Julián Domínguez Rivera, presidente de Confecámaras, gremio que agrupa a las cámaras de comercio del país, es un convencido de que respetar la libertad de empresa e impulsar al sector productivo es fundamental para el crecimiento del país.
“No cabe duda de que las empresas son fuente de bienestar y de empleo para los colombianos”, aseguró este dirigente que también es presidente del Consejo Gremial Nacional.
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Domínguez, nacido en Buga, abogado con amplia experiencia en asuntos de derecho privado, sector financiero, administración empresarial y liderazgo gremial, cree que es necesario modernizar el régimen laboral para incentivar la contratación formal, dado que considera que lograr que más colombianos tengan trabajo es el reto que se tiene en el corto plazo.
¿Cómo se ha comportado este año la creación de empresas o negocios en Colombia?
Ha tenido un comportamiento muy positivo, como lo reflejan las cifras del primer semestre del año periodo en que aumentó 26,2%, al crearse 166.338 nuevas empresas en el país, lo cual es señal de reactivación económica y corrobora la dinámica emprendedora de los colombianos, que es fundamental proteger e impulsar para que el país avance en la senda de recuperación. No cabe duda de que las empresas son fuente de bienestar y de empleo para los colombianos por lo cual trabajamos en fortalecerlas, impulsar el emprendimiento y la formalización.
¿Se puede decir que hay un proceso de recuperación sostenido?
Así es, dado que desde los dos últimos trimestres del año pasado se vienen registrando cifras positivas en la creación de empresas, dinámica que es un indicador de reactivación de la actividad económica en el país, tras el profundo choque presentando en el primer semestre de 2020 por la pandemia. Esto también se refleja en el positivo comportamiento del PIB, que creció 17,6% en el segundo trimestre del año.
El gran reto es la generación de empleo para lo cual es fundamental seguir impulsando las actividades productivas con el fin de lograr su fortalecimiento y crecimiento. Un propósito en el que están empeñadas las Cámaras del Comercio del país, que son la red de apoyo empresarial más grande de Colombia: durante el primer semestre de 2021 prestaron más de 359 mil servicios para impulsar la reactivación de los empresarios, a través de programas de fortalecimiento gerencial y productividad, formalización, digitalización, estrategias de internacionalización e innovación, así como aceleración y escalamiento de emprendimientos.
Los empresarios siempre se quejan de que no consiguen recursos para el desarrollo de sus negocios… ¿esto ha cambiado?
Creemos que el panorama en este aspecto ha mejorado. Una muestra es que durante el 2020 el Fondo Nacional de Garantías brindó garantías por más de $19,8 billones, un crecimiento del 128% frente al 2019, gracias al programa ‘Unidos por Colombia’, dirigido a contrarrestar las dificultades económicas de las empresas por cuenta de la pandemia.
Se realizaron más de 515 mil operaciones y las líneas que más usaron los empresarios fueron capital de trabajo y nóminas.
Muchos insisten en que en Colombia es muy difícil hacer empresa, ¿qué piensa?
No obstante condiciones de entorno que han afectado la actividad empresarial en el último año y medio, como la pandemia y los nefastos bloqueos generados durante el paro, de los cuales el sector productivo de la región aún se está recuperando, cada vez el país cuenta con un entorno más favorable para la actividad empresarial.
Así lo señala, por ejemplo, el ranking Doing Business, desarrollado por el Banco Mundial, que evaluó en 2020 a 190 países. Allí, Colombia fue calificado como el cuarto mejor destino en América Latina para hacer negocios, al ser uno de los países del mundo donde es más fácil acceder a un crédito y hay un ambiente bastante positivo en cuanto a protección de pequeños inversionistas y para quienes deseen abrir una empresa.
De otro lado, según la más reciente Encuesta Global de Presidentes: CEO Survey 2021, de PriceWaterhouseCoopers - PwC, se evidenció que los jefes de compañías de países como Chile, México, Ecuador, Perú y Brasil consideran a Colombia para sus expectativas de crecimiento internacional, y destaca que el país cuenta con la fuerza laboral más grande de la región y la primera con mayor crecimiento y capacitación, superando así a países como Perú, México y Brasil.
¿Hay verdaderos estímulos para el emprendimiento?
Creo que estamos trabajando en un ecosistema para el emprendimiento, tanto el denominado de alto impacto como el de las pequeñas empresas, donde el uso de herramientas digitales, el acompañamiento y la guía por el intrincado mundo de los negocios ha sido fundamental.
El costo de registrar una empresa en Colombia es uno de los más bajos entre los países de la región. La inscripción se realiza a través de un trámite simple y de bajo costo, con una tarifa establecida por el Gobierno y que se fija entre 1 UVT y 3 UVT. Durante 2020, el 90% de las empresas que se matricularon en las Cámaras de Comercio pagaron $36.000, tarifa que cancelan por una sola vez, lo que hace eficientes los procesos de creación y formalización empresarial.
¿Cuál considera es la importancia o el papel que cumplen los empresarios para el país y regiones como el Valle?
Una lección que nos deja esta crisis es que el bienestar y crecimiento del país depende en gran medida de que las empresas puedan seguir operando para generar un círculo virtuoso de confianza que proteja y genere empleo, productos y servicios para la gente, y recursos, vía tributación, para los programas sociales. En la actual coyuntura, es la resiliencia empresarial la que está impulsando el crecimiento, la generación de oportunidades laborales e ingresos para la población, algo que en el Valle quedó en evidencia tras el profundo impacto que generaron los bloqueos.
El país no puede equivocarse: hay temas que son indispensables para el crecimiento y el bienestar colectivo, entre ellos, respetar la libertad de empresa e impulsar al sector productivo para generar empleos, ingresos y bienestar para los colombianos, máxime cuando el 98% de nuestro sector empresarial son micros y pequeñas empresas.
Pero no solo por eso, sino por el modelo de gestión que está siendo adoptado cada vez por más empresas, y en donde el Valle es pionero, basado en principios de valor compartido y responsabilidad social empresarial, en donde el lucro, esencial para el crecimiento empresarial, no es el fin sino el medio para alcanzar propósitos superiores que apunten al cuidado del medio ambiente, el aporte a las comunidades y el bienestar de sus trabajadores.
¿Cómo ve la recuperación de la región, cree que podemos acelerar esa reactivación?
Infortunadamente, los efectos de los bloqueos y la violencia generada por el paro se sintieron con mayor intensidad en la región, llevando a que en el primer semestre la economía decreciera 1% y que además se destruyera mucho empleo formal. No obstante, no me cabe duda de lo que es capaz de alcanzar el Valle cuando todos sus sectores trabajan unidos en propósitos comunes, bajo lo que se ha denominado ‘liderazgo colectivo’.
El Valle tiene la fortaleza de contar con siete Cámaras de Comercio, con la de Cali a la cabeza, que han trabajado hombro a hombro con las empresas para su reactivación y crecimiento, en el impulso de la formalización, el emprendimiento de alto potencial, las iniciativas cluster, la virtualización de sus servicios e instrumentos de financiación.
Las Cámaras hacen parte de la alianza por la reactivación impulsada por la Gobernación del Valle en conjunto con 30 entidades de cinco sectores estratégicos, cuyo propósito es recuperar el tejido empresarial y productivo afectado por la pandemia.
¿Qué se necesita para que las empresas aceleren la contratación?
La modernización del sistema de empleo es fundamental para que el país sea más productivo, para que los bienes y servicios bajen sus costos y puedan ser competitivos en el mercado nacional e internacional, pero esto no puede hacerse con reglas obsoletas. Es necesario modernizar el régimen laboral para corregir las restricciones y rigidices que desincentivan la contratación formal.
El país debe mejorar las condiciones para generar empleo formal y no debilitarlas. Este es un problema de carácter estructural que ha impactado negativamente en el crecimiento potencial durante décadas. Hay que anotar que las medidas de salvamento adoptadas por el Gobierno en el marco de la pandemia han servido para hacer visibles las ventajas de pertenecer a la formalidad.
Consideramos que es necesario también la implementación de una ruta de formalización laboral y empresarial para articular la oferta pública con la capacidad instalada en el sector privado, y complementarla con servicios de desarrollo empresarial y financiamiento. Igualmente, crear una estrategia de formación dual, es decir, en las empresas y en las aulas, para reducir las brechas existentes entre las habilidades y conocimientos requeridos por el sector empresarial y los contenidos de los programas educativos del país.