La imaginación humana está poblada de personas que nunca existieron: Ulises, Sherezade, Hamlet, Lady Macbeth, Don Quijote y Sancho Panza, Cherlock Holmes y el Dr. Watson, Efraín y María, Gregorio Samsa, Molly Bloom, el coronel Aureliano Buendía y Úrsula Iguarán, María del Carmen Huerta, entre muchos otros que podrían habitar toda una ciudad literaria. Quizá la grandeza de un escritor radica en su capacidad para crear personajes que puedan habitar para siempre en el espacio de la ficción. Otros, hacen un personaje de sí mismos o de un ser amado para inmortalizarlos, aquellos siguen el precedente de Dante y Beatriz. Pero, suele pasarse por alto que la imaginación humana está igualmente poblada de animales: fantásticos como el Pegaso o el Fénix, salvajes como el tigre y el elefante, y cotidianos como los perros y gatos.
Lea también: Una 'patadita' de récord: Jorge Barón, el presentador musical con más trayectoria del mundo
En este sentido, el escritor colombiano Alonso Sánchez Baute cuenta en su haber literario con dos personajes memorables: Edwin Rodríguez Buelvas, la diva solitaria de ‘Al diablo la maldita primavera’ y con Josefina Palmera, o como la llaman en Valledupar, “La niña Fina”, narradora como Sherezade, de ‘Líbranos del bien’, una novela sobre los orígenes de la violencia en el Caribe colombiano. Ahora, sin proponérselo, lleva a la ficción un personaje que salió de su propia vida, y como él mismo afirma, fue con quien compartió “la historia personal más larga, intensa y enriquecedora que he tenido”. Se trata de Humilda, una perra white terrier, que acompañó al escritor durante 14 años, convirtiéndose en una presencia fundamental y cuya ausencia produjo un dolor incomparable.
En ‘La mirada de Humilda’, Alonso Sánchez Baute escribe un testimonio sobrio —aunque conmovedor— de la relación entre un hombre y su mascota, pero va más allá del relato personal, profundizando en lo que histórica y culturalmente une a la especie homo sapiens y el canis lupus familiaris. Es un relato a dos voces, la del escritor que llama a su mascota Humilda, y la de ella, que llama a humano Congolocho, y donde ambos cuentan desde su perspectiva, cómo fue vivir juntos, amarse lealmente con un lenguaje íntimo construido de miradas, silencios y rutinas que terminan dándole sentido a todo. Al mismo tiempo, el escritor rememora las mascotas de su vida y el valor que tuvieron en su infancia, así como las historias de otras mascotas sobrevivientes del maltrato, y esa devoción de sus dueños, que como él quedaron en una situación, que podría llamarse de orfandad, cuando los perdieron. Por lo que escribir este libro es una forma de honrar el amor que compariteron, y también de inmortalizar a Humilda.
Aunque aclara que en ‘La mirada de Humilda’, cuenta “cómo fue la manera en que aprendí a interactuar con mi perra”, Alonso Sánchez Baute logra algo más, que es esbozar una ética animal, demostrando que somos los seres humanos quienes debemos aprender de los perros y no al contrario.
¿La escritura de este libro fue de algún modo terapéutica?
Siempre que se escribe un libro, y más cuando tiene aspectos autobiográficos, surge esa idea de qué tan catártico puede ser, pero en mi caso nunca pienso en hacer catarsis con la literatura, porque para eso asisto a psicoterapia. Concibo los libros a partir de la necesidad de contar una historia, cuando básicamente necesito sacarla de mi interior.
Creo que una catarsis pudo haberse dado en ‘Al diablo la maldita primavera’, porque tenía 33 años y significó sacar de mí toda una represión que había vivido en Valledupar, pero después de eso no volví a pensar en catarsis.
El hecho de que escribir me haya ayudado a superar algún momento de mi vida, eso es otra cosa. Pero esa no es mi búsqueda como escritor.
En este caso, cuando murió Humilda el año pasado, yo viví su duelo los primeros meses. Después cuando fue pasando y me tranquilicé, pude encontrar un tono para escribir, y eso se debió a que la herida estaba cicatrizada, y eso permitió que la historia fluyera, incluso con la voz de ella.
Lea aquí: Sebastián Osorio reveló detalles de su papel en 'El Cartel de los Sapos, el Origen'
Precisamente, ¿cómo surgió esa voz de Humilda?
Como lo cuento en el libro, yo hablaba siempre con Humilda. Recuerdo que cuando estaba con mis amigos en casa, siempre que me iban a hacer una confidencia, les decía: “tranquilo que de Humilda no sale”. Ella se quedaba viéndome mientras le hablaba, y de ahí viene el nombre del libro, porque principalmente nos comunicábamos a partir de las miradas.
Pero cuando empecé a escribir el libro tuve una pelea con su voz, porque yo no quería escucharla, quizá negándome a dejar que se fuera de mí, y hasta que esa voz no fue escuchada la historia no terminó de fluir. En algún momento entendí que incluir su voz en libro era una aceptación de que ella ya no estaba conmigo. Por eso hay un momento donde ella dice que “a Congolocho le estoy profundamente agradecida, porque sé que nadie jamás me hubiera amado como me amó él (...) la nuestra era una soledad acompañada, cada uno era el refugio del otro”.
”Tenemos mucho que aprender sobre los animales, de los perros en concreto, y de las cosas que reconocí en este libro, al vivir con Humilda, es la necesidad de humanizar al ser humano”.
Alonso Sánchez Baute, escritor.