Una canción de The Rolling Stones puede describir a la perfección el padecimiento que viven las personas con diferentes tipos de adicción, puesto que todas permanecen en un estado de frecuente deseo y ansias de más, se reconocerían en la voz de Mick Jagger cuando dice: “I can’t get no satisfaction” (“No puedo estar satisfecho”).

Pero, ¿por qué cuando obtenemos lo que deseamos aún no podemos estar satisfechos? Detrás de la gran insatisfacción de la sociedad actual está una molécula cerebral fundamental para la supervivencia humana, aunque en exceso puede causar adicciones y trastornos como psicosis y esquizofrenia.

Se trata de la dopamina, un neurotransmisor que se produce en dos áreas del tallo cerebral, conocidas como la sustancia negra (controla movimiento, coordinación y emociones) y área tegmental ventral (maneja el sistema de recompensa, placer y motivación), que tienen grandes células cuyos filamentos atraviesan el encéfalo y se conectan con el sistema límbico, donde están el núcleo accumbens (clasifica las emociones) y el neocortex (imaginación, razonamiento y toma de decisiones).

La adicción a los dispositivos y las redes sociales genera distanciamiento y desconfianza, la comunicación y el tiempo compartido son irremplazables. | Foto: 123RF

En palabras más gráficas, como expresan el psiquiatra Daniel Z. Lieberman y el físico Michael E. Long en su libro ‘Dopamina’, esta “es la molécula del deseo, la que controla nuestros impulsos y la que nos incita a buscar siempre nuevos estímulos. Es la responsable de nuestro comportamiento, adicciones y del progreso humano”.

“La dopamina es la causante de que vivamos pegados a las redes sociales, o de que un trabajador ambicioso lo sacrifique todo en pos del éxito, o que pongamos en riesgo nuestra relación más preciada por una noche de sexo con un desconocido. Por un lado, nos sirve de motivación para superarnos a nosotros mismos. Por el otro, nos lleva a arriesgarlo todo y fracasar en el intento. Para la dopamina lo importante es conseguir algo, cualquier cosa, con tal de que sea nueva”, sostienen los autores.

Desde el extremo contrario, el déficit de dopamina también puede afectar las funciones cerebrales en otros aspectos, como con los problemas motrices asociados a la enfermedad de Párkinson.

El neuropsicólogo Franki Acosta, docente de la Universidad del Valle y la Universidad Javeriana, explica que “la dopamina se activa cuando sentimos placer, cuando estamos a gusto con algo, como estar enamorados o comer un chocolate, compartir con amigos o una relación sexual, en esos estados, como en muchos otros, producimos altos niveles de esta sustancia, que en algunos casos pueden generar bienestar, pero en otros crea la necesidad de una recompensa, que es el aspecto problemático de su efecto, porque puede influir en la aparición de adicciones”.

Actualmente, la adicción a las redes sociales y el uso excesivo de dispositivos electrónicos es una problemática generalizada que, en los casos más preocupantes, puede romper los vínculos familiares y de pareja, como ocurre con la adicción a las drogas psicoactivas.

La adicción a dispositivos puede afectar a todas las personas sin importar su edad. | Foto: 123RF

“Lo que pasa con el uso de dispositivos electrónicos, es que están diseñados con un sistema de recompensa constante, por ejemplo, las notificaciones del celular, de WhatsApp, Facebook, Instagram, YouTube, Twitter, del videojuego, todas están llamando tu atención y quieren mantenerte expectante sobre las novedades, activando los circuitos dopaminérgicos del cerebro de forma casi permanente, acostumbrándolo a estar con altos niveles de dopamina”, dice Acosta.

“El cerebro, por cuestiones adaptativas, está predispuesto a las adicciones, por eso cuando recibe tantos estímulos con recompensas automáticas que elevan su dopamina, esta dinámica se instala en él y comienza a exigir siempre estos niveles dopaminérgicos, llevando a que las personas consuman cada vez más aquello que lo desencadena, así se puede ir cayendo en una adicción”, complementa.

Cuando una persona adquiere un comportamiento adictivo por las redes sociales y los dispositivos electrónicos, la primera señal que manifiesta es un déficit atencional, comienza a ignorar su alrededor, incluida su pareja, sus amigos y familia; e interfiere con la productividad y el rendimiento laboral.

Las personas con señales de adicción a las redes sociales y los dispositivos electrónicos deben recibir ayuda profresional. | Foto: Ilustración creada con la IA de Bing Image Creator

Son personas que no pueden desprenderse de su celular o su iPhone, entran en la categoría de quienes sufren de FOMO (Fear of Missing Out o “miedo a perderse de algo”), las que al hablar con otros consultan sus redes sociales y, en ocasiones, incluso, no miran a su interlocutor. Además, la falta de atención, impide que tengan buena memoria, siempre están quejándose de olvidos o pidiendo que les repitan algo que acaba de decirse.

Las relaciones de pareja, en particular, sufren bastante por este comportamiento en uno o ambas personas, puesto que genera un problema serio de mala comunicación o falta de esta. “Los espacios que son compartidos dejan de serlo por culpa de las pantallas. La persona llega cansada de trabajar y, en vez de hablar con su pareja, opta por sentarse a ver redes sociales, o en el caso de que ambos trabajen, cada uno está pegado de la pantalla, creando distanciamiento y desconfianza en la relación”, señala el neuropsicólogo.

Muchas de las terapias de pareja que se realizan en la actualidad derivan de problemas asociados con uso excesivo de dispositivos. Según Franki Acosta, las relaciones entran en crisis porque uno de los dos empieza a desconfiar, “a veces creen que esa dependencia al celular se debe a infidelidad, y otras ya no reconocen a la persona, que se han vuelto irritable, con altos niveles de ansiedad”, quizá relacionados con una desregulación en el sistema dopaminérgico.

En estos casos, señala el profesional de neuropsicología, es necesario buscar ayuda profesional, para que la persona con el comportamiento adictivo reciba una terapia adecuada, pueda regular sus niveles de dopamina y volver a disfrutar de una vida saludable y satisfactoria con su pareja, amigos y familia, desconectándose sin traumatismo de los dispositivos.

Técnicas sencillas de higiene digital

Debido a los altos niveles de dopamina generados por las interacciones diarias a través de dispositivos electrónicos y el impacto de las redes sociales, con los que conviven las personas en la actualidad, los profesionales en salud mental recomiendan tener unos hábitos de higiene digital que ayudan a la regulación de la dopamina.

“Hacerlo es más fácil de lo que uno pensaría”, afirma el neuropsicólogo Franki Acosta.

“Cuando haces ejercicio, estás regulando tu función dopaminérgica. Cuando duermes bien, regulas tus niveles de dopamina, es decir, tener una vida sana en cuestiones de comer saludable y hacer actividad física regular, te llevan a un adecuado bienestar dopaminérgico”.

Muy importante es eliminar todo estímulo invasivo que provenga de los dispositivos, para lograrlo es necesario silenciar todas las notificaciones, cada persona puede revisarlas en los momentos que establezca para ello, pero no todo el tiempo.

Escuchar música del agrado de cada persona, es otro acto regulador de dopamina. Otra práctica muy efectiva es la meditación, puesto que maneja técnicas de respiración y concentración que estabilizan la mente.