Este es el tema central del libro que acaban de lanzar la psicóloga y coach de relaciones, Mabel Rojas Vélez, y el comunicador social y especialista en educación, Óscar Armando Marmolejo Quitián.
Con un particular título que alude a dos órganos del cuerpo femenino y masculino, la obra ‘Falopio y el escroto’, si bien no habla exclusivamente de relaciones conyugales, sí cuenta anécdotas de parejas con las cuales los autores han tenido relación en algún momento. De ahí que los personajes sean ficticios, pero las historias son de la vida real.
¿Por qué el título del libro?
El nombre del libro, de acuerdo con Marmolejo, quien también es docente universitario, “surge de la intención de mostrar con un ejemplo fisiológico, la diferencia en el manejo del fuego. Es decir, de las emociones elevadas, tanto de hombres como de mujeres”.
Y explica: “El escroto es y refleja una forma de disipar el calor y cuidar la calidad del semen. En tanto que en la mujer, las trompas de Falopio son y reflejan la forma como se une la intensidad del útero con la delicadeza de los ovarios. Quisimos expresar la intensidad de las emociones con la calidad de las acciones”.
Es claro que las relaciones de pareja no son perfectas-advierten los profesionales- porque el ser humano es variable.
Cada etapa de su vida trae consigo un proceso emocional biológico; la crianza, el modelo de pareja del que viene, la forma como se manejaron las emociones en su familia, todos estos factores generan un aprendizaje en el cerebro inconsciente, el cual se forma en la niñez.
Diferentes emociones y reacciones
Respecto a las reacciones masculinas y femeninas, aclaran que si bien estas no tienen género, la percepción y gestión en hombres son distintas a las de las mujeres, ya que están mediadas por la biología, las hormonas y la crianza.
“Esta última se refiere a la forma en que nos moldean los comportamientos femeninos y masculinos desde el hogar. Las mujeres muestran más tendencia a la depresión, el miedo y el estrés; la diferencia con el hombre es que ella culturalmente tiene más permiso para expresar lo que siente, mientras que aún muchos hombres luchan con el temor a mostrarse frágiles, y esto hace que repriman más sus emociones”, explica el escritor Óscar Armando Marmolejo.
Dominio propio, la clave del éxito
Para la psicóloga Rojas, especialista en terapia de familia, “el amor no es una emoción o un sentimiento, es una decisión basada en aprender a gestionar nuestras emociones, para lo cual se debe desarrollar un carácter fuerte para cuidar al otro con las propias actitudes”.
Lo anterior implica aprender a dominarse; no se trata de reprimir la rabia, el miedo, la frustración o cualquiera que sea la emoción, sino de enfrentarla y darle un buen manejo.
Quienes la reprimen, evaden o la niegan, pueden dañarse a sí mismos y a los demás”.
Agrega que, entre más dominio propio haya, más carácter fuerte existe; y entre menos dominio se tenga, más carácter débil se desarrolla.
Lo anterior se refleja, por ejemplo, en personas demandantes, controladoras, celotípicas, críticas, enjuiciadoras y manipuladoras, porque no controlan sus reacciones, dejando ver su inmadurez o infantilismo a la hora de relacionarse con su pareja.
“De allí la importancia de identificar cómo funciona el organismo, la forma como reacciona frente a un determinado estímulo, para poder sacar adelante un proyecto de pareja”, sugieren los autores de ‘Falopio y el escroto’.
De este conocimiento —enfatizan- dependerá el aporte que cada uno haga a su relación afectiva. Sin olvidar que gestionar las emociones también implica propiciar la comunicación, porque invadidos por la intensidad de las alteraciones, es imposible lograrlo.
“Ante todo, hay que ser conscientes de que las buenas relaciones no son una posibilidad, sino una necesidad y una obligación de ambas partes. Asimismo, hay que aceptar y prepararse para la diferencia. Por lo general, se pretende que el otro sea como yo, que me entienda y soporte, lo cual es un error”, puntualiza la pareja de esposos caleños.