Por Alejandro Cheyen, exrector de la Universidad del Rosario
La experiencia de comprar en una plaza de mercado es una tradición que va más allá de una simple transacción comercial. Estos espacios, presentes en la mayoría de ciudades y municipios de nuestro país, son el centro de un intercambio de saberes, fundamental para el rescate y la preservación de nuestra identidad. Su valor histórico y cultural es tal que varias plazas han sido reconocidas como patrimonio arquitectónico y cultural de la nación.
Cada sábado, acostumbro visitar la plaza de mercado para abastecer a mi familia de productos frescos. Allí encuentro no solo precios asequibles y productos de calidad, sino también el trato amable de personas como Leidy y Diana, quienes con años de experiencia en este oficio siguen cautivando a sus leales clientes con alegría y sentido del humor.
A través de sus anécdotas, muestran un claro entendimiento tanto de su negocio como de la economía de nuestro país. Como profesor, desearía haber tenido en mis clases su habilidad pedagógica para explicar conceptos complejos como la fluctuación de precios, el comportamiento del consumidor y los costos, todo ello con un lenguaje sencillo y cotidiano. ¿Qué hace tan especial la experiencia en la plaza?
- La familiaridad y el trato personalizado. Los vendedores no solo me llaman por mi nombre, sino que también personalizan sus ofertas según mis preferencias, algo que no sucede en los almacenes de cadena con su formato estandarizado.
- El encuentro comunitario. En la plaza, también me encuentro con amigos acompañados de sus familias. Sin planificarlo, coincidimos en nuestras compras semanales y aprovechamos para conversar mientras probamos los productos frescos que los quioscos ofrecen.
- La experiencia multisensorial. Al comprar en la plaza, los olores, colores y sabores involucran todos nuestros sentidos: el tacto determina la calidad de frutas y verduras, el olfato distingue los aromas, la vista disfruta de colores y formas, y el gusto se deleita con frutas frescas y platos recién preparados.
- La oferta gastronómica. La experiencia culinaria en los puestos de comida de las plazas de mercado en Colombia es inigualable. Ofrece una posibilidad única para probar platos típicos, preparados con ingredientes frescos y un toque casero, ya sea almorzando con deliciosos sabores del pacífico en La Alameda en Cali, iniciando el día con un tamal acompañado de pan y chocolate en La Perseverancia en Bogotá, degustando un sancocho antioqueño en La Minorista en Medellín o deleitándose con un pescado con patacón en el Mercado Público de Santa Cruz de Lorica en Córdoba.
Recordemos que comprar en las plazas de mercado representa un apoyo directo a los productores locales, reduciendo la cadena de intermediarios, fomentando la participación de las mujeres y beneficiando a cientos de familias.