Por Juliana Londoño Mejía.
Hay algunas series que merecen una segunda oportunidad. Lo digo porque, después de ver el primer episodio de 30 Monedas en HBO Max, más de uno puede salir despavorido. Y es que a pocos minutos de empezar, una vaca da a luz a un niño. Créanme, esto es lo menos impactante que se verá, si se compara con los cientos de sucesos que ocurren después en Pedraza, un pueblo español con mucha historia en el que nunca pasaba nada.
Pero “como la curiosidad mató al gato”, vale la pena ver el segundo capítulo y entonces, seguro caerá en la trampa y no podrá parar hasta llegar al final de la temporada. Por fortuna, para los amantes de lo extraño, lo complejo y lo prohibido, 30 Monedas, dirigida por el español Álex de la Iglesia, hace poco estrenó su segunda temporada.
El País habló con Megan Montaner, una de las protagonistas de esta producción, quien ha bajado varias veces a los infiernos —en sentido literal y figurado— dentro y fuera de cámara, para dar vida a Elena, una veterinaria que busca salvar al mundo y que se tiene que enfrentar a horrores muy bíblicos para conseguirlo.
El reparto de esta nueva temporada también incluye a Eduard Fernández, Miguel Ángel Silvestre, Macarena Gómez. Y, desde Hollywood, a Paul Giamatti.
La historia:
Judas traicionó a Jesucristo por 30 monedas. 2000 años más tarde, una de ellas aparece en un pueblo remoto de España, desencadenando una serie de fuerzas sobrenaturales que amenazan con destapar secretos del Vaticano y aniquilar a la raza humana.
30 Monedas es un producto diferente. ¿Cómo fue la experiencia de realizarlo y después ver la reacción de la audiencia?
Creo que el shock les pasó un poco a todos, incluyéndome a mí y a ti. Después del primer episodio, te quedas como ¿esto de qué va? A mí me pasó cuando estaba leyendo el guion. No entendía. Me acuerdo que cuando hice la prueba, lo único que me dijeron fue lo del bebé humano naciendo de la vaca, lo que me voló la cabeza. Pero luego te adentras en el universo de Alex y es fascinante como toda esta cosa esotérica, de religión, de acción que tiene, lo violento que puede ser a veces, es algo que por lo menos te despierta curiosidad, y una vez metido ahí, pasan tantas cosas que te tienes que enganchar.
Es cierto que desde el primer momento, Alex tuvo en su cabeza que esto serían tres temporadas, entonces mucha gente opinaba sobre el final de la primera, de como te quedas en tierra de nadie. Pero ahora, con la segunda temporada, se van aclarando muchas ideas.
Participa en escenas de acción por las que lloraría Tarantino. ¿Cómo las logró?
En la primera temporada me encontré golpes morados en lugares que creía que no podían salir. Me gusta participar mucho en este tipo de secuencias, asumiendo el riesgo y siempre en compañía de especialistas, para lograr las cosas sin romperme el cuello, pero sí lograr esas imágenes que representen las situaciones.
¿Qué es lo que más admira de su personaje?
Lo valiente que es. Si pudiera ser, un poquito, más parecida a Elena, estaría más tranquila. Admiro mucho su coraje, lo tozuda que es para lo bueno y lo malo, es una persona que aunque se le esté cayendo el mundo delante, ella intenta obtener respuestas. Está enfrentándose a monstruos y debería estar en un psiquiátrico intentando procesar lo que ha visto y no ella quiere resolverlo todo y llegar hasta el final del asunto.
¿Cuáles fueron los principales desafíos de esta temporada, que puso a esperar un poco a los primeros creyentes?
Hay alguien que quiere estar por encima de lo más malvado y también de lo más bueno del mundo. Hay alguien que está retando todo eso. Mi personaje ahora mismo está intentando ser la llave para que esto no suceda. Pero esta vez, además, con una mochila de ya haber visto toda clase de fenómenos paranormales. Tiene que aceptar que existen e ir a por ellos. Ya no es “¡Ay!, qué miedo”, es “a ti ya te conozco y te voy a acabar”. Esa es la evolución en el programa de Elena.
¿Con este proyecto cambió su percepción de la religión y del mal que hay en el mundo?
La verdad no, porque la realidad es la realidad. Por mucho que cuente una historia sobre el mal, la religión y las cosas más oscuras, yo, como Megan, no me meto a escarbar, quizás en esos mundos, porque me da bastante miedo. Intento no hacerme tantas preguntas como haría mi personaje. En las lecturas de la primera temporada, en las escenas de la ouija, los cementerios, y todo eso, pensaba: “Vale, si es que realmente existe algo, lo estamos llamando con megáfonos así de grandes”. Era jugar con algo con lo que no me quiero meter. Cuando grabas, por fortuna, se pierde un poco la magia que se ve en el resultado final.
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¿Cuál es ese personaje al que admira su evolución en estas dos temporadas?
El de Merche, de Macarena Gómez, me parece una bestialidad, sobre todo en esta temporada. Porque en la primera, si es cierto que vemos cómo poco a poco se va acercando al eje del mal, con la moneda que cae sobre su pie y de repente está dejándolo todo. Pero el empoderamiento que adquiere en esta segunda temporada es bestial.
¿Cree que habrá un final feliz?
No. ¿Elena feliz y tranquila?, no entra en los criterios de Alex ni aunque se lo ruegue. Por ahora, sigue pasándole de todo y me da la corazonada que en la tercera, si es que va hacia adelante, vamos a seguir padeciendo mucho.
EL UNIVERSO DE IGLESIAS
¿Cómo explicar la serie a alguien que no la ha visto?
Es el universo Alex de la Iglesia. Es la expansión total de todo lo que le gusta, y que lo ha convertido en su propio género.
A quienes no lo conocen, les recomiendo dejarse llevar por algo que les va a impactar muchísimo. Que tiene un ritmo frenético. Que de alguna manera te engancha porque no te da tiempo asimilar las cosas. Tiene terror, pero al mismo tiempo, algo de comedia, porque tiene una cosa costumbrista al hablar de personajes como la gente de pueblos cerrados, del interior de España y que, al final, son tan particulares, que es muy atrayente. En esta temporada todo es elevado al cuadrado. Vamos a ver violencia, sangre, pasión, manteniendo la comedia.