La niñez es una etapa crucial en la formación de las personas, período en el que las personas desarrollan habilidades y adquieren conocimientos que tendrán un impacto en el resto de su vida. Así mismo, los docentes tienen un rol fundamental en este proceso, dado que tienen la responsabilidad de guiar y orientar a los niños en su camino de aprendizaje.

De acuerdo con Ángela Andrea Rodríguez y Alba Liliana Tique, docentes del programa de Licenciatura en Educación Infantil de Fundación Universitaria del Areandina, desde las nuevas perspectivas educacionales, palabras como “formación”, “acompañamiento”, “articulación de conocimientos” y “aprendizajes para la vida”, se han convertido en conceptos que se hacen significativos desde el aula de clase con grandes repercusiones.

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Para Rodríguez, lo que se aprende durante la niñez, no solo impacta el desarrollo académico de los niños y niñas, también influye en su desarrollo emocional y social.

“Los docentes desde su rol, pueden ayudar a desarrollar habilidades sociales como la empatía, la cooperación y la comunicación asertiva, lo que puede dejar una huella positiva en sus relaciones interpersonales en el futuro. La educación al hacer un trabajo holístico genera una formación de la identidad y autoestima, más cuando reciben apoyo y estímulo positivo de sus docentes, generando una imagen positiva de sí mismos, con una mayor confianza en sus habilidades y talentos”, explica la académica.

Según la experta, es desde la infancia, especialmente en los espacios familiares, donde se adquieren las competencias necesarias para abordar diversas problemáticas sociales. “Estas habilidades pueden generar cambios en la percepción de la vida y las relaciones con otros sujetos, están sustentadas en la literatura académica. Sin embargo, debido a los cambios sociales, culturales y familiares de las últimas décadas, es difícil que estos aprendizajes se realicen de manera suficiente en los hogares y requieren una fuerte intervención en la vida escolar”, afirma la docente de Areandina.

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Aprendizajes y procesos

La enseñanza de estas competencias para la vida se ha trasladado de manera significativa al contexto de la educación formal, por lo que la Organización Mundial de la Salud propone 10 habilidades necesarias para afrontar las problemáticas sociales y mejorar la calidad de vida como lo son: resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad, comunicación, colaboración, ciudadanía global, iniciativa, habilidades sociales y emocionales, alfabetización digital y manejo del estrés.

Al respecto, la docente Liliana Tique recuerda que “al hablar de la importancia de la enseñanza y cómo desde el aula de clase se pueden trabajar procesos de autorregulación emocional viendo a ésta como uno de los aspectos fundamentales de una adecuada inteligencia emocional, implica que la educación debe incluir estrategias para que los estudiantes aprendan a reconocer sus emociones, regularlas y expresarlas adecuadamente, teniendo en consecuencia, adultos con una personalidad más equilibrada y mejor bienestar psicológico”.

Autorregulando las emociones

El aprendizaje de la autorregulación emocional comienza desde los primeros meses de vida y es de gran valor e importancia para el equilibrio psicológico futuro de la persona, siendo el rol del docente infantil fundamental en esta primera etapa.

“A nivel histórico, en las primeras escuelas existía una estrecha relación con la familia, relación que se fue distanciando debido a la especialización y complejidad de la labor pedagógica. Hoy se plantea la importancia de redefinir la relación bajo condiciones de colaboración, reconociendo que ambas tienen influencias superpuestas y responsabilidades compartidas”, sostiene la experta Tique.

Para las docentes de Areandina, en contextos vulnerables, es el maestro desde su rol, que cumple sus veces de escuela, pues hace el trabajo directo con estudiantes y familias. “Al hacer una revisión de esta dupla existen al menos tres perspectivas analíticas que se pueden trabajar con mayor profundidad que corresponden a la efectividad escolar, a la sociedad del conocimiento en contexto de cambio educativo y a la sociocultural”, asegura Rodríguez.

Lo que, para la académica Tique, “se hace evidente que, en cualquier contexto, la familia tiene una fuerte influencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje de los niños, pero es innegable que es desde el rol del docente que actúe en función de la formación de los niños que se pueden generar aprendizajes para la vida, con grandes repercusiones para su vida adulta”.

Finalmente, las expertas recuerdan la importancia de que los docentes valoren y apoyen el esfuerzo y el trabajo de los niños, brindando retroalimentación positiva para transmitir motivación y confianza en sus habilidades, sin descuidar una relación de mutua cooperación con la familia.