El fortalecimiento del dólar estadounidense el año pasado, que lo llevó a un máximo de 20 años, tuvo un efecto importante en la economía mundial, por lo que en el más reciente informe del Sector Externo del Fondo Monetario Internacional se analizó la manera en que estos efectos indirectos de la apreciación de la moneda.
En ese sentido, se detectó que los efectos indirectos negativos de la apreciación del dólar estadounidense recaen de manera desproporcionada en las economías de mercados emergentes en comparación con las economías avanzadas más pequeñas.
En las economías de mercados emergentes, una apreciación del dólar estadounidense del 10 %, junto con las fuerzas del mercado financiero mundial, reduce la producción económica en un 1,9 % después de un año, y este lastre persiste durante dos años y medio.
Por el contrario, los efectos negativos en las economías avanzadas son considerablemente más pequeños, alcanzan un máximo de 0,6 % después de un trimestre y desaparecen en gran medida en un año.
En las economías de mercados emergentes, los efectos de la fortaleza del dólar se propagan a través de canales comerciales y financieros. Sus volúmenes de comercio real disminuyen más bruscamente, y las importaciones caen el doble que las exportaciones.
Las economías de mercados emergentes también tienden a sufrir de manera desproporcionada en otras métricas clave: empeoramiento de la disponibilidad de crédito, disminución de las entradas de capital, política monetaria más estricta en el momento del impacto y mayores caídas del mercado de valores.
De igual manera, las apreciaciones del dólar impactan en la cuenta corriente, que capta el cambio en los saldos de ahorro-inversión de los países.
“Como porcentaje del producto interno bruto, los saldos en cuenta corriente (ahorro menos inversión) aumentan tanto en las economías de mercados emergentes como en las economías avanzadas más pequeñas, debido a una tasa de inversión deprimida (no existe una respuesta sistemática clara para el ahorro). Sin embargo, el efecto es mayor y más persistente para las economías de mercados emergentes”, explica el documento.
La depreciación del tipo de cambio y la política monetaria facilitan el ajuste del sector externo para las economías avanzadas. En las economías de mercados emergentes, el temor a dejar que el tipo de cambio fluctúe y la falta de acomodación de la política monetaria magnifican el aumento de la cuenta corriente.
A las economías de mercados emergentes con expectativas de inflación más ancladas o regímenes de tipo de cambio más flexibles les va mejor.
“Las expectativas de inflación más ancladas ayudan al permitir más libertad en la respuesta de la política monetaria. Después de una depreciación, un país puede aplicar una política monetaria más laxa si las expectativas están ancladas. El resultado es una disminución inicial menos profunda de la producción real. A su vez, las economías de mercados emergentes con regímenes cambiarios más flexibles tienden a disfrutar de una recuperación económica más rápida debido a una depreciación considerable inmediata del tipo de cambio”, añadió el documento.
Los saldos globales en cuenta corriente se calculan como la suma de los saldos absolutos en cuenta corriente de todos los países. Es una métrica clave en el Informe del Sector Externo del FMI, ya que puede indicar el aumento de las vulnerabilidades financieras y el aumento de las tensiones comerciales.
La investigación muestra que una apreciación del 10 % está asociada con una disminución en los saldos de cuenta corriente globales en un 0,4 % del PIB mundial después de un año.
La magnitud de la disminución es significativa desde el punto de vista económico, ya que los saldos globales promedio durante las últimas dos décadas fueron de alrededor del 3,5 % del PIB mundial, con una desviación estándar del 0,7 %.