Cuando Isabella Velasco entró a la universidad no calculó que el nuevo ritmo académico que tomaría su vida vendría acompañado de cambios en su fisonomía, pérdida de peso, acné, ojeras, palidez, bajo apetito, dificultades de concentración y falta de sueño, dolencias ocasionadas por el estrés universitario.

La carga académica, sobresalir en clases y con la frustración de no cumplir con sus objetivos universitarios son algunas de las razones por las que los estudiantes enfrentan fuertes cuadros de estrés.

Isabella tiene 21 años, es estudiante de primer semestre de diseño gráfico en Bellas Artes, y padece de este estado de tensión emocional. Afirma que ha experimentado nervios extremos que la llevan al punto de hacerla dudar de sus habilidades y deteriora su autoestima.

La constante lucha que los universitarios viven día a día con la responsabilidad de hacer bien sus trabajos y aprobar los parciales, a veces, resulta incomprensible para quienes no saben de qué se trata este problema que circula por los pasillos de las universidades.

Pero, ¿qué es el estrés universitario? De acuerdo con la psicóloga Natalia Barberena, del área de medicina en Bienestar Universitario de la Universidad Santiago de Cali, el estrés, en general, se presenta como “una respuesta física que genera el cuerpo ante situaciones amenazantes del medio hacia la persona”.

Para Joan Manuel Torres, psicólogo especialista en gerencia del talento humano, el estrés universitario es una “reacción que presenta el organismo ante un desafío o una demanda del medio”.

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El término es un concepto de uso muy cotidiano entre los universitarios, llegando a ser catalogado, por ellos mismos, como su enemigo silencioso.

Sergio Andrés Figueroa, de 18 años, es estudiante de segundo semestre de Comunicación Social de la Universidad Santiago de Cali. Durante el tiempo que lleva en la universidad, El joven ha tenido que empezar a luchar contra algunos trastornos que se presentan en su descanso y en su alimentación. Duerme poco, por lo que durante el día, en ocasiones se siente muy cansado, y a veces ni siquiera puede dormir, por cumplir con sus trabajos.

La preocupación por los parciales, la gran cantidad de trabajo para la casa y por las calificaciones, le han generado a Sergio cuadros de ansiedad, por lo que come en exceso y, otras veces, no quiere comer ningún alimento. Además, el estrés universitario ha provocado que pierda su nivel de concentración en clase, lo que representa un riesgo para su rendimiento. Hoy, Sergio lucha para que el insomnio y la ansiedad no le perjudiquen su desempeño en la carrera.

De acuerdo con un artículo del Colegio Oficial de Psicología Andalucía Occidental y Universidad de Sevilla, el entorno universitario “representa un conjunto de situaciones altamente estresantes debido a que el individuo puede experimentar, aunque solo sea transitoriamente, una falta de control sobre el nuevo ambiente, potencialmente generador de estrés y, en último término, potencial generador —con otros factores— del fracaso académico universitario”.

Isabella contó que el detonante de su cuadro de estrés se debe a que “muchas veces siento que el tiempo no me va a alcanzar para cumplir con los trabajos, y con las responsabilidades externas que tengo. Además, me preocupa perder mi cupo en Bellas Artes, y mantener un buen promedio, poder sacar buenas calificaciones, lo que me cuesta porque veo nueve materias y es bastante pesada la carga académica”.

Por estas razones, es frecuente —en ella y en muchos otros estudiantes— que esas situaciones altamente estresantes que les generan trastornos en el sueño, en la comida, problemas en el desempeño académico, puedan llegar hasta producirles enfermedades patológicas como úlceras, caída del pelo, pérdida o aumento de peso, gastritis y alergias.

Elizabeth Correa, psicóloga en Bienestar Universitario de la Universidad Icesi, magíster en psicodiagnóstico y evaluación psicológica, explicó que para poder identificar si alguien está atravesando por esta situación de estrés universitario, hay que analizar su estado de ánimo.

“Generalmente, se caracterizan por tener un ánimo decaído, su discurso respecto a lo académico es un discurso fatalista, se catalogan como un fracaso, son negativos frente a todo, quieren renunciar y abandonar la universidad, lo que afecta sus relaciones y su comportamiento en el aula de clase”, dice Elizabeth.

Correa añadió que la característica principal de los estudiantes, que por lo general atraviesan situaciones de estrés universitario, es la falta de organización adecuada de su tiempo, pues la universidad no limita a sus estudiantes a un número específico de materias.

Además, deben dar cuenta del desarrollo de otras actividades obligatorias u opcionales en la universidad, como cultura y deporte, semilleros de investigación, monitorías, etc., sin mencionar las otras responsabilidades fuera de lo académico que cada uno tiene de manera independiente.

La psicóloga Correa recomienda un método llamado ‘mindfulness’, que “consiste en una técnica de relajación y respiración y que, según ella, es efectivo en los estudiantes que caen en la situación de estrés universitario”.

Este método tiene como objetivo “es lograr un “profundo estado de conciencia” durante la sesión, y se usan varias técnicas concretas para alcanzarlo. “Perseguimos conseguir que nuestra conciencia se relaje y no elabore juicios de nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos.

Consigue separar la persona de sus pensamientos para poder reconocerlos y poner en duda los patrones mentales, otorgando un gran peso al “aquí y el ahora”, mediante una atención total al momento presente, mejorando la calidad de vida de las personas de manera demostrable”, según un artículo del psicólogo educativo en Barcelona, Bertrand Regader.

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“Eso es estar en un cerebro bastante enfermo, porque tiene demasiado cortisol y eso hace que sus niveles de atención y memoria estén bastante bajos”, explicó el psicólogo Alejandro Botero Carvajal, especialista en neuropsicología infantil y magister en educación y desarrollo humano.

Botero Carvajal concluyó que las consecuencias que viven los estudiantes que sufren de estrés universitario a un nivel alto son: bajo rendimiento asociado al desempeño académico, falta de asistencia a clases y aplazamiento de lo que tienen que hacer.

El estrés universitario no es una enfermedad, por lo que no tiene cura, pero se puede controlar. Es importante identificar los factores que lo generan, obtener un planeador u horarios para respetar los tiempos de descanso y de actividades. También es necesario que los mismos estudiantes identifiquen cuál es el método de aprendizaje que mejor se ajusta a ellos y que trabajen en cómo se toman los factores que influyen en el estrés, asumir todo como retos y no como amenazas. Y si el estrés se sale de control, lo mejor es asistir a un acompañamiento psicológico.

En cuanto a las universidades, estas podrían considerar disminuir la cantidad de trabajos o extender los plazos para las entregas. Generar más actividades para desarrollar en clase y menos trabajo para casa, mejorando a su vez la dinámica en las aulas y el desarrollo de las clases.

Sin embargo, no todo lo que refiere al estrés universitario es negativo. Para el psicólogo Torres, “el estrés es benéfico en la medida en que moviliza a las personas y las pone en cuestión, permitiendo que reaccionen para responder ante las situaciones que deben de manera adecuada, hablando de lo académico, por ejemplo, si tiene un parcial y sabe que no está del todo preparado para responder al parcial, eso genera la tensión que necesita para movilizarse y estudiar”.

Hoy en día Isabella se encuentra terminando su semestre con un cuadro de gastritis. Sin embargo, consciente del daño que el estrés le ha causado, ha decidido incluir nuevos hábitos en su rutina, que le ayuden a controlarlo. “Lo que hago ahora es orar y pedirle a Dios que me dé paz y tranquilidad, también recordar que tengo las capacidades para llevar a cabo todas mis responsabilidades. Y por medio de la música libero el estrés, tocando el bajo o la guitarra”, finalizó.

Recomendaciones 

  • Aprender a priorizar y utilizar bien el tiempo libre.
  • No perder tanto tiempo en las redes sociales. No aportan mucho para la labor académica.
  • No perder tiempo y energía dándole vueltas a pensar en cómo, cuándo y a qué horas va a hacer tantos trabajos, sino empezar a trabajar en ellos.
  • Practicar algún deporte o actividad física que relaje la mente y distensiones los músculos. Eso agiliza la creatividad y da energía para enfrentar las largas jornadas de estudio de trabajo académico.
  • Distribuir bien los trabajos en grupo y comprometer a cada uno de los integrantes a que cumpla con su parte y la haga según los lineamientos generales. Así evitarán tener que rehacerlos y a la vez, desarrollarán la capacidad y la competencia de trabajo en equipo.