Guerrero. Esa sería la forma adecuada de describir a Mario Hernández, creador y propietario de una marca que lleva su mismo nombre y que ha enamorado a sus compradores con sus diseños innovadores, coloridos y versátiles.

Para el empresario, nacido el 31 de octubre de 1941 en Capitanejo, Santander, sus inicios como negociante se remontan a la época de la infancia, cuando con nueve años hacía ringletes con papel brillante, los ponía en un palo de escoba y salia junto con sus hermanos a venderlos por el estadio el Campín.

“La vida es una oportunidad y tenemos que aprovecharla”, es su lema, por eso constantemente trata de ver el lado amable de la vida, las cosas positivas que acarrea cada experiencia, para no hundirse en las lamentaciones y las quejas que le parece que son corrosivas.

Para Hernández el fracaso solo es una escuelas más de la vida, donde lo que se aprende hay que aplicarlo.

“No hay mal que por bien no venga”, dice el empresario, quien a los 7 años de edad tuvo que salir junto a su familia de Santander, a causa de la violencia, y fue uno de los desplazados que llegó a Bogotá. “Pero si no hubiera llegado a la capital, seguramente no tendría mi empresa”, apunta.

La muerte de su padre, cuando él tenía 10 años, también la toma como un momento de aprendizaje, clave en su vida, ya que lo ayudó a crecer y a convertirse en la persona que es hoy.

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Para Mario tanto la partida de Santander como la pérdida de su padre fueron sus primeros MBA (Master of Business Administration), ya que, siendo el mayor de sus cuatro hermanos, se veía a sí mismo con la obligación de ayudar en la casa como pudiera. Es así como en 1956, cuando tenía 14 años, empezó a trabajar como mensajero.

“Si lo piensas bien yo era como el Rappi de la época. Los 24 de diciembre me podían dar las 12 de la noche repartiendo vestidos, pero eso a mí no me importaba, porque me daban una propina y también porque esos recuerdos para mí hoy pertenecen a los inicios de mi vida”, cuenta.

En esos años Mario ganaba 40 pesos al mes y con eso ayudaba económicamente en la casa, tenía plata para poder comer y para poder vestirse. Esa etapa de su vida le enseñó la importancia de cuidar el dinero, “porque la plata hay que cuidarlo y luego hay que invertirlo”.

En efecto esos fueron los principios que siguió para, según él, conseguir los recursos con los cuales montó su negocio: primero, no gastar más de lo que se ganaba y segundo cuidar el dinero y luego invertir todas las utilidades en la empresa, para así verla a crecer.

“Hay que pensar siempre en el negocio, buscar estar constantemente actualizados y a la moda, en especial en estos tiempos que el mundo está más unido y parece uno. Yo por mi parte trabajo 24 horas al día todos los 365 días del año, constantemente reflexionando y reinventando la marca, también cuando viajo, siempre observo y analizo lo que me rodea para ver lo que la gente usa, lo que la gente quiere y qué hay de diferente en cada país, para poder ofrecer algo innovador en mis productos”, dice el empresario.

Una de esas grandes ideas que nació viendo el ambiente fueron las mariposas, una colección que para Mario Hernández es la más arriesgada que ha hecho, pero según él “uno tiene que arriesgarse para salir adelante; muchas apuestas no me resultan como las tenía pensadas, pero realmente eso no importa, porque no todo funciona en esta vida y de cada caída uno aprende. Imagínese que Henry Ford no se hubiera arriesgado a sacar el carro por miedo a fracasar o que Steve Jobs no tomara la iniciativa de hacer computadores para el hogar, ¿dónde estaríamos ahora?”.

Las mariposas salieron al mercado hace unos 20 o 30 años y aún hoy se encuentran a la venta y son producidas un cuero italiano hecho a mano de alta calidad y con una variedad de colores impactante, que en Mario Hernández diversifican constantemente.

En la actualidad estos insectos alados y delicados son un ícono de la marca y a veces son erroneamente etiquetadas como el logo de la misma, pero Hernández aclara que el verdadero logo de su empresa es un unicornio, con el que quisieron representar el lujo y el buen amigo.

Mario Hernández para rato

Innovar es la meta empresarial de Hernández, no quedarse encasillado en los estándares ni en lo común, como cuando decidió poner colores a sus bolos u obras de arte. Por el momento su gran compromiso es sostener este emporio que ha construido, mejorarlo cada día y creando nuevos puestos de trabajo, para dar más oportunidades a los colombianos y ayudar a construir un mejor país.

“Muchos creen que la solución es irse de este país, cuando la verdad ese es el peor error de todos. Yo el consejo que siempre les doy a mis hijos es que deben ser honestos, transparentes, humildes y colaborar para construir un mejor país, trabajar en equipo, porque en esta vida uno no está solo”, comenta Hernández, a quien se le quedó marcada la frase: “En esta vida la plata no es lo importante, lo esencial es lo que uno ha construido y lo que se va a dejar a los demás”.

La meta individual de Mario Hernández es ser amable y feliz. “No tengo problemas familiares, ni de salud, hago lo que me gusta, trabajo en lo que me gusta, apoyo al país a mis empleados y esa es la satisfacción que tengo”, dice.

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Referente de emprendimiento

Mario Hernández creó una marca de alta calidad, que la gente percibe como una marroquinería de clase y que brinda estatus.

Eso, para la editora de moda Catherine Villota, es “lo que hace única a la marca Mario Hernández, porque lograr esa percepción en el público. lo que es muy valioso y es el distintivo sobre la competencia”.

Para ella Mario Hernández marcó un punto de quiebre en la moda colombiana, principalmente “porque él entiende la moda como una empresa generadora de empleo”, además tiene un sello distintivo: las mariposas, que son su insignia y eso lo hace reconocible y valioso “ya que denota que la persona que tenga un producto con ese diseño, tiene algo de calidad”, explica Villota.

La marca tiene reconocimiento nacional e internacional y compite con firmas europeas, lo que lo hace un producto de orgullo colombiano, además de ser una empresa que se ha creado con paciencia y perseverancia, “no fue solo un chispazo”, aclara ella.

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Para Álvaro Camargo, gerente general de la empresa, el éxito de la marca también es por el dueño, Mario Hernández, quien es de admirar por la historia de vida que tiene. “Se convirtió en referente de emprendimiento en el país”.

Camargo siempre resalta de Mario que “asume los grande problemas con tranquilidad, pero que se preocupa por el detalle más mínimo”.

“El que no arriesga no gana”

Mario es un hombre innovador y de familia, que considera como su mayor éxito el estar en constante actualización junto con su empresa y el tener un buen ambiente familiar, que es el sitio al cual puede volver después de cada día de trabajo.

¿Por qué entrar al mundo virtual y ser tan activo en Instagram?

Toda la vida nos hemos reinventado, pasamos de las velas al bombillo, de los caballos a los carros y a los aviones. Hoy en día, el mundo es uno solo así se tenga pasaporte o no, porque con los tratados de libre comercio que tenemos llega mercancía y productos de todo el mundo. Entonces, si los empresarios locales no nos actualizamos y no somos competitivos saldremos del mercado, por eso llegamos a lo digital. Los centros comerciales se están acabando, la gente ya no tiene tiempo de ir a comprar, los jóvenes ya buscan por Internet. Debemos estar actualizados frente a la moda que está usando la gente y a todas las estrategias para llegarle al público.

¿Cómo interpreta usted lo que está pasando en Colombia?

Lo que pasa es que la gente está aburrida del mundo político. Los políticos están gobernando solo para un grupo y no para una comunidad. Hoy en día con la globalización la gente está pensando más. Eso pasó con la Revolución Francesa, eso ha pasado toda la vida.
Miren lo que pasó en Chile, lo que está pasando en todas partes, si los políticos no cambian su forma de ser, en esta sociedad que se tiene que estar reinventando, vamos a tener problemas. Esto es un resultado de la política del mundo, hay que analizar qué tan preparados están los políticos nuestros para competir y reinventarse. Quieren llegar a un cargo y no están preparados. Debemos tener gente profesional en todas las áreas.

¿Cómo maneja su vida personal para encontrar una estabilidad que le permita arriesgarse?

Bueno, me he casado dos veces. Mi gran éxito es que las dos señoras se saludan y los tres hijos también, como si fueran de la misma madre. Ese es mi éxito más grande.

¿Cómo hizo para conquistar a esas dos mujeres?

A una la enamoré, luego me liquidó porque decía que yo trasnochaba y soñaba mucho. Luego duré nueve años soltero y con la que es mi esposa actual, con la que llevo 32 años, fue ella la que me conquistó, como hacen todas las mujeres, para montarme el negocio. Uno piensa de hombre que uno las conquista, pero no, ellas le echan el ojo a uno...

¿Cómo le va con el mundo de la tecnología?

A mí la tecnología me muerde, porque me cogió en una época que ni es chicha ni limonada. Pero traigo gente joven que conoce, tengo un gerente joven y yo acepto sus propuestas y me arriesgo, porque en la vida me he arriesgado. El que no arriesga no gana.