Por Juliana Londoño M. y Agencias
“El dinero no importa, lo que importa son los amigos”, dice Francis Ford Coppola, quien por segunda vez y pasados los 80 años, invirtió gran parte de su fortuna para mostrarle al mundo su arte. Esta vez lo hace ‘Megalópolis’, una película presentada en el Festival de Cannes, candidata a la Palma de Oro, y que le costó varias décadas llevar a la pantalla.
Coppola es uno de los cineastas estadounidenses más venerados de la industria. A los 36 años, había ganado cinco premios Óscar. Es el autor de la épica saga mafiosa ‘El padrino’; y de una de las películas bélicas más impactantes de la historia, ‘Apocalypse Now’, la otra producción que casi le costó todo lo que tenía.
Italo-estadounidense, criado en el distrito de Queens de Nueva York, es conocido por ser combativo, difícil y, a veces, frustrado por su propia ambición.
Estuvo a la vanguardia del movimiento conocido como Nuevo Hollywood en los años 1960 y 1970 junto con otros titanes del cine de Estados Unidos, como Steven Spielberg y Martin Scorsese, quien de hecho, quería que dirigiera El Padrino II, pero el estudio se negó. Juntos pusieron a prueba los límites de los grandes estudios, que durante décadas dominaron el negocio de crear películas.
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Nació el 7 de abril de 1939 en Detroit. Es un aries, hijo de un compositor-músico y una actriz. Estuvo confinado en su cama por la polio cuando era niño, lo que lo obligó a desarrollar su imaginación creando espectáculos de marionetas y experimentando con películas de 8 mm.
Obtuvo una licenciatura en teatro en la Universidad de Hofstra en Nueva York y luego realizó un trabajo de posgrado en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA).
Fue allí donde conoció al rey de las películas de clase B, el recién fallecido Roger Corman, quien le dio su primera oportunidad de dirigir con ‘Dementia 13′, un filme culto.
Comenzó a trabajar como guionista y su primer éxito significativo llegó en 1968 con ‘Finian’s Rainbow’, una adaptación de un musical de Broadway.
Pero, receloso de la influencia de los grandes estudios, que consideraba demasiado conservadores,
Coppola junto a George Lucas —quien más tarde haría ‘La guerra de las galaxias’— formó su propia productora, American Zoetrope, en 1969. Un año después, colaboró en el guion de ‘Patton’ y ganó su primer premio de la Academia.
Su gran golpe cinematográfico vendría en 1972 y cambió la historia del cine: ‘El padrino’, una epopeya sobre la familia del crimen Corleone, adaptada de la exitosa novela de Mario Puzo. Rodar la película no fue fácil. Tuvo que luchar para ver su visión realizada y resistir la presión de las “Cinco Familias” de Nueva York, las principales bandas del crimen organizado, que querían eliminar las palabras “mafia” y “Cosa Nostra” del guion.
Casi todos los miembros del elenco se convirtieron en leyendas del cine: Marlon Brando, Al Pacino, Robert Duvall, James Caan y Diane Keaton. Inmortalizó, además, a John Cazale, el actor que pasó a la historia por dar vida a Fredo Corleone en las dos primeras entregas de la saga ‘El padrino’, quien murió poco después de cáncer. La primera cinta ganó tres Óscar, incluyendo los de mejor película, mejor actor para Brando, y mejor guion para Coppola y Puzo.
A este éxito le siguieron la cinta de suspenso psicológico ‘La conversación; (Palma de Oro en 1974) y ‘El padrino: parte II’, ganadora de seis Óscar, tres de ellos para el propio Coppola, incluido el de mejor película.
Fue entonces cuando decidió asumir el que sería su proyecto más difícil: ‘Apocalypse Now’, una reinvención de la novela de Joseph Conrad: ‘El corazón de las tinieblas’, a través del prisma de la guerra de Vietnam.
“El éxito de ‘El padrino’ se me subió a la cabeza como una ráfaga de perfume”, dijo Coppola a The New York Times en 1988. “Pensé que no podía salir nada mal”, confesó. Pero todo lo que pudo salir mal, salió peor.
Su gran apoyo: Eleanor Coppola
Hace algunos años, Francis, en una entrevista, habló del gran apoyo que significó su esposa, quien falleció en abril de este año. “Llevo más de 50 años casado y, aunque probablemente no hubo un solo año en el que no habláramos de divorciarnos -cosa que cualquier matrimonio honesto admitiría-, lo cierto es que ella fue testigo, a mi lado, de cosas bastante extraordinarias. Cuando estaba en Hollywood siguiendo mi carrera original para intentar ser guionista, no tenía contactos, ni familia que estuviera en el negocio del cine entonces. No tenía nada de dinero.
Todo lo que me pasó empezó de cero, y ella estaba casada conmigo en aquella época. Ella compartía el asombro de que yo realmente estuviera progresando como guionista profesional al principio, y finalmente como cineasta.
Nunca vaciló en apoyarme a mí y a mi carrera. Tuve mucha suerte. En una ocasión, entramos en bancarrota, pero, irónicamente, no fue por ‘Apocalypse Now’. Se trataba de ‘One From the Heart’, en la que una vez más tuvimos que negociar con el banco y se determinó que tenía que devolverles unos 25 millones de dólares”.
Los malogrados 238 días de rodaje de ‘Apocalypse Now’ en Filipinas se han convertido en leyenda cinematográfica, gran parte de ella recogida en ‘Hearts of Darkness’, el documental de George Hickenlooper sobre el rodaje de la película reconstruido a partir de imágenes entre bastidores filmadas por Eleanor, la esposa de Coppola, quien falleció el pasado 12 de abril, a los 87 años.
Los problemas de la película fueron legión. Coppola prescindió de su protagonista, Harvey Keitel, a las dos semanas de rodaje, y su sustituto, Martin Sheen, quien sufría de alcoholismo en ese momento, intentó atacarlo durante una toma y finalmente tuvo un ataque cardíaco.
El director sufrió un ataque epiléptico poco después. Los helicópteros que había alquilado al gobierno filipino desaparecieron repetidamente para ir a participar en combates reales, luchando contra una insurgencia en el sur del país. Los pilotos rara vez eran los mismos que en los ensayos y los helicópteros tenían que ser repintados dos veces al día para cambiar sus colores de americano a filipino.
Cuando Marlon Brando se presentó en el plató tenía sobrepeso y estaba mal preparado, incluso amenazó con suicidarse. Insistió en que su personaje debía llamarse Coronel Leighley, y Harrison Ford rodó escenas en las que se refería a él por ese nombre, que tuvieron que ser redobladas más tarde, cuando Brando se decidió tardíamente por el nombre de Kurtz.
Un tifón destruyó todas las escenografías y decorados. “Mi película no trata sobre Vietnam, es Vietnam”, dijo Coppola en ese momento.
Finalmente, invirtió US$16 millones de su propio dinero para terminar la película. Ganó una segunda Palma de Oro en el Festival de Cannes y la cinta obtuvo dos Óscar de las ocho nominaciones que recibió.
Pero a Cannes llegó sin la edición final. En 2019, en una entrevista con Deadline contó la razón: “Todos los días salía mucha publicidad negativa sobre los problemas que estábamos teniendo, y se decía que la película podría no estrenarse nunca. De hecho, incluso en Cannes había artículos en la prensa local -o quizá en una publicación británica- que desacreditaban totalmente la idea de que la película fuera a terminarse alguna vez, y que los problemas eran tan extraordinarios que no iba a cortarse. Me vi en la extraña situación de llevarla y proyectarla para intentar detener la publicidad que llevaba más de un año en marcha”.
La película estaba en mejor estado de lo que nadie sabía, ni siquiera Coppola. Así que este riesgo, no sólo funcionó, sino que ganaron la Palma de Oro.
“Fue una respuesta a mis plegarias. Al menos se dieron cuenta de que la película no era el desastre que se había pintado. Mi recuerdo es de alivio y esperanza, como un nuevo rayo de sol en un panorama muy sombrío”, dijo sobre esta película que es un referente al hablar de películas de guerra.
“Siempre pensé que la película antibelicista perfecta sería una historia en Irak sobre una familia que iba a casar a su hija, y diferentes parientes iban a venir a la boda. La gente se las arreglaría para venir, quizá habría algunos peligros, pero nadie volaría por los aires, nadie saldría herido. Bailarían en la boda. Eso sería una película antibélica. Una película antibelicista no puede glorificar la guerra, y podría decirse que ‘Apocalypse Now’ lo hace. Algunas secuencias se han utilizado para incitar a la gente a la guerra”, dijo en el portal Deadline, en el marco de los 40 años de la cinta.
Si bien pudo haber disfrutado de sus mayores éxitos en la década de 1970, siguió siendo una figura prominente y de referencia en el cine durante mucho tiempo.
En la década de los 80′s ayudó a presentar al mundo a una generación de actores jóvenes (Tom Cruise, Rob Lowe, Patrick Swayze) en ‘The Outsiders’.
Una década después hizo una versión ‘Drácula’, aplaudida por la crítica, y luego volvió a recurrir a los Corleone con ‘El padrino: parte III’.
Después de un período relativamente tranquilo en la década del 2000, durante la cual recibió un Óscar honorífico, volvió al desarrollo de su épica utópica ‘Megalópolis’, retrasada durante mucho tiempo.
Francis es quizás el miembro más venerado de una prolífica familia comprometida con la pantalla grande: su padre, su hermana, su hija Sofia y su hijo han trabajado en el mundo del espectáculo. De hecho, tres generaciones de Coppola —su padre compositor Carmine, él mismo, Sofia y su sobrino Nicolas Cage— son ganadores del Óscar.
Es tarea de los artistas “iluminar el mundo”, declaró en Cannes, donde recientemente presentó ‘Megalópolis’, película que narra la historia de un arquitecto ambicioso y visionario, obsesionado con reconstruir un Nueva York de aires imperiales, ante la oposición del alcalde, en un contexto de decadencia política y moral en Estados Unidos.
Preguntado en rueda de prensa por la situación política actual en su país,
Coppola aseguró que “hay un riesgo de perder la República”, como sucedió en la Roma clásica. “Hay una tendencia en el mundo, como si fuéramos hacia una nueva derecha, incluso fascismo. Pero mi impresión es que los políticos no son tan relevantes como se cree”.
El director estaba acompañado por buena parte de los actores de la película, como Adam Driver, que encarna al arquitecto, y que, reveló Coppola, le ayudó a editar el filme.
‘Megalópolis’, que inicialmente esperaba tener a Jude Law y Shia La Beouf en los papeles principales, es una producción de más de dos horas de duración, que necesitó décadas para salir adelante, y un presupuesto de unos 120 millones de dólares.
Mientras que algunos medios estadounidenses elogiaron la película, que mezcla política, filosofía, ciencia ficción o números musicales, la reacción de la crítica en Europa fue mayoritariamente hostil.
“Fue como (hacer) teatro experimental, y eso lo convirtió en algo rebelde y excitante”, aseguró Adam Driver.
El director invirtió buena parte de su fortuna en sacar adelante este proyecto, que cuenta con estrellas como Jon Voigt, Aubrey Plaza o Nathaniel Emmanuel. “El dinero no importa, lo que importa son los amigos”, expresó. Sus hijos Roman, presente en la rueda de prensa, y Sofia Coppola, directora de prestigio, “ya tienen magníficas carreras, sin necesidad de una fortuna”, aseguró.
Para ayudarse a pagar la producción, recurrió como lo había hecho para ‘Apocalypse Now’, a su propiedad Inglenook Winery, que consta de 280 acres de viñedos, una mansión victoriana de estilo Reina Ana y un magnífico castillo de piedra y hierro, que genera una producción de vino de lujo y que compró, aún no se explica cómo, con el dinero que ganó con El Padrino.
Es desde allí que el hombre de barba espesa y las gafas de montura gruesa que le caracterizaban, ahora sustituidas por una barba blanca y cuidada y, unas modernas gafas magnéticas que se abren en la nariz, pasa sus días, reeditando sus obras y soñando con las que le faltan.
The Guardian calificó la película de “megaaburrida”, mientras que el diario liberal español El Mundo tituló: “Coppola se estrella contra el cielo”.
Sin importar la respuesta o los resultados de taquilla, el director reveló que ya está trabajando en un nuevo proyecto.
Eso significaba arriesgarlo todo, pero hoy puede contemplar Inglenook, su carrera y su familia y saber que tiró los dados y ganó. “Nunca dejé que el hecho de no saber cómo hacer algo me impidiera intentarlo”, afirma.
“Siempre me he metido en esas situaciones porque eran emocionantes y me permitían hacer cosas maravillosas. ¿Acaso el objetivo de la vida es vivir una existencia normal, tranquila y moderadamente feliz? Quiero decir, sólo se tiene una vez”. Fin