces no se puede decir que la obesidad es causada por el consumo de alimentos procesados.
Según la Red PaPaz, la Ley 1355 de 2009 dispuso que la Reglamentación sobre etiquetado debía ser expedida por el Ministerio de Salud, pero no explica qué tipo de etiquetado.