Corría diciembre de 1997 y el mundo entero esperaba con entusiasmo el estreno en cines de Titanic, una película que prometía atrapar, sorprender y conmover a las audiencias con una historia de amor en el contexto de una de las tragedias más recordadas del siglo XX: el hundimiento del Titanic.
Sin duda, la promesa se cumplió, pero lo que el mundo entero nunca imaginó es que aquel film dirigido por el reconocido realizador James Cameron y protagonizado por dos jóvenes actores en ascenso llamados Leonardo Di Caprio y Kate Winslet se convertiría en un auténtico fenómeno cultural colmado de momentos icónicos que permanecerían en el imaginario popular por siempre.
Titanic conquistó a los espectadores y a la crítica por igual, batiendo todos los récords de taquilla a nivel global, alzándose con once Premios Oscar —incluyendo mejor película, mejor director y mejor canción original para la inolvidable “My Heart Will Go On” de Celine Dion— y convirtiendo a Di Caprio y Winslet en auténticas estrellas de Hollywood.
Develamos cinco datos poco conocidos sobre el detrás de cámara de esta inolvidable historia.
Dos expertos en la historia del Titanic (real) participaron en la película
James Cameron supo desde un principio que el proyecto debía estar guiado por una reconstrucción lo más auténtica posible del mítico barco declarado “insumergible” que zarpó desde Southampton, Inglaterra con destino a la ciudad de Nueva York y llevó a la muerte a más de 1.500 personas en las aguas heladas del Atlántico Norte en las primeras horas del 15 de abril de 1912.
Para lograrlo, convocó a los dos grandes expertos en la historia del Titanic, Don Lynch y Ken Marschall, autores del reconocido libro “Titanic: una historia ilustrada”. A lo largo de décadas, Lynch investigó exhaustivamente la historia del barco, conversando extensamente con sobrevivientes de la tragedia y familiares de las víctimas. Marschall, por su parte, es considerado el dibujante principal del Titanic, autor de retratos sumamente realistas del barco que son aclamados internacionalmente por su precisión y maestría.
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Misión Imposible en el fondo del océano
Para Cameron, era indispensable incluir en la película imágenes de los restos reales del Titanic, hallados en dos grandes piezas en 1995. Para eso, se aventuró junto a su equipo al lugar de descanso final del barco, aproximadamente a 640 kilómetros de la costa de Newfoundland, Canadá y cinco kilómetros bajo la superficie del océano.
La misión, sin embargo, requería de esfuerzos nunca antes vistos en una producción cinematográfica. Los cineastas alquilaron un barco científico ruso que albergaba dos de los cinco sumergibles tripulados capaces de alcanzar las profundidades requeridas. El hermano de Cameron, Michael Cameron, fue reclutado para lidiar con los distintos obstáculos tecnológicos que se interponían entre Jim y su visión, como las temperaturas bajo cero, los requerimientos de iluminación y la fuerza aplastante del agua capaz de implosionar cualquier carcasa de cámara normal.
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La musa para Rose
En la película, el personaje de Rose en el presente es interpretado por la actriz Gloria Stuart, que al momento del rodaje tenía 87 años. Para dar vida a Rose anciana, Cameron se inspiró en la artista californiana Beatrice Wood, reconocida internacionalmente por su frescura y su energía incansable. Siguiendo la recomendación del actor Bill Paxton, quien interpreta el personaje de Brock Lovett, Cameron entrevistó a la artista que en ese entonces tenía 102 años. “Al igual que Beatrice, Rose es una mujer que sobrevivió. Ella supo lo que quería a una edad muy temprana. No quería el tipo de vida que su madre tenía en mente para ella”, comentó Stuart.
Una réplica del barco
Las secuencias de 1912 del barco se grabaron en el estado mexicano de Baja California, donde se construyó el set de filmación exterior del Titanic. El tamaño casi completo era de 236 metros de largo y contaba con un tanque de agua de mar de casi tres hectáreas con 17 millones de galones de agua.
“Ningún sitio existente en el mundo podría contener la escala de nuestra producción y las instalaciones auxiliares que se requirieron para filmar las escenas que imaginó Jim Cameron”, dice Jon Landau, productor del filme. "Para respaldar el alcance de la película y poder facilitar la producción tanto interior como exterior, fue más eficiente construirlo todo a la medida en un solo lugar", cuenta el productor, colaborador de larga data de Cameron.
El espacio albergaba lo necesario para cumplir con todos los requisitos de producción del film, incluyendo un segundo tanque de agua interior de 5 millones de galones alojado en un escenario de sonido y tres sets tradicionales. El estudio también incluía oficinas de producción, almacenamiento de escenarios y accesorios, un edificio eléctrico, talleres de soldadura y fabricación, camerinos y numerosas estructuras auxiliares de apoyo.
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Expertos en etiqueta
Además de contar con un vestuario de época extraordinario y recibir coaching vocal para lograr los distintos acentos de los diversos personajes del film, el elenco trabajó estrechamente con un equipo de expertos en protocolo y costumbres de la época para adoptar las maneras de hacer de las distintas clases sociales de principios del siglo XX, y desprenderse de los comportamientos contemporáneos.
La producción reclutó a la coreógrafa y entrenadora de etiqueta Lynne Hockney para asegurarse de que los actores representaran los modales y costumbres del comportamiento de la época con un alto grado de precisión. “El período eduardiano produjo cientos de manuales de etiqueta. Especialmente para la clase alta, fue un momento sofocante. Desde su ropa hasta su lenguaje corporal y su conversación, había reglas estrictas a seguir”, cuenta Hockney. A su vez, el historiador naval Kit Bonner supervisó el protocolo a bordo para los oficiales y la tripulación.