Por Isabel Peláez R., editora de Vé
Este actor caleño bogotanizado le ha prestado la piel a un sinnúmero de personajes, Pablo Escobar en Escobar El Patrón del Mal; Anestesia, el narco de El Cartel de los Sapos, Roberto Lozano en El Robo del Siglo, Hugo Chávez en El Comandante, Sergio Jadue en El Presidente, Gabriel en La Pasión de Gabriel. Sergio en La Siempre Viva y Frank Molina, un periodista alcohólico y bipolar en Los Iniciados. La gente lo admira por esos personajes. Pero el pasado sábado, en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura, Andrés Parra mudó esas pieles y desnudó sus miedos, sus complejos, sus dolores, la depresión y la adicción a la comida que combate a punta de pedalazos, meditación y sus nuevos roles de ‘standupero’ y escritor. Charla de tres momentos.
¿En qué momento surge la idea de hacer un stand up comedy, que en realidad es un stand up tragedy?
(Risas) Pues, marica, hace mucho tiempo yo quería hacer un stand up, pero no había encontrado el tema. En un momento pensé en hablar de la gordura, después dije, no, hablemos cómo ser actor en este país y empezaba pero me aburría, y dije esto no es por acá. Incluso me senté a escribir con el Primo Rojas, él me ayudó, eso fue hace como cinco años, pero tampoco.
Y hace como año y medio empecé a subir unos videos a Instagram y me di cuenta que tenían una repercusión bacana, que a la gente le interesaba el tema. Se acercaron de Penguim, la editorial, y me propusieron escribir un libro. Lo empecé a escribir el año pasado. Yo tenía como mucho susto, yo decía, pero si yo no sé ni hablar, y Gabriela, la editora, me decía: “Hágale, confíe, créame que sí”. Ella estaba pillando lo que estaba pasando con los videos. Empecé mi ejercicio de escritura, a contar mi vida, y el libro se convirtió más en la historia de mi depresión. He sido una persona con una tendencia a la depresión muy fuerte, es como una depresión heredada. Escribiendo el libro dije, esto sería un stand up también. Le dije a la editora: “Acuérdese que yo soy muy grosero, muy mal hablado, si no voy a poder decir groserías en el libro, prefiero no hacerlo”. Y con Santiago Molano presentamos unos monólogos, un experimento extraño y la gente que produjo ese espectáculo, me dijo: “Usted por qué no hace algo solo” y dije “listo”. Pensé que me iban a decir “cuando lo tengas escrito conversamos, y no, a los tres días me llamaron y dijeron ya cerramos tres teatros. Y yo “marica, pero es que no tengo nada escrito”, y el man “guevón, tiene dos meses”. Como ya tenía una rutina de escribir, me di cuenta de que el stand up es un resumen. El libro va a ser el stand up pero más a profundidad., sin límite de tiempo. Lo empecé a armar y fue la época en la que coincidí con Dante Gebel, él tiene una conferencia muy hermosa y conversamos, me dijo: “Hágale, no le dé miedo”. El stand up lo empecé a escribir un 1 de diciembre, en un vuelo de Orlando a Bogotá, viniendo de ver a Dante y lo sigo escribiendo. Ha sido muy lindo, porque ya van tres funciones han sido muy distintas, les agrego, y no sé cuándo lo termine de escribir.
¿Por qué tituló su stand up: ' Venga que sí es pa’ eso’?
Es una frase que me gusta mucho, tiene un doble sentido muy bacano y porque yo ya había abierto un canal de Youtube que se llamaba Venga que sí es Parra Eso, en el que yo estaba empezando a subir los videos de Instagram, pero ya llamarlo así me parecía demasiado, difícil de decir y le puse Venga que sí es pa’ eso.
¿Por qué es tan importante burlarnos de nosotros mismos?
Siento que cuando usted ya se puede burlar de una situación trágica es porque hay un camino recorrido importante de superación del trauma, cuando a usted todavía no le pueden ni siquiera nombrar el tema, hay un trabajo ahí que hay que hacer, porque se delica, se enoja, se deprime. Pero cuando usted ya se puede burlar, eso quiere decir que ese tema puntual ya ganó. Y el humor es tremendamente sanador.
¿Cuáles son sus miedos pendientes por superar?
Yo creo que mi gran trabajo es aprender a estar solo, a que realmente me deje de importar tanto el qué dirán los demás de mí, esta búsqueda compulsiva que tenemos de atención, de ser tenidos en cuenta, de ser amados. Aprender a amarnos, es en la ruta en que yo estoy, aprender a hacerme cargo de mi propia felicidad. No seguir con esa tula que le entrego a todas mis parejas para que se hagan cargo de mí, esa es una gran reflexión del show también. Mi gran karma ha sido la pareja y he avanzado muchísimo en entender que la pareja no está allí para hacerme feliz ni para sanar mis heridas, ni para hacerse cargo de mí, es la gran distorsión que tenemos del amor, pareciera que el papel del otro es venir a hacerse cargo de nosotros y por eso nos hemos inventado un montón de artilugios para garantizar esa presencia; por eso nos comprometemos, por eso nos casamos, tenemos mucho miedo a quedarnos solos.
Aseguró, al separarse de su esposa, que el matrimonio fue un maestro. ¿Por qué?
Yo creo que sí, baby, por lo siento que por lo menos en mi caso porque es donde más vulnerable estoy, y creo que la mayoría de gente. La pareja es un tema que no hemos logrado resolver. Pero siento que la raíz es esa, por lo convencidos que estamos de que si no tenemos pareja, estamos incompletos, nos falta un brazo y una pierna. Yo si creo que la pareja es un maestro muy bravo. Desafortunadamente, la labor de la pareja es mostrarle a usted todo lo que tiene por trabajar, todos los traumas que todavía tiene y no ha resuelto. Un celópata siempre va a tener una loca al lado para que se lo quite.
¿Dice que vivió una vida compleja, con mucho miedo, a través del dolor, ¿cómo ha logrado superarlo?
Con muchísima terapia, mucho dolor, el dolor también tiene una función fundamental y es hacerlo a uno parar y hacer silencio y mirar hacia dentro. Prueba y error. La medicina ancestral ha jugado un papel importantísimo en los últimos años, la meditación, el viaje hacia lo profundo de uno mismo, que es lo que le permite a uno empezarse a dar cuenta de qué lo hace sufrir y si la vida que usted está viviendo es la que quiere o es una herencia de sus papás, de sus abuelos, de sus amigos, de la sociedad. Pero esta es la salida, hay que dedicarle mucho tiempo al trabajo personal.
Para Andrés Parra “la actuación me ha permitido lograr minutos de absoluta presencia en el presente, que es donde yo actúo; deja mi cabeza de hablarme, y ese es el gran regalo. Pero el gran sanador fue este espectáculo (el stand up ‘Venga que sí es pa’ eso’)”.
Dice que ha vivido los “penosos” y los “horrorosos”, ¿cuáles son?
Nooo.... todo... mi cuerpo, haberme engordado, el divorcio, las tusas, tenía una pésima relación con la plata, era un ahorrador compulsivo, uno se hace la vida muy horrible, uno mismo.
¿La vida es dura o uno se la complica?
La vida es hermosa, lo duro es la reacción ante ella, la forma en la que usted toma las cosas si no se ajustan a lo que quería o esperaba. Pero la vida allá afuera es perfecta, el universo no se equivoca. Todo funciona como tiene que funcionar, y el único animal que se la complica es el ser humano, que usó la inteligencia en su propia contra, no la usó para vivir mejor, sino para vivir peor. Usted nunca ve un gato ni un perro o un animal estresado por las guevonadas que se estresa uno. El perro se estresa por cosas reales, pero si usted se fija, usted está el 90 % de su tiempo estresado por cosas que no pasaron o que no van a pasar.
¿Cómo fue su debut en el stand up?
(Risas) La pasé muy mal, con mucho dolor de cabeza, diarrea, estaba muy asustado, porque este es un show que escribí yo, no tiene director, el director soy yo, nunca lo presenté a un focus group, y nunca llamé a un standupero de los que admiro, a decirle “venga, aconséjeme”, nada, yo me le tiré al abismo a ver qué y mi gran miedo era ese. A mí puede que me dé mucha risa en la sala de la casa, pero jueputa, donde a la gente esto le parezca un bodrio, una mamera, un espectáculo aburrido, laargo, lento, yo tenía mucho miedo de eso, de que naciera muerto. Si nace vivo, ya estamos salvados.
¿Sigue luchando contra la adicción a la comida?
Yo tengo que tener un auto control diario, porque yo podría comer mucho más de lo que como. Yo me antojo de todo, a mí me gusta todo, y todo lo malo, el buñuelo, la almojábana, la hamburguesa, la pizza. No soy dulcero, afortunadamente, ni tomo trago. Eso es una ventaja. Lo he logrado con el deporte; tengo mis caídas, de repente me subo 6 kilos, pero ya me doy cuenta. Nunca más me permití cambiar de talla. Ya cuando veo que los pantalones no me están entrando, comienzo un régimen estricto y me mantengo allí. Y luego llega una noticia, tengo una ansiedad y de repente me voy a la mierda tres meses. yo creo que eso no se cura, se trata, pero no se cura. Todos los días, todo el día estoy pensando en comer. Habría que revisar el origen de eso. Pero yo creo que volver a pesar 120 kilos, como ya me pasó, ya no me pasa.
A no ser que el personaje te lo exija...
No lo haría tampoco.
Es un adicto a la bicicleta, ¿qué ha significado en su vida?
La ‘cicla’ cumple un papel de cuidado de mi salud mental, y si no es la cicla es el trote, y si no, la meditación, y si es todo el tiempo, mejor. A mí ya no me interesa bajar tiempos, ni quedar entre los primeros 100, eso ya se me quitó y ya entendí que la bicicleta me permite tener un mejor día, pase lo que pase.
Es su novia actual...
Es la gran amante y creo que ese un deporte que no voy a abandonar nunca, porque ya es un tema de salud mental.
Escuché que opta ya por relaciones abiertas, ¿qué se requiere para aceptarlas?
Lo chévere es que de entrada se lo digo desde la primera cita. Si usted va a abrir una relación, lo tiene que hacer desde el punto de vista espiritual. Si va a abrir una relación para poderse acostar con otras personas, mi consejo es “sígase acostando y que no lo cojan”. Evítese el problema. Es una decisión que debe partir desde el deseo de renunciar a la creencia de que el cuerpo del otro me pertenece. “Vamos a estar juntos, puedes acostarte con quien quieras, aunque yo, quizás no, hacemos acuerdos.
Hice todo el camino, de enterarme o no, de si lo sé antes o lo sé después, y encontré que no me interesa saber, pero si me llego a enterar, lo que sea que me produzca, de eso me hago cargo yo, no es motivo para terminar la relación. Con el tiempo me he dado cuenta de que al tener el permiso, ya no me dan ganas. A veces me da un ataque de arrechera, como ganas de irme a comer un buñuelo, y sé que no pongo en riesgo mi relación. Al final la pregunta no es con quién se acostó, sino ¿yo sigo siendo su mejor opción sentimentalmente? Y si no, uno se quita del juego.
¿Está listo para el poliamor?
No, no lo comprendo, ni lo busco. Lo mío es tenemos una relación abierta y si usted se antojó de una almojábana, échesela, pero protéjase. Es desde la espiritualidad a la renuncia a esa creencia maléfica, -que ha destruido relaciones maravillosas- de tu cuerpo es mío, tu mente es mía, tus sentimientos son míos, tú me perteneces. El ser humano debe ser económicamente y sexualmente independiente.
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El debut: Su primera vez como standupero
“Fue el 10 de febrero, en el Teatro ABC de Bogotá, y la gente salió loca. Te voy a hacer una confidencia, el show en ese momento lo estreno escrito hasta la mitad, la otra mitad era improvisada. La gente salió feliz y yo más feliz. Al día siguiente hubo otra función, con el mismo efecto, la gente sale muy contenta, muy revolcada, muy tocada, muy cuestionada.
Es un espectáculo de casi dos horas de duración.
No he recibido sino comentarios positivos. Se ríen, pero además salen haciéndose preguntas que no se habían hecho antes”.
“Ahora soy libre y estoy en práctica de dejar libre al otro, sea quien es usted; ahora, si su forma de ser no me sirve a mí, yo me voy, y ya. No hay que cambiar nada, no hay que hacer ningún acuerdo de nada, porque es que eso es como una pared que se va angostando poco a poco con los años, y cuando usted se viene a dar cuenta, usted está metido entre un cubito, está encerrado, usted no puede tener amigas, a usted le gustaba jugar fútbol, ya no puede, la separan de su familia; hacemos unas cosas el uno con el otro y después decimos “¿Y usted por qué está aburrida?”.
Eso piensa hoy en día Andrés Parra. Incluso, suelta este otro dato, en medio de esta conversación sincera y desparpajada que tuvimos, vía celular, con el hombre detrás del actor: “Hay gente que no nació para ser domesticada y hay otra que sí tiene alma de perrito, le encanta que le digan qué tiene que hacer y cómo se tiene que comportar. Pero hay almas, como la mía, que yo me di cuenta después, ‘parce, yo soy un animal silvestre, no sirvo para eso’, ¿qué hago?”.
Para finalizar, pretendiendo dejar lo trascendental de lado, y le pregunto por sus próximos proyectos, como por ejemplo, su más reciente personaje, Frank Molina, de la novela de Mario Mendoza, en Los Iniciados, pero, de nuevo confiesa que para ese momento, pasaba por uno de sus momentos existenciales más fuertes.
“Fue lindísimo, yo estaba roto por dentro, yo no sé cómo iba a filmar. Estaba pasando por el peor momento y Frank estaba igual. Tuve la suerte que Felipe (Juan Felipe Orozco), el director, me dijo: ‘Yo quiero que sea usted’ y le dije: ‘Uy, hermoso, porque no tengo nada para dar’. Y así quedó, no había que hacer nada, es que estábamos igual de llevados. Entonces simplemente entraba al set y era yo. Usted ve a Frank y era yo, así estaba yo”, se escucha en altavoz al hombre en reconstrucción.
Evito preguntarle por Pablo Escobar, ese personaje por el que aún muchos en Colombia y en el mundo lo reconocen, y que lo llevó a otro tipo de ansiedades y dolores, e indago por Anestesia, ese otro narco de El Cartel de los Sapos, una serie que repiten actualmente en televisión.
Su respuesta podría sorprender a un fan: “Yo te voy a ser súper sincero, yo no volví a ver noticieros, y yo no volví a ver televisión, entonces no tengo ni la menor idea. Yo rara vez me veo una serie, casi no prendo el televisor, yo veo Bluey y veo Los Hermanos Kratt, Spiderman, veo las cosas que ve mi hijo, entonces te puedo hablar de eso” (suelta una carcajada). No lo hace, según confesó, porque en su proceso de sanación, de autocuidado, se dio cuenta de que ver noticias lo alteraba muchísimo, tanto como estar en twitter o en facebook y TikTok lo distraía demasiado. Entonces cerró todas esas redes sociales y no volvió a ver noticieros, “porque es darse muy mala vida y porque en la vida real no hay nada que puedas hacer, y no vas a hacer nada tampoco. Entonces quedarme yo por la noche angustiado pensando en una bomba en yo no sé donde, yo decía, para qué me hago esto. El solo hecho de haber apagado la televisión para los noticieros, hizo que se apagara del todo. Nunca fui buen televidente tampoco, no me he visto Game of Thrones, me vi Breaking Bad a las patadas, me demoré como diez años acabándola. Soy malísimo televidente, yo no voy a cine, no voy a teatro, duermo mucho amiga, yo me la paso en mi casa comiendo (risas).
Le pregunto de nuevo por la actuación, por su habilidad de imitar diferentes acentos, y de nuevo, otro ataque de sinceridad: “Ya no lo hago y estoy alejándome cada vez más de esos proyectos, porque también llegué a un punto de mi vida en el que aplico a la ley del menor esfuerzo. A mí proyectos que ya me cuesten tanto trabajo, los rechazo. Yo no quiero trabajar tanto, yo quiero es estar rico. Y sí, me han hecho unas propuestas de unos personajes que yo digo: ‘Uich, y yo aprender a hablar mexicano bien, aprender a hablar otra vez... no, me da pereza. No quiero durar seis meses en esas. Eso para qué. “¿Qué papel sí aceptaría en este momento?”, insisto más como fan que como periodista, y vuelve a sorprenderme: “Un personaje al que sí le haría y que me parece hermoso, el último que yo hiciera, es Walter Mercado, me encanta. Sería el retiro ideal”.
¿Pero por qué está pensando en el retiro, si está muy joven?
Estoy pensando en el retiro, sí, estoy muy joven, pero yo quiero gozar la vida, hermana, mi trabajo es muy duro, yo tengo que estar clavado en un set de grabación 12 horas, que me las cuentan desde el momento en que llego hasta que me voy, súmele las otras horas del trancón, son tres; trabajo de lunes a sábado, cuatro meses, seis meses. Es un trabajo cansón. Me tengo que cambiar diez veces al día y repita escena. Y yo ahora digo ‘¿esto a mí sí me está haciendo feliz’? De pronto ya no tanto. Estoy en un plan ‘poquitas cosas que me gusten muchísimo’, sino me quedo en mi casa ya, prefiero montar en ‘bici’.
¿Y los hijos cómo están?
Entré en la etapa de mayor disfrute con Samuel, que ya tiene 5. Pero tuve momentos de él llorando en la cama y yo en el baño. Mi otro hijo ya tiene 22.