Aunque Fernando José Gregorio Pernía Maldonado lleva el nombre de San José Gregorio Hernández —el venezolano llamado ‘el médico de los pobres’, que tenía poderes de sanación—, no es ningún santo. Él confiesa que peca de acelerado e impulsivo.

Nacido en Cúcuta, Norte de Santander, el 7 de mayo de 1970, se graduó a los 38 años después de haber pasado por 22 colegios, Pensó en quitarse la vida al morir su padre, estuvo vinculado a la política, celebró sus 45 años posando desnudo en las playas de Tolú. Se ha ganado carterazos en la calle por representar a villanos de la televisión como El Coloso de Jalisco en ‘La Hija del Mariachi’, el paramilitar Fidel Castaño en ‘Los Tres Caínes’, y el narcotraficante ‘El Titi’ en ‘Sin senos no hay paraíso’; estuvo en prisión por tener sexo en su carro cuando tenía 17 años, y hace pocas semanas, a sus 48 años, se enteró de la existencia de un hijo de 32 años, que vive en Palmira, fruto de un desliz de adolescente. Pero, como él dice, “un hijo siempre será una bendición”.

Tras comprobar su paternidad con una prueba de ADN que se practicaron en Cali, Pernía le dio la bienvenida a la familia a Diego Fernando Torres, el quinto de sus hijos con un collage de sus fotos en el que lo incluyó. Hizo la publicación en Instagram. Hablamos con el actor, quien cumple con una serie de presentaciones de ‘Sin senos no hay paraíso’ en las islas Galápagos.

¿Cómo llegó a la actuación?

A los 18 años, desorientado totalmente, se acababa de morir mi papá, que era mi héroe, y me vinculé a un taller de arte dramático. La actuación es como una droga. Estudié siete años y luego terminé en la portería de RCN pidiendo una oportunidad por más de tres meses hasta que se me dio. En 1988 actué en la novela ‘La Madre’ e inició mi carrera.

¿Qué hizo con los $25.000 que ganó en su primer trabajo como actor?

Lo primero que hice fue un extra de televisión en la telenovela ‘Mi única verdad’, donde me gané $25.000. Compraba pan, sardinas y gaseosa para alimentarme porque la condición económica no estaba muy bien.

¿Por qué le pusieron tres nombres? ¿Y quién le dice Fernando?

Me pusieron Fernando José Gregorio porque mi hermana Martha, que es mayor que yo dos años, nació especial. Mi madre me encargó a José Gregorio Hernández, al médico venezolano, al santo, y me pusieron José Gregorio. Luego mi papá dijo “no se lo tiren, pónganle Fernando José Gregorio” y me clavaron tres nombres.

¿Quién me dice Fernando?

Andrea Guzmán, con la que compartí en algún momento mi vida, y aún me dice así. Para ‘La Madre’, una novela en la que hice de Federico Suárez, la productora dijo: “Sus créditos quedan así: Margarita Rosa de Francisco, Luis Fernando Ardila, Andrea López, Verónica Orozco y Fernando Pernía, porque no creo que te vayas a llamar Gregorio” y le dije: “Ponme Gregorio Pernía”, desde ahí me llamé así, fue una bendición, gané cuatro premios.

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¿Cómo repercutió en su vida perder la figura paterna a temprana edad?

Mi papá era mi héroe. Fui el que lo cuidó en su cáncer, desde mis 7 años hasta los 18, lo afeitaba, le cocinaba, le cortaba las uñas, le cambiaba el pañal, pues tuvo cáncer en la próstata. Esa experiencia me sirvió para muchas cosas, entre ellas valorar a la familia.

Pasó por 22 colegios, ¿por qué tantos?

Por indisciplina, pero a los 38 años quise graduarme como bachiller y lo hice con 722 personas. Fue un momento bien bello en mi vida.

Hablando de grandes momentos, ¿cómo recibió la noticia de su hijo que apareció después de 30 años?

Me enteré de la existencia de mi hijo hace unos ocho días, y ¡al toro por los cuernos! Lo llamé inmediatamente y al otro día estaba en Cali haciéndome la prueba de ADN, salió positiva. Fue de una relación que tuve hace 30 y pico de años, lo que tiene él. Yo tenía 16 años y bien, 32 años sin saber de él, pues hay que iniciar una buena relación, con calma, serenidad.

¿Qué tiene Gregorio para haber seducido a Andrea Guzmán, Marcela Mar y Érika Rodríguez (su esposa)?

Me encantan la comida y el sexo, dos cosas primordiales en mi vida. Seduzco con la comida, soy buen cocinero.

¿Y qué lo seduce de una mujer?

Hace algunos años me seducían los ojos y los labios, hoy es su marco de referencia, su estructura, lo que piensa, su concepto de vida; me importa más que tenga principios, valores, ética; que sea preparada, guerrera, trabajadora, todo lo que son ustedes hoy en día me seduce, amor.

¿Cómo retomó ‘El Titi’ en ‘Sin Senos no hay Paraíso’, luego de tantos años?

La historia ya había empezado iba en el capítulo 21. Me quedé esperando a Gustavo Bolívar cinco horas en el parqueadero para decirle que ‘El Titi’ no había muerto, pero me dijo que la serie había empezado, que era muy difícil retomarlo. Le mandé 25 fotos durante 25 días sin decirle “buenos días” ni “buenas tardes” y me llamó y me dijo: “Mire, hermano, ya no me joda más, ya le escribí ese personaje”. Es una muestra de que el que persevera alcanza, el que canaliza y ejecuta también puede accionar.

¿En la política perseveró y alcanzó?

La política es peor que el narcotráfico, prefiero ni hablar de ella, no tengo buenas experiencias. Cuando la política sea para servir y no para robar, creo que la cosa será diferente en este país y en cualquier parte del mundo.

Con ‘El Coloso de Jalisco’ insistió mucho en el casting hasta que lo obtuvo, ¿en qué se inspiró?

Pasé por más de siete audiciones para ‘La hija del mariachi’, porque no me querían ahí. Trabajamos 18 meses, fue una novela agotadora, la mayoría de escenas se hicieron de noche. Pero me dio a conocer, gané cuatro premios, hicimos más de 65 presentaciones. Saqué rasgos de personajes de la tauromaquia, los cuales son muy altivos.

Ha hecho de detective, de policía, de paramilitar, de narcotraficante, de pescador, de sacerdote, ¿a qué papel no se le mide?

El actor debe pararse en cualquier plaza, como los toreros, la actuación es un trabajo y es uno quien lo dignifica. Si me ponen a hacer de bobo, de médico, de psicólogo, de lo que sea, asumo el personaje, lo respeto y lo desarrollo.

¿Por su carácter frentero ha ganado muchos enemigos?

La gente a veces tiene otro concepto de ti, eso hace que se tengan conflictos, pero cuando le conocen a uno el alma, la esencia, sin máscaras, sin filtro, es otra cosa.