Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos se ha caracterizado por mantener un tono amenazante, sin embargo, cada vez más sus palabras se traducen en acciones que no solo afectan la economía de algunos países sino la del resto del mundo.

Muestra de ello son sus últimas decisiones dirigidas concretamente a China, México y Cuba.

En el caso del país asiático, el presidente norteamericano decidió elevar del 10 % al 25 % los aranceles a las importaciones chinas valoradas en US$200.000 millones, esto, por no haber concretado con prontitud el acuerdo comercial.

Pero cada decisión de Trump es una respuesta a su eslogan “America First”, pues él se ha dedicado a cumplir su promesa de desarrollar y hacer crecer a su país al costo que sea necesario.

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Así lo explicó José Roberto Concha, director de Icecomex de la Universidad Icesi: “Estados Unidos sigue siendo el mejor mercado del mundo y por eso todos los países quieren venderle. La globalización ha facilitado ese comercio con fletes bajos, comunicaciones fáciles y aranceles inexistentes. Por eso Trump ha decidido impedir, con impuestos, este comercio, apoyado en lograr un país más unido, facilitando el desarrollo industrial con menores impuestos para las empresas, entregándoles un mercado interno fabuloso y controlando el déficit gigantesco de su balanza comercial”.

Pero no todos los sectores empresariales se están beneficiando con esa medida, según el analista internacional Enrique Daza. Aunque Trump quiere que la producción regrese a EE.UU., muchas de las empresas que exportan desde China son de la superpotencia americana, como Apple. Por ello concluye que “el Gobierno busca beneficiar a un sector de la clase dominante de Estados Unidos, pero no a todos”.

Los expertos coinciden en que los últimos movimientos de Trump son consecuencia de su propósito de conseguir votos para la próxima campaña electoral que apenas está comenzando.

Por otro lado, el presidente de los Estados Unidos anunció aranceles a los productos importados desde México hacia su país, que empezarían a regir a partir mañana como castigo por su creciente flujo migratorio; sin embargo, el viernes pasado dijo que suspendería indefinidamente la medida tras haber alcanzado un acuerdo con ese país para “reducir considerablemente” el flujo migratorio.

“Trump ha presentado la migración mexicana como una amenaza a la seguridad nacional, entonces optó por el camino del comercio y los castigos porque no pudo con la iniciativa del muro. Igual quiere victorias que hagan ver al electorado que está comprometido con ese tema, por eso está presionando al gobierno mexicano”, explicó el profesor de la Universidad de La Sabana, Juan Nicolás Garzón.

Esto demuestra un retorno de Estados Unidos a una política más agresiva en su relación con América Latina, donde utiliza la amenaza y el castigo.

La última decisión de la superpotencia tiene que ver con Cuba. El gobierno de Trump anunció nuevas sanciones a la isla: prohibió a sus ciudadanos visitarla y que sus buques y aviones, tanto comerciales como privados, entren a la misma.

“En general el tono de Trump es amenazante y sigue recurriendo a la presión para mantener su hegemonía. El gobierno anterior había flexibilizado su relación con Cuba pero él no quiere seguir por ese camino. Estas sanciones a varios países del mundo demuestran que Estados Unidos quiere conservar su papel como la superpotencia que es y no va a permitir que nadie la desafíe”, aseguró Enrique Daza.

Efectos colaterales

Casi 800.000 reservas de cruceros se han visto afectadas por la decisión del Gobierno de Estados Unidos de prohibir “sin advertencia alguna” los viajes a Cuba, informó este miércoles la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Clia en inglés).

China respondió con la imposición de aranceles entre el 5 % y el 25 % a productos importados desde Estados Unidos por valor de US$60.000 millones.