Lejanos parecen los días cuando los andenes (incluso la calles), parques y solares de las casas permanecían ocupados por niños y niñas jugando. Las risas y gritos de emoción que eran cotidianos, en la actualidad, son cada vez más excepcionales. La imagen que se impone hoy es la de menores sentados o acostados, en la sala o habitación, o en las zonas verdes, donde antes corrían, ahora estáticos y silenciosos, observando la pantalla de un celular, tablet o laptop.
La avasalladora irrupción de los dispositivos digitales en la vida cotidiana, generalizada en todas las condiciones sociales, ha alterado por completo la forma en que los niños, niñas y adolescentes experimentan los juegos. La lleva, el escondite, las canicas, el trompo, el balero, la rayuela, entre otros juegos tradicionales en espacios abiertos, ceden lugar a los videojuegos en línea, como Roblox, Free Fire, Fortnite, entre los más populares, donde los menores pueden crear sus avatares y construir espacios, hasta interactuar con otros, pero desde la virtualidad.
De acuerdo con el estudio ‘Riesgos y oportunidades para niñas, niños y adolescentes en el uso del Internet en Colombia’, realizado con estudiantes, padres y docentes durante el año 2023, en 41 ciudades, por la Universidad de los Andes, la compañía Tigo y Aulas en Paz: el tiempo promedio que pasan los menores, en edades de 9 a 16 años, en internet, son 2.7 horas, la mayor parte, en actividades de ocio (juegos virtuales, videos en YouTube, TikTok) y otras 2.2 horas, en redes sociales.
En contraste, el estudio revela que entre el 40 % y el 60 % de los menores encuestados, invierte una hora o menos al día pasando tiempo real con sus amigos, y en cuanto a la práctica de actividades al aire libre, encontraron que el 64 % invierte solo 1 hora o menos a la semana.
Sin duda, el cambio de la realidad física y espacial, a la virtualidad, implica que los juegos, fundamentales en la adaptación y el crecimiento, afecten de formas distintas, y en algunos casos riesgosas, el desarrollo intelectual y psicológico de los niños, niñas y adolescentes.
En este sentido, para la psicóloga clínica Mara Tamayo, “los cambios en la experiencia de juego de los niños de hoy, son dramáticos”.
“Es sorprendente ver a bebés entretenidos con celulares, que se los pasan sus padres, como para ‘tenerlo quieto’ o como dicen popularmente, ‘para que no molesten’, y eso se relaciona con que los padres hoy no tienen, o no dedican mucho tiempo para compartir de forma lúdica con los hijos, abriéndole la puerta a la tecnología que entró forma muy agresiva”, explica Tamayo.
No obstante, reconociendo que los videojuegos y juegos en línea pueden desarrollar habilidades positivas en los niños, como la concentración, el trabajo articulado, la buena memoria y la inteligencia algorítmica, la psicóloga señala que “no estamos en contra de los juegos digitales, ni de la tecnología, porque el mundo evoluciona, pero es que el cambio ha sido muy drástico, y pese a sus ventajas, la tecnología va absorbiendo a los niños, generando en ellos diferentes malestares y adicciones”.
En este sentido, para la psicóloga y experta en crianza, Annie de Acevedo, también se presenta un contraste entre los comportamientos que refuerzan los juegos, “con los digitales hay una satisfacción inmediata, acostumbrando a los niños a que todo debe darse rápido y fácil, afectando su tolerancia a la frustración, mientras que en los juegos tradicionales se promueve más el valor de la paciencia, porque se debe esperar un turno, o cuando se pierde, porque hay nuevas oportunidades”.
Aquí hay una correspondencia con otros resultados del estudio mencionado: el 40 % de los menores manifestaron tener problemas familiares por su afición a los dispositivos, el 36 % perdió horas de sueño o dejó de comer por estar conectados, el 20 % ha visto formas de autolesionarse y el 22 % ha observado contenidos para adelgazar.
Ante la disyuntiva, los padres deben ser los mediadores activos, para no dejar perder la experiencia formadora de los juegos tradicionales y dosificar la interacción con los juegos digitales.
La principal recomendación de la experta Acevedo, “para evitar que sus hijos se vuelvan víctimas de la tecnología y queden atrapados en ella por el resto de la vida”, es que desde el principio “deben marcarse límites en el tiempo de su uso, que la tecnología sea uno más, pero no el entretenimiento principal de los menores, también hay que promover que se ganen el tiempo en internet, y no permitir que los menores de 4 se expongan a pantallas”.
Además, los juegos de interacción real, que exigen a los niños involucrarse en una ficción, tomar roles e imaginar, son esenciales para la creatividad, por eso, para Annie de Acevedo, “debemos tener mucho cuidado de que la tecnología no acabe con la maravillosa creatividad que se desarrolla en la niñez”.
Consejos para las familias
La psicóloga Jackeline Cantor Jiménez, directora de la maestría en Atención Integral a la Primera Infancia de la Universidad Icesi, considera que “el juego es un pilar del desarrollo infantil, porque permite que el bebé y el niño entren en la interacción social con el mundo”.
Para Cantor Jiménez, “la importancia del adulto es fundamental en la relación de los niños con lo que encuentran en internet y las redes sociales, porque su experiencia social debe ser un referente, que ubique a los menores cuando entren en conflicto con las expectativas de lo que ofrece la virtualidad y lo que es en realidad, pero a veces también los adultos están bajo la misma lógica de la cultura digital”.
La psicóloga aconseja que los padres deben entender que un celular, aunque aquieta a los niños, no puede considerarse un generador de entornos seguros, “hay muchos miedos por lo que pueda pasar, pero el niño debe moverse, explorar y descubrir el mundo”.
Por su parte, para Diego Mercado, psicólogo y director del programa de Primera Infancia de la Universidad del Valle, en cuanto a la edad apropiada para jugar en pantallas, “en los primeros dos años debería ser totalmente proscrito”. Después, se pueden usar dispositivos con acompañamiento, delimitando los tiempos, y para juegos que sean instructivos y que desarrollen sus habilidades.
Y, para fomentar los juegos tradicionales, el psicólogo recomienda volver a lo manual, propiciando momentos en familia para construir sus propios juguetes, como cometas, o hacer manualidades con plastilina, o con materiales moldeables. También, es importante crear hábitos como salir a jugar o realizar actividades en espacios abiertos, parques y zonas verdes.