Para María Carolina Uzcátegui, presidente de Consecomercio, gremio que agrupa a las empresas de los sectores del comercio y de servicios en el vecino país, los venezolanos son unos sobrevivientes.
La dirigente, que fue elegida en ese cargo para el periodo 2017-2019, le presentó a El País un panorama de lo que vive el comercio y sobre todo de la situación que afrontan los venezolanos.
Asegura que no es mito urbano decir que hay ciudadanos que buscan en la basura para poder comer y dice que de nada sirve que el comercio tenga anaqueles llenos sino hay quien compre.
¿Qué salidas ven los empresarios y gremios a la situación que vive hoy Venezuela?
El país necesita un giro de 180 grados en las políticas económicas actuales, por ejemplo, desmontar tanto el control de cambio como el control de precios.
Hoy en día en Venezuela se consigue harina de maíz, pero a qué costo, me tengo que ir a un mercado informal para obtenerla y la voy a conseguir 4 veces más cara de lo que es el precio que ha establecido el gobierno, que además es un precio irreal.
Necesitamos un mercado cambiario que permita adquirir la materia prima que las empresas están en capacidad de comprar, que permita mantener los equipos bien y sostener la producción, necesitamos libertad de mercado y eso es algo en lo que este gobierno no cree, porque basa sus principios en un populismo exacerbado y no cree en los canales de comercialización.
¿Es decir, el Gobierno quiere controlarlo todo?
Así es, por ejemplo, Conviasa es la línea aérea que controla el gobierno y para adquirir un boleto de esta empresa se debe ir directamente a las oficinas o al aeropuerto porque las agencias de viajes no tienen permitido comercializar esos boletos.
Ellos no creen en los canales de comercialización, no creen en la libertad económica ni en la libre empresa ni en la libertad de mercado y eso es fundamental para hacer el giro de la economía.
El comercio no está bien porque no tenemos quién nos compre. No es leyenda urbana que haya gente buscando comida en la basura, puedes caminar por la calles y observar gente de cualquier edad y aspecto en la indigencia.
¿El sector privado tiene alguna interlocución con el Gobierno ?
En el caso particular del comercio y los servicios la comunicación es nula, el gobierno no cree en los canales de comunicación, no ve al sector con la suficiente importancia y a nosotros no se nos convoca a nada. El empresariado venezolano ha estado en la mejor disposición de sentarse a dialogar para llegar a acuerdos que permitan reactivar la economía, pero los que han acudido a reuniones no han podido participar en diálogos sino en monólogos, van a reuniones en las cuales el Ministro o el Vicepresidente o quien quiera que los convoque habla y habla, muestra cosas irreales que no existen, promete cosas que nunca se cumplen y las pocas propuestas que se llevan son engavetadas y de allí salimos de nuevos con las manos vacías y con la economía cada vez más deteriorada.
¿Considera que Venezuela ya tocó fondo?
Los países no tocan fondo, siguen y siguen y los seres humanos nos vamos adaptando a las situaciones. Por ejemplo, en este mes de septiembre inicia el regreso a clase de los niños y eso se volvió un drama en Venezuela. La gente gana un ingreso mensual mínimo de 253.000 bolívares y se calcula que el 80 % se van en alimentos. Ahora, el costo mínimo de regreso a clase de un niño está en un millón de bolívares, es decir, que no hay cómo asumir este gasto y eso genera una angustia en muchos hogares que están pensando cómo voy a hacer para que mi hijo pueda seguir estudiando. Los útiles escolares han tenido incrementos superiores al 500 % y cualquiera podría decir que los comerciantes están bien porque tienen los precios altos, pero no es así porque no hay quien compre.
Si la situación es tan grave, ¿por qué una parte de Venezuela avala al gobierno?
El problema económico del país tienen un origen político. El gobierno en su esquema de pensamiento socialista cree que teniendo el control del estómago de la población tiene el control de sus pensamientos.
Los venezolanos hoy en día cada mañana se levantan preocupados por qué vamos a comer hoy, como sobrevivo un día más ante la inseguridad, ante los problemas de la calle.
Se hizo mucha bulla sobre los muertos que tuvimos en las protestas, pero acá día día hay muertes por la inseguridad y la delincuencia que superan cualquier número de muertes en situación de guerra.
Los venezolanos nos hemos convertido en una especie de sobrevivientes, para nosotros el objetivo de cada día es sobrevivir, comer lo que necesitamos para pasar un día más.
Nos preocupa cómo evadir la delincuencia y no tenemos posibilidad de ocuparnos de cosas superiores. Estamos en el más bajo nivel, tratando de cubrir nuestras necesidades básicas y no nos ocupamos de qué es lo que ocurre alrededor, cuál es el gobierno que tengo y cuál es su calidad.
Sin embargo, una reciente encuesta indicó que más del 85 % de los venezolanos no está de acuerdo con la forma como se conduce el país.
Pese a todo el gobierno venezolano dice que la tasa de desempleo es baja en ese país, ¿cómo es posible?
Tenemos una ley de inamovilidad laboral que no permite que se haga una reducción de personal en ajuste o en relación con las ventas o con el aumento de la estructura de costos, por los constantes incrementos salariales que hace el Gobierno.
En Venezuela ya no hay escalas de sueldos, son pocas las empresas que tienen esa política.
Ahora el ingreso de los trabajadores se ha unificado por lo bajo y aquellas empresas que no pueden más y necesitan en realidad reducir su personal, hablan con el trabajador, le hacen una oferta superior a lo que le corresponde para que sin que el gobierno se entere, hacer ajustes en la cantidad de trabajadores.
Pero esto genera otro problema porque estas personas se van a los mercados informales, entonces no solo se deteriora el comercio formal, sino el mismo trabajador deja de percibir beneficios como seguridad social y vacaciones, por pasarse a la informalidad.
¿Las expropiaciones de empresas se mantienen?
Claro que sí. El mes pasado al Presidente de Federación de Ganaderos le fue expropiada su finca porque no se tiene derecho a opinar diferente. La finca, de buena extensión, estaba en 90 % productiva y el gobierno decidió que no, que eso no era así y que ellos necesitaban de ese terreno.
Entonces nosotros vivimos con la espada de Damocles sobre nosotros y muchos empresarios que podrían tener la capacidad de invertir o mejorar su negocio, sienten temor de hacerlo porque de repente lo expropien. La inseguridad no es solo por la delincuencia, es también jurídica, porque en Venezuela no tenemos estado de derecho.
Entonces, ¿qué futuro esperan?
Nosotros los venezolanos seguimos creyendo en el país.
Cada negocio, cada agricultor, lo poco o mucho que puede dar pese a las circunstancia lo entrega porque Venezuela merece de nuestro esfuerzo.
Cuando se presente ese cambio que requiere nuestra economía, vendrá un proceso de recuperación que no solo beneficiará a los venezolanos sino al resto de Latinoamérica.