Los últimos viajes que preparó Belisario Marín Montes fue una excursión de 11 días para papás, con salida el 26 de julio, a México Colonial y Cancún, que incluía una celebración en el rancho Tres Potrillos del cantante Vicente Fernández, y otra al este americano el 19 de agosto. Y el 18 de octubre tenía planeado acompañar a los viajeros del tour de 15 días a España y Portugal. Pero otro viaje imprevisto se le cruzó en el camino al hombre que le dio la vuelta al mundo siete veces y que le cumplió a cientos de personas, muchas de escasos recursos, el sueño de viajar en un avión y de conocer el mar.
“Acaba de partir la persona más grandiosa que pudimos conocer”, le dijo Diana Saavedra, una de las asesoras de su empresa a la periodista que le escribió para corroborar la muerte del empresario de turismo vallecaucano, dueño desde hace 43 años de la agencia de viajes Promotora de Turismo, conductor del programa Belisario por el Mundo, transmitido por Telepacífico, y propietario del Hotel Casa Turística de Silvia, Cauca, primer museo de artesanías del mundo.
El covid le arrebató la vida a Belisario, quien estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos del Centro Médico Imbanaco, y falleció de un paro respiratorio a las 9:55 a.m. del sábado después de haber luchado con fe y optimismo contra el virus al que tanto temió. Ese mismo día fue despedido en una ceremonia íntima con su familia, empleados y los amigos más íntimos. No quería ser cremado, por lo que fue sepultado en el Cementerio Metropolitano del Sur a las 5:00 p.m., junto a su amada mamá.
Oriundo de Caicedonia, Valle, había celebrado sus 66 años el 4 de febrero pasado —aunque solía decir que tenía 58, porque así se sentía—. “Todo fue tan rápido, el Gordo estaba lleno de vida, de energía, Belisario no sufría de nada. Hace tres años le comenzó una artritis y le empezaron a doler las rodillas, pero nunca sufrió del corazón, ni del colesterol, ni de triglicéridos; llevaba cuatro años tomando unas vitaminas alemanas a las que le tenía una fe enorme; era el hombre más fuerte, nunca se quejó de un dolor de cabeza, era el más positivo del mundo”, dice Rosy Echeverri, su esposa.
Cuenta que a ambos les dio el covid hace 15 días, “a mí me dio muy leve, a él con mucha tos y fiebre, eso le inflamó los pulmones. Salió de la casa caminando, pero se sentía alcanzado con la respiración por tanta tos y entró el lunes pasado a Imbanaco, en la noche lo pasaron a un cuarto y el miércoles ya estaba en una UCI entubado”.
Belisario, según su esposa, le tenía “terronera” al covid, “cuando pasaban las noticias en televisión, me apagaba el televisor y me decía ‘mija, no vea eso, que eso es muy fuerte y muy feo, qué horrible eso’. Solo tenía la primera dosis de la AstraZeneca porque inicialmente no se quería vacunar. Cuando falleció de covid Humberto Pava, su amigo, le dio muy duro, y se puso la primera dosis, la segunda le tocaba el 11 de julio”.
Ayudó a los chicos de la Macarena en el Meta y promocionó Caño Cristales. En 2003 fue elegido Colombiano Ejemplar por el diario El Colombiano.
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Pendiente, debido a la pandemia, quedó el viaje que tenía planeado hacer con su esposa y con su hijo para recorrer los pueblos de Italia. “Habíamos dicho que, si Dios quería, este año lo hacíamos. Una vez al año sacábamos unas vacaciones los tres y nos íbamos a un sitio que no conociéramos”, cuenta Rosy Echeverri, quien conoció a Belisario hace 32 años, en el Hotel Casa Turística de Silvia, Cauca. “Él amaba Cali y el Valle del Cauca, y los promovió turísticamente, trajo panameños, ecuatorianos, europeos, mucho turismo a esta tierra. También amaba Silvia, Cauca, donde hace 35 años compró esa casa que convirtió luego en un hotel museo. Allá nos conocimos hace 32 años, en las eliminatorias de Italia 90, yo tenía 21 años y me enseñó a ser una mujer fuerte, trabajadora y berraquita. Él amaba ese municipio y luchó mucho por promoverlo, por eso en Silvia le quieren hacer un mural al Gordo”. Para ella, su esposo era un apasionado por su trabajo, “de cualquier población que tuviera un atractivo turístico, tenía ideas, era impresionante su don”.
Últimamente estaba dedicado a luchar por su empresa, porque el sector del turismo fue uno de los más afectados. Montó muchos programas de turismo dentro de Colombia, pero llegó el Paro Nacional, y según su esposa, eso lo golpeó tanto que se le bajaron las defensas. “Habíamos iniciado en mayo con nuestras excursiones internacionales. Para este segundo semestre había montado un cronograma de excursiones. En octubre montó Puebliando por España y Visita a la Virgen en Portugal, para darle gracias porque el Gordo tenía una fe muy grande”.
No alcanzó a ver cumplidos algunos sueños, como “ver a su hijo gerenciando su empresa, algo que añoraba, y verlo casado, vio a su hija casada el año pasado. Le faltó conocer a sus nietos, aunque siempre decía en tono jocoso: ‘yo tan joven, mija, qué voy a ser abuelo’”, confiesa Rosy.
Para don Belisario la vida era “trabajo y lucha”, nunca le gustaron ni la lotería, ni los lujos, las etiquetas, ni las extravagancias. “Amaba a sus empleados, siempre les traía sandwich cubanos a todos, todo el tiempo regalaba plata, incluso había institucionalizado darles un monto en sus cumpleaños”, relata Rosy, quien describe su matrimonio como “el más bello, donde solo había amor y respeto por mí y por sus hijos. Tuve a un santo al lado mío, que me hizo muy feliz”.
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Nunca se quejó de un dolor, “yo le preguntaba, ‘¿Gordo, cómo amaneciste hoy?’ y él: ‘como un muñeco, mija’, siempre estaba ‘divinamente’ para todo el mundo. Desde que se despertaba tenía una sonrisa. Me cuidaba y me protegía impresionante, fueron 32 años al lado de mi Gordo, 32 años que viví con él, que me hice profesional a su lado, me dejó un hijo maravilloso, hermoso, Sebastián, y tenía una hija también bellísima, Lina. Heredaron su humildad, sencillez e inteligencia”.
Para la periodista Alexandra Delgado, otra palabra que lo definía era la creatividad. “La manera como contaba cualquier proyecto, por sencillo que fuera, estaba cargada de creatividad. Él te ponía a cantar el Himno Nacional o hacía que de una casa saliera Policarpa Salavarrieta. Se ingeniaba trayectos maravillosos a partir de la historia y lo que cada lugar representaba. Le daba risa de sus locuras, pero creía firmemente en ellas”.
Su confianza en sí mismo y empuje lo llevaron lejos. Llegó desde el norte del Valle a Cali sin un peso y con un título de bachiller. Se describía como “un hombre humilde que vende pasajitos en la Plaza de Cayzedo y que con lo que gana ¡se paga la cuota del carro y su almuerzo!”.
Ideaba estrategias de excursiones en algún restaurante sin pagar un peso, haciendo canjes. Con carisma y don de gentes, logró lo que se propuso. Sus primeros viajes a San Andrés los ofreció en buses repartiendo volantes, creó excursiones para quinceañeras y madres, armó promociones de fútbol desde Italia 90. Fue Promotor de Usuarios Campesinos del Ministerio de Agricultura y en 1970 fundó la Promotora de Turismo Belisario Marín.
“Aprendimos de él a nunca rendirnos y luchar cada día por nuestros sueños”, dice Diana Saavedra, asesora de ventas de la promotora. “Decía que los problemas se resuelven si se tiene actitud y se es positivo. Siempre estaba para nosotros, su empresa, su familia Nos enseñó a ayudar a las personas. Vamos a hacer lo imposible por sacar adelante su legado y que las personas cumplan sus sueños de viajar, que conozcan lo lindo de nuestro país y lo que tiene por ofrecer Cali y el Valle”.
Lina y Sebastián Marín son los hijos que deja Belisario Marín. Sebastián, su hijo con Rosi, era su mano derecha
en la Promotora de Turismo en Cali.
Visionario
Pilar Hung: “Belisario fue de las primeras personas que entrevisté cuando comencé a ejercer el periodismo en Radio Súper de Cali. Él estaba dándose a conocer por los viajes a San Andrés que organizaba. Siempre positivo, con una sonrisa en su rostro, incansable, generaba ideas a toda hora”.
“Era un visionario para los negocios y de las personas que mas le aportó al turismo en Colombia. Jamás perdió su sencillez. Se sentía orgulloso de su origen humilde y de lo que había logrado gracias a su tenacidad en el trabajo. Profundamente solidario. Me invitó como periodista a Argentina, México, Europa y Las Antillas”, agrega la periodista.