Catalina de Inglaterra, de 42 años, fue hospitalizada por sorpresa el pasado 16 de enero, para someterse a una operación en el abdomen, cuyos motivos se desconocen.
La princesa, quien no aparece en público desde el servicio religioso de Navidad, estuvo dos semanas en la clínica, donde fue visitada por su suegro, el rey Carlos III y su esposa Camila. Ante la insistencia de los medios sobre de qué se trataba la intervención, el Palacio de Buckingham, aseguró que “no se trata de un cáncer”.
Desde entonces, la futura reina del Reino Unido pasa su convalecencia en la casa familiar de Windsor, en el oeste de Londres. “La princesa de Gales es consciente del interés que suscitará esta declaración. Ella espera que el público entienda su deseo de mantener la mayor normalidad posible para sus hijos; y su deseo de que su información médica personal permanezca privada”, decía el comunicado inicial.
Sin embargo, al ser considerada como uno de los miembros de la realeza más populares en el Reino Unido, su ausencia, prevista hasta después de la Semana Santa, ha resultado “sospechosa” para los medios y los usuarios de las redes sociales, qué han planteado varias teorías sobre su paradero.
El martes, su esposo, el príncipe Guillermo, desistió a última hora a asistir a una ceremonia en memoria de su padrino, el rey Constantino de Grecia, por “razones personales”, según el anuncio.
Se esperaba que el príncipe leyera en la ceremonia, que finalmente fue presidida por la reina Camila, debido a que el monarca de los británicos, también se encuentra en incapacidad médica, a causa del tratamiento que está recibiendo contra el cáncer, del que se desconoce su naturaleza.
La disculpa de Guillermo, disparó las alarmas: “¿Está todo bien?”, titularon los tabloides al día siguiente. El palacio “no proporcionó más detalles, pero indicó que la princesa de Gales, está bien”.
Desde el anuncio de la cirugía, Guillermo redujo sus apariciones públicas y su presencia en actos oficiales debido a la convalecencia de su esposa y para ocuparse de sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis.
Solo ha cumplido con citas muy puntuales, entre ellas la ceremonia de los BAFTA, los premios del cine británico, el 18 de febrero.
¿Pero dónde está Kate?
Tras la insistente pregunta, el palacio de Kensington, que maneja directamente las comunicaciones de los príncipes de Gales, tuvo que poner un alto al torrente de versiones no confirmadas en torno al estado de salud de la princesa, de la que incluso se ha especulado que está grave y en coma, resultado de su operación.
El 29 de enero se anunció que Catalina dejó el centro médico, pero nunca se le vio salir en un carro oficial, como es costumbre, algo que echó leña al fuego de las teorías.
Frente a los rumores de gravedad, un representante del Palacio dijo a The Times que “Es una tontería total. La periodista española que dio la noticia no hizo ningún intento por verificar los hechos que mencionó, con nadie del staff (de Kensington). Es fundamentalmente, totalmente inventado, y usaré un inglés cortés aquí: no es el caso en absoluto”.
También se ha dicho que se hizo un procedimiento estético en su rostro, lo que argumentaría su deseo de no ser vista, ya que es normal que este tipo de cirugías dejen inflamación o morados.
Otra de las teorías indica que los príncipes están separados, como consecuencia de los rumores de infidelidad por parte de Guillermo, con su amiga Rose Hanbury, que circularon —con fotos incluidas— el año pasado. Al no poder soportar la traición, Kate, al mejor estilo de la princesa Charlene de Mónaco dos días antes de su boda, se habría dado a la fuga, con niños incluidos, ya que los nietos de Carlos III tampoco han sido vistos.
Hacen parte de la interminable lista de posibles explicaciones, un fallido corte de pelo, la donación de un riñón a su suegro, la enfermedad de Crohn, depresión, una caída y un golpe en la cara, e incluso la muerte.