Una tarde del 2017, la joven ingeniera industrial María Isabel Montesdeoca fue ‘asaltada’ por una necesidad de esas que para las mujeres, cómo no, termina convertida en una extrema ‘urgencia’: el servicio de una manicurista.
De aquello fue testigo su colega y amiga María Alejandra Tenorio, con quien María Isabel se encontraba terminado entonces una maestría en administración de empresas en la Universidad Icesi. Apuradas por la ‘emergencia’, ambas concluyeron que en casos como este sería “genial” ubicar al instante —como cuando pides un servicio de transporte o algo para comer— cualquier manicurista que te pueda sacar de apuros, si la tuya, aquella que normalmente trabaja en tus uñas, no está disponible.
La idea no se quedó solo en la mente de María Isabel y María Alejandra. No suele pasar eso con un ingeniero. Entonces, comenzaron a estudiar el mercado, al punto que se matricularon en la Academia de Belleza Carrusel de la ciudad, compartieron tiempo y aprendizaje con las demás alumnas y se graduaron. María Isabel y María Alejandra pueden poner hoy, al lado de sus certificados como ingenieras industriales y su MBA de la Icesi, el de manicuristas de Carrusel.
“Durante nuestro aprendizaje conocimos bastantes mujeres dedicadas al arreglo de las uñas que nos manifestaban su deseo de trabajar con mayor libertad e independencia, porque muchas tienen hijos, tareas como amas de casa, y el tiempo no les alcanza, como tampoco el dinero”, cuenta María Alejandra, de 34 años.
Con 40 mujeres a bordo, la dos ingenieras dieron el salto y crearon La Manicurista, una ‘startup’ que ya tiene cuatro años y hace poco incrementó su línea de servicios, ahora bajo el nombre de Tualy (https://tualy.com), con maquillaje, masajes, depilación, corte de cabello y barbería, abarcando de esta manera, con mayor amplitud, el mercado de los hombres.
¿Pero qué es una ‘startup’? La traducción del término significa “puesta en marcha”. Y en el mundo de la economía se describe como “una organización humana con gran capacidad de cambio, que desarrolla productos o servicios de gran innovación, altamente deseados o requeridos por el mercado, donde su diseño y comercialización están orientados completamente al cliente”.
Hoy, Tualy —con una base de 400 personas al servicio de la belleza en Cali, Bogotá y Medellín— es un ejemplo preciso de lo que son este tipo de emprendimientos en el mundo entero. De cómo una iniciativa surgida de una pequeña idea puede alcanzar el éxito, tal como sucedió con Google o Facebook.
En la economía universal son reconocidas actualmente como exitosas un sinnúmero de ‘startups’ con distintos frentes de atención al público.
3.500
clientes, en promedio, factura Tualy cada mes, incluido el sector masculino.
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Brillan por sus buenos resultados en el mundo iniciativas como VIPKid, nacida en China y Estados Unidos, que les enseña inglés a los niños a precios muy bajos. O The Colvin, que desde España, Italia y Alemania permite a los románticos seguir amando con flores que llegan a su destinatario aunque viva en cualquier otro país de Europa. Abundan los ejemplos.
En Colombia es también extenso el listado, pero tiene un lugar especial Rappi, una compañía fundada en el 2015, que le lleva al usuario lo que necesite donde esté, que opera en 9 países y 200 ciudades de América Latina, y que ha sido catalogada como el primer ‘unicornio’ colombiano, es decir, una “iniciativa tecnológica que alcanza un valor de mil millones de dólares en alguna de las etapas de su proceso de levantamiento de capital”, en palabras de la inversionista estadounidense Aileen Lee.
Normalmente, las ‘startups’ son potenciadas a través de aplicaciones tecnológicas en los celulares o en los computadores, pero no es esa una condición indispensable.
Las ‘startups’ son el resultado de la innovación, y aunque estos emprendimientos suelen estar potenciados desde la tecnología, no necesariamente debe ser así, pero sí con una gran dinámica de crecimiento, y en esa gestión el Valle del Cauca ha sido un modelo en Colombia, expone Isabela Echeverry, directora de Emprendimiento e Innovación de la Cámara de Comercio de Cali.
Según Echeverry, “en el Valle hemos tenido un crecimiento grande del ecosistema emprendedor de la ciudad. Hoy tenemos 350 ‘startups’ que generan más de 1200 empleos, y que entre el 2015 y el 2019 tuvieron un crecimiento en ventas del 105 %”.
Aunque frecuentemente quienes están detrás de estos emprendimientos son personas jóvenes, no son este tipo de negocios una exclusividad de los menores de 30 años en el ecosistema.
Sin embargo, expone Jesús David Cardona, vicerrector de Investigaciones de la Universidad Autónoma de Occidente, la academia es un actor fundamental del ecosistema.
“Se piensa que las universidades solo ‘botamos’ profesionales al mercado, pero la academia es un tejedor importante del desarrollo social”, donde nacen muchas ideas de innovación entre los estudiantes y los profesores, argumenta Cárdenas.
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Juan Diego Martínez es un administrador de empresas de 30 años. Trabaja en el área de alianzas de Chiper, una nueva ‘startup’ que se ocupa de ponerles a los tenderos de barrio en las puertas de sus negocios todos los productos que comercializan.
“Los millennials ocupamos una parte importante en esta modalidad de emprendimiento en el ecosistema y hay que reconocer que en Colombia nos hemos visto impulsados por la exitosa experiencia de Rappi. Hoy, en Chiper tenemos 6000 tiendas activas en Colombia y otras 6000 en México, donde los tenderos pueden tener todo sin moverse de sus sitios de negocio y a los mejores precios”, precisa Martínez.
María Camila Velasco, una joven diseñadora industrial que de niña soñaba salvar ballenas, ahora es socia, junto con su mamá y sus dos hermanos, de Reva, una de las ‘startups’ modelo en el Valle, al decir de la Cámara de Comercio.
Esta empresa se dedica a “revalorizar todo lo que aparentemente ya no sirve para darle un nuevo ciclo productivo en un modelo de economía circular, y es así como entregamos insumos para fabricantes de concentrados para animales y elementos de aseo, y recuperación de plástico”, explica María Camila.
300
toneladas de productos son recuperadas mensualmente por la ‘startup’ Reva.
Es muy amplia y diversa la gama de negocios que han nacido desde el emprendimiento de las ‘startups’ en el Valle del Cauca. De eso puede dar cuenta Shoot My Travel, una empresa capaz de ponerle un fotógrafo en cualquier rincón del mundo al cliente.
Aquello lo pudo comprobar una mujer que vivía en Europa y perdió a su esposo después de una prolongada enfermedad. El deseo del hombre era que ella esparciera sus cenizas en las aguas del Pacífico, en Hawái, Estados Unidos. Y para documentar el momento tocó las puertas de Shoot My Travel, que realizó el registro fotográfico.
“Ese caso nos conmovió mucho, fue muy especial, pero también podemos fotografiar los viajes de turismo de los clientes, las bodas, los cumpleaños y hasta las peticiones de matrimonio de un novio para su pareja. Estamos en 105 países y tenemos 2000 fotógrafos”, cuenta Valerie López, una comunicadora social caleña de 31 años, a quien se le ocurrió, al lado de su esposo, Camilo Rojas, crear esta peculiar ‘startup’.
Manicure, tenderos, reutilización de desechos, fotos... ideas que van camino al éxito en el mundo de los negocios.
La historia de Shoot My Travel ha sido contada en varios medios de EE.UU.
como New York Times, The Telegraph, BBC World News y la revista Forbes.