Por: Sebastián Llanos Acosta, del Semillero de Periodismo UAO - El País
El Implante Flexible de Regeneración Tisular es un biodispositivo creado con el fin de regenerar tejidos del corazón en animales y humanos. Este fue desarrollado por docentes de dos instituciones educativas caleñas, la Universidad del Valle y la Universidad Autónoma de Occidente.
Sus artífices son Paola Andrea Neuta Arciniegas, doctora en Ciencias Biomédicas y docente de la Facultad de Salud de Univalle; Álvaro José Rojas Arciniegas, doctor en Ciencias de la Imagen y director de Maestría en la UAO, y José Óscar Gutiérrez Montes, doctor en Medicina y profesor asociado de Univalle.
De acuerdo con el profesor Rojas, es importante establecer una distinción entre los dos tipos de patentes que recibe el proyecto, pues en este caso optaron por aplicar a procesos de patentamiento independientes en cada país. Lo anterior quiere decir que se obtuvieron patentes diferentes tanto para el proceso de fabricación, como para el dispositivo; por ejemplo, la reciente patente estadounidense corresponde al dispositivo, pero el procedimiento aún no se ha patentado en el país norteamericano.
En ese sentido, Rojas explica que, “se vio que era más conveniente patentar ambos elementos de manera independiente porque una cosa es cómo se hace y otra es el producto final, las características, la forma, los componentes y demás partes que debe tener”.
¿En qué consiste este implante para regenerar tejidos?
El biodispositivo consiste en un conjunto de células que regeneran el tejido cardíaco y le permiten retomar parte de su funcionamiento normal, estas reposan en un biomaterial (hidrogel) para mantenerlas vivas mientras se integran en corazones en los que se ha interrumpido la irrigación sanguínea por un tiempo prolongado, evento que ocurre al sufrir un infarto y que deja secuelas por las que usualmente se recurre a tratamientos durante toda la vida del paciente.
Asimismo, debido a su similitud con un parche, el dispositivo tiende a ser llamado de esa manera. Su tamaño puede ser modificado de acuerdo con las necesidades del área afectada, pues está compuesto por una matriz de colágeno que se imprime en 3D para, posteriormente, ser aplicada de manera superficial sobre el tejido.
A pesar de que la docente Paola Neuta reconoce que “hace falta realizar ensayos en humanos, donde tocaría evaluar hasta qué punto se puede haber perdido la función del corazón para que exista una recuperación”, también explica que en cuanto se logre esta prueba, en la fase clínica se podrá determinar si es posible atender casos en los que las personas tengan funcionando solo el 10 % de su corazón e incluso, llegar a prevenir la necesidad de someterse a trasplantes de este órgano.
La magnitud de dichas afirmaciones se hace más evidente al revisar las cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en las que las enfermedades cardiovasculares se ubican como la principal causa de defunción en el mundo, generando aproximadamente 17,9 millones de fallecimientos al año. Además, la publicación hace hincapié en que “una tercera parte de esas muertes ocurren prematuramente en personas menores de 70 años”.
Ahora bien, los investigadores reconocen que el camino para la realización de esas pruebas en humanos es algo extenso y requiere de una inversión fuerte, sumada a la sociedad con una clínica especializada. Sin embargo, tras obtener resultados satisfactorios en animales se muestran optimistas frente a lo que se avecina para el futuro del ‘parche’ del corazón.
Financiación del proyecto
Según lo relatado por los profesores, todo inició con la investigación realizada por la docente Paola Neuta en el marco de su tesis doctoral.
En cuanto a la funcionalidad del dispositivo, la propia investigadora destaca que “se arrancó haciendo los procedimientos para seleccionar las células que se iban a aplicar y el biomaterial en el que iban a estar inmersas. Primero se probó en ratas y tras obtener esos resultados se dio la posibilidad de participar en el proyecto de regalías, lo que permitió pasar a un biomodelo animal más grande: los cerdos”.
Y es que, gracias a una modificación de la repartición de regalías, liderada por el Gobierno Nacional en 2014, el proyecto del biodispositivo logró captar 8 mil millones de pesos para avanzar en sus labores.
En efecto, Alexánder García, director de Gestión de la Innovación y la Transferencia en la UAO, precisa que hubo un agente clave en el Sistema General de Regalías para adelantar la investigación, ya que “por medio de una convocatoria del Fondo Ciencia, Tecnología e Innovación, en el que la Autónoma se presentó junto a la Universidad del valle como coejecutora, se obtuvieron los recursos”.
A su vez, según García, en la solicitud de la patente se hizo necesaria la presencia de un agente de propiedad intelectual para acompañar la gestión, debido a la rigurosidad con la que se revisan este tipo de solicitudes dada la experticia de los evaluadores.
Asimismo, la elevada suma captada para el avance del proyecto fue explicada por Rojas en una conversación sobre el implante en el programa digital Ciencia Pa’ Vos, ya que argumentó el alto costo de los materiales utilizados en las pruebas de desarrollo del dispositivo.
Abriendo puertas a la ciencia
Sin duda, un hallazgo científico del talante de este proyecto demuestra que Colombia, a pesar de no contar con muchas instituciones económicamente capaces de llevar a cabo iniciativas como esta, posee la riqueza intelectual necesaria en su recurso humano.
En ese sentido, tanto universidades como investigadores se enfrentan a un panorama en el que se debe trabajar conjuntamente para “fortalecer lazos con el sector privado o incluso, con el sector público, aunque no es un camino muy fácil”, expresa Rojas. Tanto Neuta como Rojas concuerdan en que la academia permite a los investigadores gestar sus ideas innovadoras con un poco más de tiempo, pero la industria demanda resultados rápidos, lo que perjudica procesos necesarios para sacar los proyectos a flote. En este caso, se evidencia con la dificultad que presume tener la realización de pruebas del implante del corazón en humanos.
No obstante, los docentes comentan que se logró abrir un camino significativo para la aparición de futuros desarrollos, pues este proyecto ha logrado aportar conocimiento y destreza en asuntos como la selección de materiales, las técnicas de fabricación y la manipulación de las células. Así, dichos modelos pueden ser aplicados en otras iniciativas de medicina regenerativa existentes, dentro de los que se adelantan propuestas para regenerar piel, uréteres y ligamentos.