La tecnología es la herramienta con la cual interactúa gran parte de la población hoy. Esta resultó una gran aliada de la humanidad al disminuir las brechas de la comunicación y el conocimiento, pero también abrió un abanico de posibilidades para que personas extrañas e inescrupulosas tengan acceso a nuestro hogar o a nuestras vidas con solo dar un clic. ¿Cuán conscientes somos de la seguridad en entornos digitales?

Pues Nazly Borrero Vásquez, una ingeniera informática con especialidad en Seguridad Informática y énfasis en Derecho Informático, es una de las personas que lidera la lucha contra los cibercrímenes en Colombia.

Después de una ardua investigación realizada por más de siete años, Nazly ha desarrollado una herramienta para ayudar, tanto a padres de familia como a niños, a prevenir, identificar y comunicar cuándo se puede ser víctima de ciberacoso, mediante su nuevo libro ‘A un click de enredarse recargado’, expuesto en la pasada Feria del Libro de Cali.

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Una guía, que según la autora, nos habla de las definiciones, clasificación y ‘modus operandi’ de quienes están involucrados en estos delitos, o ‘Groomers’. También enseña cómo reconocer cuando un niño puede estar sufriendo de ciberacoso (‘Grooming’) y cómo puede comunicar lo que le sucede, a través de las historias planteadas en el libro, con un lenguaje fácil y práctico.

Pero el propósito más importante es ayudar a visibilizar esta problemática social, teniendo en cuenta que Colombia aún está lejos de tener una solución contundente a nivel jurídico.

En este sentido y como la autora lo menciona, “la problemática en Colombia es que hace falta la tipificación de estos delitos, pues en Latinoamérica solo Argentina tiene establecida una norma ‘antigrooming’ por decreto”.

La no tipificación de estos crímenes termina por complicar el proceso de denuncia de las víctimas. Incluso, a veces, los hechos rebasan el escenario virtual para materializarse en abuso sexual por parte de sujetos que se hacen pasar por niños a través de perfiles falsos en las redes sociales, o personas de confianza, logrando ganar familiaridad con los menores para luego proceder al abuso.

Como le ocurrió a Anita, que fue acosada por el profesor de la banda marcial del colegio durante 4 largos años, y que hoy sigue afectada por una situación que cambió su vida, pues todo comenzó cuando el docente le pidió su número de contacto, a lo que la niña no le vio problema y accedió.

En un viaje para una presentación en donde debían compartir el baño, el victimario aprovechó para tomar una fotografía que vulneraba la privacidad de Anita. Con esta imagen en mano, comenzó a chantajearla a través de mensajes, sin lograr resultados, hasta que el acoso llego a otro nivel.

El docente de música comenzó a detallarle cuál era la rutina de la niña, su horario de salida y llegada al hogar, incluso cuándo se encontraba sola en casa. Esto asustó mucho a la pequeña que seguía guardando silencio. Hasta que un día alguien tocó la puerta y pensando que era algún vecino, abrió y se encontró frente a ella al agresor, quien la obligó a tomarse fotos y a dejarse tocar.

Luego, para obligar a una amiga de Anita a acceder a lo mismo, le mandó una de las fotografías de la menor editada. Su amiga la reconoció y habló con la pequeña Ana, quien entró en shock. Así ambas acudieron a rectoría, a psicología y a la madre de la menor.

La niña fue escuchada y comprendida sin reproches por su familia y directivas del colegio, dejando ver que ellas no eran las únicas víctimas de este músico, que hoy está en la cárcel con una sentencia de 20 años por pornografía infantil y actos sexuales abusivos con menor de 14 años.

Hay casos como el de Laura, hoy ya de 12 años. Ella no comía, no se sentía bien con su ropa y cada que le daban la orden de comer, vomitaba. La madre vio esto con mucha preocupación, habló con ella, que terminó por contarle que estaba cumpliendo el reto de Ana y Mia.

Juego a través de WhatsApp que hacía apología a la anorexia (Ana) y a la bulimia (Mia), y consistía en incitar a las niñas a bajar de peso lo más rápidamente posible. Las víctimas estaban entre los 8 y 12 años, y jugaba con el propósito de “verse bien y subir su autoestima”.

El reto las llevaba a comer solo cubos de hielo, provocarse vómito, dejar de alimentarse sano y mantenerse solo con chocolates, en una carrera mortal que ponía a competir a las niñas entre sí.

La madre de Laura acudió a la Fiscalía, pero lo más duro según Nazly, fue que allí no la atendieron debidamente porque no sabían cómo recibir este tipo de denuncias, pues no había cómo aplicarla desde lo legal por la falta de tipificación.

“Fue doloroso, solo se pudo hacer un acompañamiento para que la niña empezara a reponerse en la parte nutricional y psicológica y no cayera en retos que pueden llevar a la muerte”, relata Nazly.

Como estos, los delitos de ‘grooming’, ‘sexting’ y sextorsión no son tipificados con exactitud en Colombia, pero están contemplados en el decreto de Explotación Sexual y Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes, como violación de los derechos fundamentales de la niñez.

¿Qué hacer si se es víctima?

Depende del campo en el que se presenten los síntomas, así mismo se debe direccionar al menor. Si ocurre en el ámbito escolar, el docente debe dar la primera alarma, analizando el comportamiento del niño o niña, aconseja Nazly. “Si este se ha vuelto retraído, agresivo o si es reacio al uso de equipos tecnológicos, de inmediato se debe denunciar el caso a la Policía de Infancia y Adolescencia o ante el ICBF”, explica.

Si estos síntomas se presentan en el hogar, el padre de familia es quien debe observar y detectar los cambios de conducta o si se comporta de manera inusual con el uso de redes sociales. “Es cuando se debe hablar con el niño y presentar la denuncia”, recomienda la especialista.

Un problema de los ciudadanos ante estos casos es no saber cuál es el conducto a seguir para hacer la denuncia. Y no tener consciencia de que después de tan difícil experiencia, es necesario hacer un acompañamiento a las víctimas.

De allí nace ‘Saving Ciber Children Colombia’, una organización sin ánimo de lucro que se encarga del seguimiento judicial al victimario y el acompañamiento psicológico a los niños, niñas y adolescentes (NNA) que han sido víctimas de explotación, abuso sexual y comercial.

Esta fundación es dirigida por Nazly Borrero, especializada durante más de una década en este campo y quien le ha apostado al bienestar de la niñez colombiana, con una consigna clara: “mantener seguros a los niños”.

Ser defensora de la juventud no ha sido un camino fácil, esta lucha ha estado marcada por múltiples dificultades, pero la búsqueda por garantizar la seguridad y la reivindicación social de la niñez, en vez de propiciar su derrota, le han fortalecido en una batalla que por momentos pareciera no tener fin.

Y es que el crimen y sus victimarios no descansan, viven en una incesante vigilia. Y deja la sensación de que la seguridad informática es más frágil de lo que parece, más si se trata de NNA que sin percatarse, quizás están dando información valiosa que en ocasiones puede ser utilizada para fines que afectan la vida de la población, incluida la infantil.

Como sucede con el ‘Grooming’, cuando no hay un seguimiento continuo por parte de los padres respecto a los contenidos que consumen sus hijos al estar conectados con el ciberespacio.

Sabiendo que los pequeños de hoy desarrollan habilidades digitales, hay reglas para prevenir estos casos de violencia hacia ellos. “Los padres de familia deben aprender sobre la tecnología que les están dando a sus hijos, deben estar capacitados para saber cómo funciona la conectividad de estos aparatos que están evolucionando día a día y hacer un acompañamiento permanente, a través de herramientas de control parental que proveen firmas especializadas en ciberseguridad, la mayoría de ellas, gratuitas o disponen de una versión libre que es posible instalar y probar en los dispositivos”, ilustra Nazly.

Estos programas son una ventaja, le permitirán a los padres realizar un seguimiento de la actividad del menor en Internet, los contenidos, conductas, contactos, los tiempos y horarios de conexión a internet de los menores.

Y a los NNA les ofrece un ambiente seguro en el cual pueden familiarizarse con la tecnología, así como un entorno de tranquilidad para los padres y madres.

La especialista recomienda que es de vital importancia establecer un espacio donde el niño se sienta a gusto para hablar con un adulto de confianza y así pueda manifestar sus emociones.

También advierte que se debe aconsejar al niño para que pregunte qué hacer antes de intercambiar información en la web como el nombre, dirección, número de teléfono y demás datos personales.

Se le debe explicar la importancia de evitar abrir correos electrónicos y archivos adjuntos provenientes de remitentes dudosos, que son aquellos que el niño no conoce físicamente. Y por último, hacer énfasis al niño en no encontrarse con personas que haya conocido en internet.

Así que es necesario que los padres sean conscientes de la importancia de seguirse preparando para que ellos y sus hijos adquieran un sentido de responsabilidad con las redes. Saber que las barreras que los protegen y los hacen sentir seguros, pueden ser echadas abajo cuando menos se lo esperen, pues la seguridad de nuestros hogares depende de un compromiso serio con nuestros entornos digitales.

Delitos virtuales

Los delitos cometidos por las redes sociales más frecuentes, son:

  • ‘Grooming’: acciones por medio de las cuales una persona busca una relación engañosa en Internet con una niña, niño o adolescente con el propósito de conocerlo y volverlo más vulnerable a abusos sexuales.

  • ‘Sexting’: intercambio, creación y envío de imágenes de desnudos o casi desnudos sexualmente sugestivos por teléfonos móviles y/o Internet.

  • Sextorsión: explotación sexual en la cual la persona que envía material sexual a través del ‘sexting’, es chantajeada con su propio material para generar dinero, más material o abuso sexual por el chantajista.


De acuerdo con Saving Ciber Children Colombia,entidad que ha procurado clasificar a profundidad los cibercrímenes, en Colombia se registraron 58 casos semanales hasta diciembre de 2019. Cifra consecuente con el informe de Unicef que afirma que existen unos 2 millones de niños afectados al año, 228 abusos por hora, 4 por minuto y uno cada quince segundos en América Latina.

Un informe de 2017 de las Naciones Unidas, Colombia está entre los cinco países que más producen imágenes, videos y audios de NNA abusados.