El pasado sábado el público de la premiere de Cine Colombia en Chipichape fue inusual, algunos eran sordos y otros, familia oyente de personas con discapacidad auditiva o pérdida de audición. Disfrutaron de esta película, que tiene varios momentos musicales, a través de los subtítulos, de las vibraciones del sonido y del lenguaje de señas que emplea la protagonista oyente para comunicarse con sus padres sordos, aunque sus códigos varían entre un país y otro, como me lo explicaron después de la función.
‘Coda. Señales del corazón’, con guion y dirección de Sian Heder, es un remake de ‘La Familia Bélier’ y actualmente está en cartelera en cines. Cuenta la historia de los Rossi, una familia culturalmente sorda, cuya hija menor, Ruby (Emilia Jones), de 17 años, es el único miembro oyente. Ella ayuda a sus padres y a su hermano sordos en el negocio de la pesca, haciendo las veces de mediadora e intérprete entre su familia y la comunidad.
En su colegio Ruby se une al club del coro, dirigido por el maestro Bernardo Villalobos (Eugenio Derbez), quien la anima a considerar la posibilidad de aspirar a una beca en Berklee College of Music y ella debe decidir entre cumplir su sueño o seguir ayudando a su familia, que pasa por dificultades económicas.
Cabe destacar que para muchas personas sordas o con dificultad para escuchar, el hecho de ser sordos es una identidad cultural. Pero además, la cultura de la sordera incluye escuchar a las personas que son CODA’s, que por sus siglas en inglés significa Children Of Deaf Adult y que en español traduce ‘Hijos de Padres Sordos’ e intérpretes y personas que tienen dificultad para escuchar que se identifican como sordos.
En Cali hay alrededor de 2000 personas sordas y con dificultades auditivas y en Colombia se estima que son aproximadamente 700.000, asegura uno de los espectadores que asistió a la premiere de ‘Coda’: Jorge Andrés Tobón Villarreal, de 26 años, quien es intérprete de lengua de señas y fonoaudiólogo.
Él es una versión masculina de la protagonista de la película en la vida real: “Tengo mamá, papá, madrastra y padrastro sordos. Esta historia muestra experiencias reales, que nos pasan a los hijos de padres sordos”. Al igual que Ruby, muchas veces cuando él estudiaba en casa, sus padres, que generan bastante ruido cuando ponen los platos en la mesa o le suben todo el volumen al televisor para escuchar las vibraciones, impedían que se concentrara en sus tareas.
También como Ruby, Jorge Andrés ha tenido que sacrificar su tiempo, que debería emplear en sus estudios o diversión, acompañando a sus padres en sus citas. Aunque tiene una hermana oyente, ella es menor, y la responsabilidad de acompañamiento a sus papás recae en él. “Maduré muy rápido. Salía del colegio y tenía que ir a hacer vueltas con mis papás, acompañarlos al banco, a la iglesia; uno deja un poco de lado su propia vida”.
Al igual que la protagonista de ‘Coda’, se ha sentido excluido por los no oyentes, “cuando estábamos en público, les decía papás que no movieran mucho las manos, para que los demás no estuvieran pendientes de nosotros, mirándonos como bichos raros”. En sus primeros años de vida, no era muy consciente del factor diferenciador de su familia, “al entrar al colegio me di cuenta de que no podía llamarlos al teléfono a contarles algo, que debía esperar a llegar a casa para comunicarnos. Después de la adolescencia empecé a sentirme orgulloso de esa identidad que diferenciaba a mi familia de la de mis amigos. El regalo más grande que le deja a uno la vida es mediar entre dos culturas, la del oyentismo y la cultura sorda”, dice el joven, quien se convirtió en fonoaudiólogo para seguir ayudando a otros. “Muchos autores dicen que la lengua de señas es la primera lengua de los Coda, porque es el contacto próximo inicial que tengo con mi entorno. Tuve qué aprender qué decían mis padres a través de sus expresiones faciales y generar un código casero, que son las señas básicas en casa, unos acuerdos lingüísticos para darnos a entender”, relata Jorge, quien sintió lo mismo que Ruby cuando tuvo un sueño propio.
El mejor regalo que podemos darle a la comunidad sorda, es aprender lo básico del lenguaje de señas. Y sino, esforzarnos por tratar de entenderlos y comunicarnos por gestos”. Jorge Andrés Tobón Villareal, fonoaudiólogo.
“A veces uno debe dejar a un lado los propósitos de vida, para acompañarlos a ellos en sus sueños. Hay días que llego a mi casa con esa frustración de no poder enfocarme en lo que necesito, para centrarme en lo que ellos desean. Ruby dice que se quiere ir a estudiar música, pero no lo puede hacer porque tiene muchas responsabilidades acompañando a sus padres, eso pensaba yo cuando mis papás pusieron un negocio de jugos de naranjas y yo estaba en la universidad, me tocaba acompañarlos a todo, pero a uno le toca tener paciencia y resolver”, anota.
Teniendo a Nathalie Fajardo en calidad de intérprete de lengua de señas colombiana-español, en el foro final, otros espectadores dieron sus opiniones sobre la película. Una contó que ella y su esposo son sordos, pero tienen un hijo oyente, que al igual que Ruby se comunica con ellos a través de sus propios códigos de señas. Otro relató que él y su hermano son sordos, pero de padres y hermana oyentes. Para él “no es sano que el miembro de una familia deje de tener su propia vida por la dependencia que crean los demás de él”.
Una escena memorable de la película muestra a los padres sordos en el concierto de su hija y mientras ella canta, para ellos solo hay silencio, solo pueden entender a través de los gestos del público lo que ella les transmite. En otro momento estelar de ‘Coda’, en la audición en Berklee, Ruby canta ante el jurado, mientras hace la interpretación de su canción con lenguaje de señas para sus padres. “No podemos escuchar la música, no la sentimos igual que las personas oyentes, no sentimos esa misma emoción que fluye a través de los sentidos. Pero cuando lo vemos en lengua de señas, nos emociona. Tenemos una barrera en lo auditivo, pero no en lo visual. Por eso todos debemos pensar qué necesitamos cada una de las personas de una comunidad como la sorda, para que disfrutemos en igualdad de condiciones de las mismas cosas”, dijo otro espectador desde su propio lenguaje, el del silencio.
Otras opiniones reflexión
- Para Jorge Andrés esta película lleva a reflexionar al espectador que “hay familias diversas y esa es la riqueza que tenemos como comunidad, no solo existe la familia oyente, sino que empecemos a comprender que también hay familia afro, con miembros Lgtbi, con papás o hijos con discapacidades y cada una tienen experiencias distintas que nos enriquecen como seres humanos, hay que ser empáticos y pensar cómo funciona el otro, cómo hacer para relacionarnos y permitirnos conocer esas experiencias que nos van a servir mucho en nuestras vidas”
- “Mi esposo y yo somos oyentes y nuestro hija es sorda. Y Para nosotros ha sido muy difícil porque desafortunadamente aquí en Cali en los colegios no hay inclusión, encontramos el Santa Librada que ha sido para nosotros una bendición, porque allí sí se incluye el aprendizaje del lenguaje de señas. Y a sus 16 años ya lo está aprendiendo”, dijo otra señora del público.
- En Cali, colegios como Santa Librada y José María Carbonel tienen cursos de lenguaje de señas, que facilitan la inclusión de los niños y jóvenes de la comunidad sorda.