Por: Isabella Borja e Isabel Perdomo, del Semillero de Periodismo USC - El País
La salud mental es el estado de bienestar psicológico que permite a las personas afrontar situaciones que viven en su día a día. En la actualidad, su cuidado gana cada vez más visibilidad y aceptación. Instituciones como la Organización Mundial de la Salud, OMS, ratifican que es crucial tener una buena salud mental para tener un buen desarrollo individual. Según esta entidad, la salud no solamente se refiere a la ausencia de afecciones o enfermedades.
En la fase final del colegio, los jóvenes viven con mucha presión y al ingresar a la educación superior, el periodo de adaptación a los cambios que se presentan puede llevarlos a una crisis. Cuando Daniela Rengifo* tenía 17 años y cursaba grado 11 sufrió un colapso mental por las cargas personales que afrontaba, lo que la llevó a intentar quitarse la vida; su graduación estaba a la vuelta de la esquina y se dio cuenta de que la carrera que ella planeaba estudiar no era la indicada.
Un año después, en plena pandemia, escogió Comunicación Social e ingresó a una universidad en Cali. Pero, la soledad que le imponía la educación virtual fue agravada por la muerte de su mascota Toby. Entonces, entró en una profunda depresión, sentía que su existencia no significaba nada, “nunca le encontré sentido a mi vida hasta que entendí que no quería morir”, dice.
Por situaciones como esta, las universidades incentivan a los estudiantes a edificar su capacidad de desarrollo personal mediante programas enfocados en el cuidado de la salud mental, para que puedan aprender a afrontar momentos difíciles en sus vidas y desarrollar herramientas propicias para lograrlo.
Paula Quintero, directora del Programa de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, comenta que “los programas de Bienestar Universitario favorecen espacios de escucha ante las necesidades de los estudiantes, tienen la responsabilidad de crear estrategias y promover hábitos de autocuidado y buen vivir”.
Hablan los expertos
Profesionales en el entorno universitario capacitan a los estudiantes de la Universidad Icesi para que conozcan cuál es la atención que brindan a su comunidad. “Bienestar Universitario debe proporcionar una gama de actividades extracurriculares, tan amplia como sea posible, para que el estudiante se vea favorecido a la hora de que quiera entrar en contacto con ellas”, asegura César Bocanegra, psicólogo de ese centro educativo.
Uno de los problemas más graves que enfrentan las universidades es la deserción de los estudiantes, a causa de la acumulación de estrés. En la Universidad Santiago de Cali, USC, son conscientes de esta problemática y como lo explica Marcela Rosero, directora del Programa de Psicología, hay situaciones en las que los pensamientos propios se minimizan, “tenemos espacios preventivos, con evaluaciones gratuitas de todo tipo, enfocadas tanto en la parte psicoafectiva como en la formativa, con talleres de manejo de la ansiedad, del estrés y métodos de estudio, para evitar la deserción académica”. Todo este proyecto forma parte de una apuesta denominada Pipe (Programa Institucional de Permanencia Estudiantil).
Al final, “transitar por la universidad implica reconocer cambios de vida, en relaciones, prácticas y creencias; justamente, estos programas favorecen espacios de escucha ante las necesidades, mediante interacciones culturales, deportivas y psicológicas”, agrega la psicóloga Quintero.
¿Qué piensan los maestros?
“Es importante tener educadores capacitados dentro de las aulas para que sean más que solo maestros, ya que nadie tiene más contacto directo con los estudiantes que los docentes, de manera que son ellos los que están en una posición privilegiada para ver si a un estudiante le sucede alguna cosa de orden personal”, asevera Bocanegra.
Juana Marín*, de 21 años, asegura que en un centro educativo universitario de Cali no le brindaron la ayuda psicológica que ella necesitaba. Todo comenzó en 2019, cuando entró por primera vez a la universidad, con 18 años. Ella vivía en el kilómetro 18, una zona rural donde la educación no era tan exigente como en la ciudad; pero al ingresar a la institución universitaria tuvo que mudarse a casa de sus abuelos en Cali, para mitigar la distancia y por las constantes migrañas que afectaban su descanso. Dentro de la casa, el ambiente era tóxico porque no les importaba la salud de Juana*, a diferencia de su padre, que sí se preocupaba por ella, pero no estaba en su vida diaria.
La carga académica era muy pesada y los profesores no ayudaban a crear un espacio más ameno; había momentos en que ella asegura que vulneraban sus derechos y la reprimían con palabras como: “usted no sirve para nada”. A causa de esto, desarrolló ansiedad y depresión junto con ataques de pánico y aislamiento de las personas. Intentó buscar ayuda dentro de la universidad, pero no le brindaron la asesoría necesaria, lo que hizo que no volviera a estudiar. Actualmente, lleva año y medio en terapia y con medicamentos; además, empezó a estudiar en la Universidad del Valle, y se siente con más seguridad y experiencia sobre el entorno académico.
Actualmente, aún hay estigmas frente al tema de salud mental, lo que puede perjudicar el desarrollo personal, como en el caso de Juana*. Las universidades deben brindar espacios de apoyo para que los jóvenes se sientan cómodos y no abandonen sus estudios. Este es el caso de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, donde existe un programa llamado Primeros Auxilios Emocionales, PAE. El docente e integrante de la Unidad de Bienestar Alexander Garzón explica que buscan “conectar, apoyar y proteger al estudiante; además, tenemos talleres como Metamorfosis, Atelier y Tertulias UAO”.
Por otro lado, Luis Felipe Vélez, profesor de la Universidad Santiago de Cali, considera oportuno ofrecer espacios de reflexión para que los estudiantes comenten lo que les pasa y en el caso de no ser esto posible, dirigirlos a Bienestar Universitario, para establecer rutas de apoyo. “Lo personal es fundamental para que lo académico avance, por lo que hay que establecer un balance entre ambos”, agrega.
Asimismo, la Universidad Católica cuenta con el apoyo de cuatro estudiantes en práctica de trabajo social, “con el fin de dinamizar y fortalecer los programas, de acuerdo con las necesidades y características de la comunidad”, indica la profesora Beatriz Salazar. Estos programas pertenecen a la Vicerrectoría de Pastoral.
¿Cómo lo viven los estudiantes?
En sus programas de bienestar, las universidades se enfocan en la salud y el buen desarrollo de los estudiantes, aunque a veces no son tan efectivos como esperan los jóvenes. Es el caso de Sofía Galván*, quien al solicitar una cita psicológica en su universidad, fue programada para “dos o tres semanas” después de pedir el servicio. Ella opina que “deben ampliar cupos, porque hay veces que no se tiene la forma de acceder de forma particular y esperar tanto tiempo puede ser perjudicial para alguien que necesita ayuda casi que inmediata”.
Francisco Duarte* tiene una experiencia similar, pues su cita psicológica fue asignada para un mes después de la solicitud; agrega que cuando la tuvo, la atención no fue idónea, “mi experiencia fue pésima, los psicólogos no te escuchan y minimizan tus problemas porque sos joven”, afirma.
En contraste con Galván* y Duarte*, Luisa Mosquera, estudiante de la Universidad de San Buenaventura, opina que la atención psicológica en esta institución es muy buena, pues cuentan con un horario amplio y variedad de profesionales.
Su única observación es que el servicio fue privatizado, “hay que tener en cuenta que muchas de las personas no cuentan con $25.000 por cada consulta”.
Con estos tres testimonios se puede evidenciar que mientras las universidades buscan abogar por el cuidado de la salud mental de sus estudiantes, algunos de ellos opinan que hay aspectos que, definitivamente, deberían cambiar, para poder aprovechar al máximo los beneficios que las instituciones otorgan.
Así, que acorde con expertos y estudiantes, el cuidado de la salud mental aún tiene un largo camino por recorrer, para que más personas u organizaciones le den la importancia y la visibilidad que se necesita.
*Nombres cambiados para proteger la identidad de las fuentes.
Tenga presente
De acuerdo con la Revista Colombiana de Psiquiatría, “el 20 % de los universitarios tienen un trastorno mental. Por tratarse de adultos jóvenes, pueden tener factores genéticos que interactúen con los factores ambientales de la universidad, como la carga y la exigencia académica, el respaldo financiero, la interacción social con pares y profesores.