De los 7 años que la chocoana Nía Murillo lleva como empresaria de moda étnica, 6 años consecutivos ha participado en la Muestra de la Industria Cultural del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que se exhibe en la Unidad Deportiva Alberto Galindo (contigua al Coliseo El Pueblo). Eso ha hecho que ya la conozcan en varias partes del mundo.

“Por esa plataforma pasa mucha gente, especialmente extranjera, que le gusta conocer e impulsar nuestro trabajo. Económicamente el Petronio es muy buena vitrina. Me han contactado personas de Brasil, España, Estados Unidos e Indonesia, para que les confecciones prendas y accesorios étnicos”, dice esta diseñadora, que tiene una clienta fiel, la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, quien ama sus collares.

Nía diseña prendas en telas provenientes de Tanzania, Kenia y El Congo. Dice que cada una tiene un significado distinto, según el color y el estampado. Y si se trata de turbantes, estos también cambian de connotación dependiendo de la forma en que vaya puesto este tocado.

Cuenta ella que la historia del turbante data de 6000 años atrás. En época de esclavitud, las amas comenzaron a decirle a sus esclavas que se cubrieran el cabello porque resultaban muy llamativas para sus esposos. Desde ese momento empezaron a usar dicho tocado que cubría su ensortijado pelo de las miradas lascivas de sus amos.

Después la mujer negra se apropió del turbante y comenzó a utilizarlo para su conveniencia. Debajo de este accesorio —que de paso las protegía del sol mientras labraban la tierra— llevaban, además de su pelo, semillas y oro. Con el paso del tiempo, el turbante tomó una connotación más cultural entre los afrodescendientes. En las tribus se descifraron sus significados, dependiendo su posición y estampado.

Cada tela, dice Nía, cuenta una historia y tiene un significado. Algunas, dependiendo de su colorido y su estampado, protegen a quien las lleva de las malas energías. Para atraer el amor son ideales los tonos rosa, rojos y magenta. A Nía las clientas le dicen: “Vos sabés que soy soltera, ¿qué tela me recomendás?”, y les diseña prendas con flores, corazones y símbolos que otro mortal no descifra a simple vista.

La chocoana trabaja con telas tradicionales africanas como el Quente. “Anteriormente se elaboraba en hilos de oro y solamente la utilizaban el rey o la reina. Hoy en día se le da un uso más comercial, se trabaja en algodón y se pueden encontrar más de 350 estampaciones de esta”, afirma Nía.

Recuerda que con 12 años ya se ponía turbantes, costumbre que mantuvo hasta su época de estudiante de Diseño de Moda en la Academia de Dibujo Profesional: “Mi mamá me decía: ‘¿Por qué te ponés esos trapos en la cabeza?” y ella respondía que era “un llamado”. Le decían Piedad Córdoba, hoy la reconocen más allá de las fronteras como Nía Murillo y su pequeña hija ya luce sus trajes y turbantes.

¿Cómo elaborar un turbante?

1. Busque una tela llamativa, el tamaño ideal es de 50 cms de ancho con 1,20 o 1,50 de largo), póngala en la mitad, por detrás de la cabeza.

2. Doble dos centímetros de la tela hacia adentro.
3. Coja las puntas de la tela enfrente de la cara.

4. Haga un primer nudo con la tela.
5. Haga otro nudo y esta vez deje por fuera una de las puntas.

6. Haga otro nudo y deje por fuera otra de las puntas
7- Luego las puntas empiece a amarrarlas y vaya dándole forma al turbante (en la foto, en forma de rosa y puesto al lado izquierdo).

Para tener en cuenta

Los turbantes pueden alargar el rostro, pero también redondearlo.

Los tradicionales no son para todo tipo de rostro, porque cubren la parte frontal y hacen que la cara se vea muy redonda.

El turbante Nefertiti es conveniente para rostros muy redondos.
Un turbante elaborado con telas nacionales puede costar de $15.000 a $20.000 y con telas africanas sus precios oscilan entre $45.00 y $50.000.

El turbante y sus símbolos

Si usted se pone un turbante del lado derecho, está avisando que es una mujer comprometida; si está del lado izquierdo, es que es soltera y cualquier hombre puede coquetearle; si es de frente significa empoderamiento. Entre más grande sea este, mayor es la posición social de quien lo lleva. Los estampados como tal hablan mucho de lo que es la posición social y el estado de ánimo de la persona que luce la pieza.

La máxima cantidad de tela que se puede utilizar en un turbante es de cinco metros y son infinitas las formas en las que se puede anudar.

Por otra parte, las trenzas, otro símbolo étnico, fueron la ruta a la libertad, en ellas se armaban figuras y se avisaba a los esclavos por dónde no se podía pasar porque estaban las tropas. Al pasar la esclavitud, este peinado adquirió un sentido estético.