Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes

Henry Cárdenas trabajaba en las oficinas del mánager de Celia Cruz y Tito Puente, Ralph Mercado, en la Calle 56 en Broadway, Nueva York. Todos los lunes, era testigo de una escena que se le hacía curiosa: llegaba un flaquito, de pelo largo, con lentes, que vestía de caqui. Enseguida David Maldonado, el mánager de Rubén Blades, le entregaba un sobre.

Henry no aguantó la curiosidad y preguntó: ¿quién es este tipo que viene aquí todos los lunes? ¿Qué es lo que le dan? David le respondió: “le damos 200 dólares”. ¿Y quién es?, insistió Henry. “Marc. Marc Anthony. ¿No lo has escuchado? Va a ser el cantante latino más grande de la historia”, dijo David. Henry, muy seguro, le dijo: “con esa pinta no creo que vaya a ningún lado”.

Henry se había instalado de manera temporal en esas oficinas. Con Ralph Mercado, propietario del sello disquero RMM, se había asociado para realizar, en Nueva York, el Festival Panamericano que hacía en Chicago.

Henry Cárdenas nació en Bogotá, pero al mes de nacido ya estaba en Cali. Es hincha del Deportivo Cali. | Foto: El País

Mientras preparaba el evento, a Henry le entró una llamada de Los Ángeles. El promotor de Antonio Aguilar le propuso hacer un concierto en Nueva York particular: cantaba en caballos. A Henry le gustó la idea y alquiló un viejo ‘armory’, un hangar donde se guardaban los tanques de guerra del Ejército. Mientras preparaba el espectáculo, se dio cuenta de un detalle importante: el hangar no contaba con taquilla para vender las boletas. Entonces se acordó del “flaquito” que iba cada lunes a las oficinas de Ralph Mercado.

Henry le preguntó a David Maldonado: ¿oye, crees que este Marc Anthony que viene acá los lunes y ustedes le dan 200 dólares sin hacer nada, podría vender las boletas de mi concierto? David le contestó que no creía que Marc lo hiciera, pero le prometió que se lo iba a presentar para que le hiciera la propuesta. Marc Anthony aceptó. Durante varios días, de 9 de la mañana a seis de la tarde, se sentó en una mesa en la entrada del hangar a vender los tiquetes. El día del concierto faltaba personal en la barra para vender el licor, así que Henry metió al “flaco” Marc a vender cerveza.

Dos décadas después, en el lobby del hotel Club Campestre de Cali, se sonríe mientras narra la anécdota. Henry Cárdenas, criado en Siloé, es el mánager de Marc Anthony. Además de grandes amigos, son socios y gestores de Maestro Cares, la fundación que aportó parte de los recursos para construir la primera universidad para personas con discapacidad de América Latina, ubicada en el Distrito de Aguablanca, un sueño del Héroe CNN 2016, Jeison Aristizábal.

La fundación también donó los equipos médicos que se requerían en la sala Ana Frank del Hospital Universitario del Valle y, en su cuna, Siloé, Henry anhela iniciar un nuevo proyecto, en asocio con Compromiso Valle. Horas antes de que recorriera después de 50 años la ladera de su infancia, contó su historia.

Henry Cárdenas, tras 50 años, recorrió el pasado sábado a su cuna, Siloé. Junto a Compromiso Valle busca iniciar un proyecto social en la zona. | Foto: El País

Infancia en la ladera

Aunque no naciste en la ciudad, siempre viviste en Cali. ¿Qué ocurrió?

Yo nací en Bogotá, pero mis padres eran mineros de carbón y, al mes de nacido, me trajeron a Cali. Mis padres eran nómadas. Viajaban donde había trabajo. Cuando yo nací, mi papá vino a Cali a trabajar en las minas de Cementos del Valle, que quedaban en Pance. Pero a pesar de haber nacido en Bogotá, soy caleño. Aquí viví mis primeros 17 años, antes de emigrar a Estados Unidos. Soy hincha del Deportivo Cali.

¿Cuándo llegas a Siloé?

El primer año de escuela lo cursé en Pance. Y de ahí nos mudamos a Siloé. Vivía por el sector de La Nave. Al final, antes de migrar a Estados Unidos, vivía en Belén, al lado de Siloé.

¿Cómo recuerdas esa infancia?

La vida en Siloé la recuerdo dura. Pero cuando tú no conoces las comodidades de hoy en día, pues no las extrañas. Yo no conocí lo que era una nevera, o una bicicleta. Por allá, en los Juegos Panamericanos de 1971, un tío que fue el que nos llevó a Estados Unidos, nos trajo el primer televisor de 12 pulgadas a blanco y negro. Esos lujos mis padres no podían dárnoslos. Mi madre era ama de casa, los salarios de mi padre eran mínimos, ni siquiera se vivía al día, siempre estábamos atrasados. Recuerdo que me tocaba ir al granero en La Nave, y el señor me decía que le dijera a mi papá que estaba atrasado en la cuenta del mercado. Pero bueno, esa base de pobreza me ha llevado a donde estoy hoy en día. Porque llega un momento en que aprecias lo que tienes. Los muchachos de hoy no aprecian lo que tienen porque no han sufrido.

El empresario musical que nació en Siloé visitó sus calles para conocer las iniciativas culturales que se desarrollan en el mismo y brindar apoyo. Foto Compromiso Valle | Foto: El País

El sueño americano

A los 17 años sales de Siloé hacia EE.UU. ¿Cómo fue ese proceso?

Fue duro; por el idioma, por el clima. Llegué a Chicago, que es una de las ciudades más frías de Estados Unidos. La llaman ‘La ciudad de los vientos’, porque llegan los vientos de Canadá. Pero fue el mejor regalo que me dieron mis padres.

¿Cómo lograste llegar a Chicago?

Fue el tío Óscar el que nos llevó. Él se radicó en Chicago en los 60. Un tipo trabajador, muy educado, laboraba en una buena compañía reparando máquinas de rayos X y ganaba bien. Se fue llevando a toda la familia. Falleció hace cuatro años. Fue el mentor, el salvavidas de la familia.

¿Recuerdas el primer día en suelo americano?

Era el 9 de diciembre de 1972. Estaba muy dolido porque dejaba mi familia, mis tres hermanos, mi madre. Llego a Miami, hacemos escala y lo primero que me pasa es que me quemo. Como no sabía inglés, voy a una máquina de refrescos y cogí un chocolate a altas temperaturas, me lo tiré encima y me dañé la pinta que llevaba, un desastre. Me quedé tranquilo, me senté, había que esperar tres horas para tomar el vuelo a Chicago.

Llegué en plena nevada, un frio tremendo. Yo comienzo a ver en el aeropuerto la nieve. Iba hacia la casa de mi abuela, vestido como caleño, y el viejo mío me dice que si quiero ir a la barra a tomarme una cerveza, y me dio una chaqueta y yo le dije que no. No me quería quitar la pinta que tenía. Y entonces me voy con él caminando como dos cuadras, y estaba cayendo esa nieve. Regresando me quería morir. Las orejas se me congelaron. Esa fue la primera experiencia y ahí reaccioné del lugar en el que estaba. Era sábado. El lunes tuve que salir a las 5:00 de la mañana a trabajar a una fábrica.

Henry Cárdenas es el mánager de Marc Anthony, con quien tiene una fundación, Maestro Cares. | Foto: El País

¿De qué era la fábrica?

Hacía los marcos de los cuadros. Recuerdo que ese día pensé que se me había acabado el lujo. En Cali estudiaba en el Sena, para ser tornero, y mi papá me mandaba dólares. Era más fácil. En Chicago ese lunes me levanté a las 4:30 a.m., para llegar a tiempo a la fábrica. Levantaba cajas de cristales, de 100 libras, para meterlas a un camión.

¿Qué pasó después?

Al año estaba casado. Me fui a estudiar inglés, y en la escuela conocí a mi mejor amigo que tengo a Chicago, que es caleño, se llama Ernesto. Y conocí a la que fue esposa mía. Cambié de trabajo, me fui a trabajar más en lo que estudié en Cali, el torno, limpiando la basura que deja el metal. A los dos años fui tornero, aunque de amanecida, de 12 a 7 de la mañana.

En ese entonces había una agencia que ayudaba a los latinos para ingresar a la universidad. Conocí a un muchacho, Miguel Blanco, puertorriqueño, que me tomó cariño y me invitó a su oficina y me preguntó yo qué hacía. Le conté. Y me dijo que tenía que estudiar en la universidad. Le dije que no tenía cómo. Primero estaba casado, segundo no tenía el high school, el bachillerato. Él me dijo que había un programa con el que uno hacía un examen y si lo pasaba me daban el diploma. Yo tomé el examen y lo pasé. Estudié administración de empresas. Después cursé una maestría.

Aparece la música

¿Cómo un administrador de empresas termina en el mundo del entretenimiento?

Cuando estaba en la universidad me dedicaba a la contabilidad. No tenía que ver nada con el entretenimiento. Pero la vida es así, medio loca. Había una esquinita donde estaban los latinos y siempre estábamos escuchando salsa. A la una o dos de la tarde, como estábamos pelados, sin dinero, reuníamos dos o tres dólares y comprábamos una botella de Bacardí, un pollo, y nos íbamos a la casa de alguno a escuchar música. Entonces me di cuenta que les gustaba el entretenimiento y les dije: voy a hacer una fiesta. Hablé con una muchacha, Luisa, y le propuse la idea. Imprimimos unos volantes, e invitamos a los estudiantes latinos de las universidades.

Al lado de donde yo residía había un sitio de banquetes donde hacían bodas y cumpleaños. Era un segundo piso. Le hablé al dueño, un mexicano, que si me rentaba el salón. ¿Cuándo se casan?, me preguntó. Le dije que era para hacer una fiesta. Y me lo rentó. Yo no sabía cómo hacer una fiesta. Los amigos eran los bartenders y los que ponían la música. Y así comencé. Luisa se retiró, porque era demasiado trabajo. Yo salía a 1 o 2 de la madrugada a pegar la publicidad en los postes de la luz, porque si te cogía la policía es ilegal hacer eso. Quedaba congelado. Nos ganamos 700 dólares en esa primera fiesta. Era mucho dinero. Para mi 700 eran como 70 mil dólares de hoy. Ahí comienzo.

Hacías fiestas por toda Chicago…

Salté a otros sitios más grandes, en las discotecas. Tú contratabas un dj y esa era la parranda. Después incursioné en bailes grandes, de 8000 personas. Y me inventé ‘La batalla de los Djs’. Básicamente era llamar a las discotecas más famosas de Estados Unidos, y reunir a sus Djs en un gran evento. Después, a inicios de los 80, hago mi primer gran evento de salsa: Eddie Palmieri e Ismael Quintana. Cuando me gradué de la universidad y de la maestría me fui a trabajar al Departamento de Comercio como consultor financiero, allí estuve un par de años, y enseñé en una universidad también, la de San Agustín, administración de empresas y contabilidad. Pero ya en el año 84 me dedico a ser promotor de artistas tiempo completo.

Inauguración Universidad Jeison Aristizábal para personas con Discapacidad. | Foto: El País

¿Cómo lo logró?

Me inventé algo que se llamó el Festival Panamericano. En Chicago lo hice durante 20 años. También lo hice en Nueva York, en Miami y en Los Ángeles. Era un festival con tres escenarios, contraté a Marc Anthony, a Carlos Vives, al Buki, Gilberto Santa Rosa, el Grupo Niche, (trabajaba mucho con Jairo Varela) y comencé después en la balada. Mi primer concierto fue en el 85 con Pimpinela. Después contraté a José Luis Rodríguez, ‘el Puma’, y me empecé a dar a conocer. Yo era conocido porque como tenía la preparación académica, conseguía patrocinios. Los otros promotores, que eran muchos más mayores que yo, no. Cuando los artistas veían que su concierto lo patrocinaba Coca - Cola o Budwiser, y ponían su foto en las publicidades de estas empresas, decían: este muchacho de Chicago tiene un nivel profesional.

¿Y cómo es él?

¿Cómo fue la historia: ¿después de que Marc Antony vendiera boletas de uno de tus conciertos en Nueva York, viviste con él?

A mí se me estaba agotando el dinero en Nueva York. Yo vivía en un hotel al frente de la oficina de Ralph Mercado, y le digo a David Maldonado, el promotor de Rubén Blades, que me tocaba regresar a Chicago porque no me alcanzaba para pagar hotel todos los días. Y él me dice: “¿tú sabes que Marc tiene dos habitaciones? Déjame hablar con Marc a ver si te renta una. ¿Cuánto le puedes dar?” 30 dólares a la semana, le respondí. Y le hablaron y aceptó. Me mudé con Marc. Viví 8 meses con él. Y ahí comienza la amistad. Yo después me voy, hago mi festival, Marc graba con La India, sigue con Ralph Mercado, él lo representaba, y yo lo contrataba para eventos. Siempre estuve en contacto con él, pero no era su manager. El primer festival que hice grande en Chicago lo llevé a él y a Carlos Vives, fue un éxito. Después Marc se casa, se divorcia, y hace como 15 años, cuando se divorció de Jennifer López, comencé a trabajar con él.

¿Aún Marc no era tan famoso como hoy?

En ese periodo Marc trabajaba acompañado con Alejandro Fernández, Laura Pausini y El Buki Marco Antonio Solis. Y yo pensaba que Marc Anthony era un artistazo que podía hacer las cosas solo. Él no era telonero, por supuesto, pero sí trabajaba como le llamamos vulgarmente en el gremio, ‘en paquete’, se presentaba con otros artistas. Un día le dije: Dame una fecha en el American Arena y en el Madisson Square Garden’ ¿Con quién?, me preguntó. No, solo, le dije. El concierto se va a llamar Marc Anthony Solo. Lo hacemos en febrero, en el día de los enamorados. Marc no estaba muy seguro, pero le dije: Si no vendemos los boletos, yo te respondo. ¿Really?, preguntó. Y fue un lleno total. Desde allí comenzó a trabajar solo, como lo hace hoy en día. Le quitamos ese miedo. Hay mucho artista que nunca sale solo, porque no se tienen la confianza. Le tienen miedo al fracaso.

Desde hace 15 años Henry trabaja con Marc Anthony | Foto: Foto tomada de Instagram @marcanthony

¿Y cómo es él? ¿Cómo es Marc Anthony en el día a día, debajo de los escenarios?

Es muy humilde. La diferencia es que Marc es más chistoso que cualquier persona. El imita a cualquiera, se le hace fácil. Y tiene una voz predilecta. Marc es un artista 360. Canta salsa, baladas, en inglés, en español. Es un artista completo.

Enseñar a ayudar

¿Cómo nace la fundación Maestro Cares que fundó con Marc Anthony?

La fundación nace por un accidente fantástico. En 2012 yo invito a Marc a mi casa de campo en República Dominicana. En ese momento estábamos por ayudar a un orfanato, para conseguirle una mejor vivienda: 50 muchachos vivían en una casita pequeñita, de tres habitaciones. Y Marc me dijo: “Llévame al orfanato”. Yo le dije: ¿Tú estás loco? Marc en República Dominicana es muy reconocido al salir a la calle. No había protocolo de seguridad. Marc dijo que se ponía unos lentes. Y fuimos. Él se petrificó al ver a los chicos viviendo en esas condiciones. Me dijo: “¿qué podemos hacer?” Y le dije: Construyamos algo. Y ahí comenzamos. Nos regalaron el lote donde hicimos el primer orfanato, es un sitio espectacular. Hay una réplica en Barranquilla, el segundo orfanato lo hicimos en Barranquilla, y allí está la escuela de James Rodríguez.

Yo pensé que con el primer orfanato habíamos cumplido, pero me envolví en la labor social. Tenemos 33 edificios y ocho más en construcción en casi todos los países de Latinoamérica. En Chile hicimos un hospital de trasplantes de riñón para niños, en Argentina hay varias escuelas Montessori. En Lima acabamos de inaugurar un hospital para niños con cáncer y en Colombia es donde más proyectos tenemos, me dicta la vida retornarle algo al país.

Inauguración Universidad Jeison Aristizábal para personas con Discapacidad. | Foto: El País
Inauguración Universidad Jeison Aristizábal para personas con Discapacidad. | Foto: El País

¿El foco de la fundación es la niñez?

El foco de nosotros es construir. En inglés se dice cemento y ladrillo. No enviamos un cheque para pagar salarios o cosas así. Queremos tener más control y que lo que aportemos se pueda ver, tocar. Y siempre inclinado hacia la niñez. Tenemos centros pediátricos, escuelas, hospitales, orfanatos. Y un programa de becas.

Hablemos de los proyectos en Cali...

Acabamos de remodelar la sala Ana Frank del Hospital Universitario, le compramos todos los equipos, los utensilios. Quedó igual que un centro de cuidados intensivos americano. E inauguramos la primera universidad en América Latina para personas con discapacidad, de Jeison Aristizábal. Alguna vez Luis Alberto Moreno, presidente del BID, me dijo: Jeison es el colombiano más importante. Él lo llevó a hablarle a 5000 empleados del banco, les contó su historia, y uno que otro lloraba. En nuestra fundación estamos enamorados de Jeison y de su labor. Aunque tiene algo malo: ¡es hincha del América! (Risas)

Cuando Jeison recorre los salones de su colegio y de la universidad con Henry, en el Distrito de Aguablanca, siempre le hace la misma broma: pregunta ¿quienes son hinchas del América?, y la mayoría de los alumnos levantan la mano.

¿Por qué el nombre de la fundación, Maestro Cares?

Porque todo se trata de enseñar. Enseñar que hay que ayudar a otras personas, al nivel tuyo. No tiene que ser con millones, sino con lo que tú puedas. Si tienes tres botellas de agua y te piden una, entrégala. Te quedas con dos.

Inauguración Universidad Jeison Aristizábal para personas con Discapacidad. | Foto: El País