Para no dar muchos rodeos: no, no es el final del teletrabajo en Colombia y el mundo; pero sí hay una serie de modificaciones, ajustes y reacomodos que hacen que estemos asistiendo a cambios profundos que harán que dejemos de reconocerlo como lo conocemos hoy.
El teletrabajo es una modalidad laboral que cobró relevancia durante la pandemia de Covid-19, al permitir la continuidad de muchas actividades económicas en medio de las restricciones por las cuarentenas. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el segundo trimestre de 2020, unos 23 millones de personas teletrabajaron en América Latina y el Caribe, lo que representa entre el 20% y 30% de los asalariados.
Antes de la pandemia, esa cifra era del 11,9%. A nivel global, se estima que el 17% de los trabajadores realizó su actividad laboral desde su domicilio antes de la crisis sanitaria, después esta proporción aumentó al 37%.
De acuerdo con el Dane, 89,1% de los jefes de hogar declararon que ya no desempeñan sus labores exclusivamente de forma remota.
Pese a esto, la Federación Colombiana de Gestión Humana destaca que no se puede concluir que el país esté en trayectoria de regreso a la presencialidad total. De hecho, después de transcurridos tres años desde el inicio de la pandemia, más del 80% de las empresas en Colombia siguen con la implementación del trabajo remoto al menos un día a la semana.
Una encuesta realizada por esa agremiación en 200 empresas del sector de servicios e industria mostró que el 55,2% de los empleados que trabajan de forma remota lo hacen desde casa, el 40,5% desde otro lugar diferente y el 4,3% lo hace desde su dispositivo móvil, estando en cualquier parte.
Pero la tendencia sí es a que opciones como trabajo en casa, trabajo remoto y teletrabajo disminuyan, dando paso a una tendencia híbrida, con unos días en oficina y otros fuera, en especial en generaciones jóvenes y en las ciudades intermedias y grandes, como explica Iván Jiménez, del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana.
Jiménez cree que en el corto plazo habrá una disminución de las estadísticas de personas en teletrabajo, trabajo remoto o trabajo en casa, pero anticipa que habrá sectores en los que las metodologías de trabajo a distancia o híbridos llegaron para quedarse.
Entre las razones para que se esté presentando esta tendencia está la cultura laboral del país, muy ligada a la productividad del personal empleado.
“En Colombia hay una cultura tradicional de monitorear las actividades de los miembros de la organización, los cambios en ese sentido generan mucha preocupación. En este momento en Colombia se empezó con el proceso de reducción de una hora de la jornada laboral y hay temor de que se afecte la productividad, entonces es mucho más cómodo tener a los empleados presentes para tener mayor claridad de sus actividades”, señala Andrés García Suaza, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
“Hay elementos que se deben tener en cuenta como la movilidad. En ciudades como Cali, Bogotá o Medellín hay enormes trancones que hacen demorados y desgastantes los trayectos de casa al trabajo y viceversa, lo que tiene un impacto negativo en las capacidades del trabajador. Cuando hay espacio para el teletrabajo, trabajo remoto o trabajo en casa las personas pueden adaptar mucho más sus responsabilidades familiares y del hogar con el empleo, eso eleva los niveles de satisfacción, lo que impacta la productividad y, en muchos casos, se pueden reducir los riesgos en temas de salud ocupacional”, explica.
¿Pierde espacio?
Entonces surge la pregunta, ¿si es tan positivo, por qué las estadísticas muestran que está perdiendo espacio? Porque tiene desventajas considerables, claro está, y no solo hay quejas de los empleadores, los empleados han encontrado que terminan extendiendo sus jornadas más allá de lo estipulado en sus contratos, también hay falta de apoyo o supervisión y una posible erosión de la cultura organizacional.
Además, el teletrabajo no es una opción para todos los trabajadores, ya que muchos tienen que realizar sus tareas en un lugar específico o en contacto con otras personas o maquinaria. Esto puede generar desigualdades entre, tanto en términos de salarios como de condiciones laborales.
“Las modalidades no presenciales tienen enormes ventajas, pero también enfrentan retos. Por ejemplo, actualmente hay un fenómeno en el que los límites que diferencian el tiempo laboral y el tiempo de descanso desaparecen cuando hay modalidades de trabajo no presencial, entonces hay llamadas, mensajes de Whatsapp, correos electrónicos, reuniones virtuales y demás, en momentos y espacios personales, lo que afecta el bienestar del empleado y, como consecuencia, la productividad. Tan evidente ha sido que la Corte Constitucional se ha pronunciado al respecto”, asegura Juan Fernando Arenas Jaramillo, director de posgrados en derecho de la Universidad Icesi.
El profesor explica también que hay todavía desafíos en el caso del teletrabajo, ya que acarrea una carga de formalización, lo que obliga a que haya una revisión del reglamento interno de trabajo, a que se reestructuren los cargos y se diseñen descripciones de obligaciones y protocolos de tiempos de respuesta al empleador, además, todavía hay zonas grises en temas como la adecuación de espacios de trabajo en los hogares y los costos que conlleva el auxilio de conectividad.
Así pues, los expertos coinciden en que el teletrabajo no parece ser una moda pasajera, sino una realidad que se mantendrá en el futuro próximo, al menos para una parte significativa de la población activa; aunque, eso sí, no se mantendrá el formato que conocimos después de la pandemia, vendrán cambios importantes en la forma de organizar y realizar el trabajo, llevando hacia un modelo híbrido que use lo mejor de ambos mundos.