Tomó 12 años darle vida a la primera temporada de ‘El juego del calamar’, pero apenas 12 días bastó para que se convirtiera en la serie más popular de la historia de Netflix en el año 2021.
La serie, que muestra a 456 personas compitiendo en un concurso mortal para llevarse una cuantiosa suma de dinero, se estrenó el 17 de septiembre de 2021, sin mucha publicidad. Contra todos los pronósticos, no solo sorprendió con su temática oscura y que atrapa, también fue la prueba contundente de cómo los tiempos de crisis transformaron una idea desechada en un éxito rotundo.
Lo que pocos se imaginan al ver la exitosa historia es que Hwang Dong-hyuk —director, guionista y productor— tuvo que enfrentar innumerables veces el rechazo de múltiples productoras que consideraban la idea como grotesca y desconectada de la realidad. El propio Hwang, le contaría posteriormente a The Wall Street Journal, que “el mundo no estaba listo para aceptar la crudeza de su narrativa”.
Fue con la llegada de la pandemia y el cambio en la percepción de la desigualdad económica, que Hwang halló un nuevo impulso para su proyecto. La plataforma Netflix reconoció el potencial de la historia y le dio luz verde, un acierto que transformó a la serie en un fenómeno cultural global.
Y aunque en un comienzo confesó el creador que tuvo que vender su laptop por apenas US$ 675 para sobrevivir, para el año 2023 (solo con su primera temporada disponible), su serie le llenó las arcas a Netflix con más de 900 millones de dólares -según Bloomberg-, ubicándola como una de las ficciones más rentables para la plataforma.
El impacto de la primera temporada fue monumental, al convertirse en la serie más vista de Netflix; rompió récords al ser el programa con mayores audiencias en 94 países, acumulando más de 142 millones de espectadores y 1,65 mil millones de horas de visualización en solo cuatro semanas.
Incluso superó a éxitos como Bridgerton, pero además de su éxito de audiencia, El Juego del Calamar ha sido ampliamente reconocido por la crítica.
La primera temporada obtuvo 14 nominaciones a los Premios Primetime Emmy, incluida la categoría de Mejor Serie Dramática, siendo la primera producción en un idioma distinto al inglés en lograr esta hazaña.
Dicho abrebocas fue el impulso para que el gigante del streaming decidiera apostar, una vez más, por la continuación de la serie, y por eso, el pasado 26 de diciembre, estrenó ‘El juego del calamar, temporada 2.
La trama, que se ubica tres años después de haber culminado el primer Juego del Calamar, basa la historia en el jugador 456, quien decide no ir a Estados Unidos y regresa con un nuevo propósito en mente.
Así, Gi hun se sumerge de nuevo en el enigmático juego de supervivencia, para someterse —por nuevas presiones económicas— a otro desafío de vida o muerte con nuevos participantes que compiten por el premio de 45.600 millones de wones.
Con giros insólitos y una narrativa que continúa explorando la naturaleza humana frente a la desesperación y la codicia, muchos de los fanáticos que en menos de un mes vieron todos los capítulos de la segunda entrega, esperan ya con ansias la tercera y última temporada, anunciada para 2025.
“La primera entrega fue una sorpresa por su capacidad de combinar un formato innovador con una narrativa emocionalmente impactante. La idea de transformar juegos infantiles coreanos en desafíos mortales fue cautivadora, especialmente porque planteó reflexiones profundas sobre la moralidad y la desesperación económica”, expresa Mateo Uribe, periodista y crítico de cine en el perfil de Instagram Muscine.
No obstante, sobre la segunda temporada, Uribe enfatiza en cómo la serie logra mantener el interés del público al cambiar el enfoque y renovar los desafíos. “Gi-hun ya no compite por dinero, sino por justicia y redención, lo que le da un nuevo propósito a la historia. Además, aunque se esperaba que los juegos fueran similares, las pruebas son completamente diferentes, lo que aumenta la tensión y el interés”, explica el crítico, quien también destaca cómo el conocimiento previo de los espectadores sobre el funcionamiento de los juegos y sus creadores cambia la dinámica de la narrativa.
“Aunque ya sabemos quiénes son los villanos y entendemos los riesgos, eso no resta interés; al contrario, añade una capa de anticipación para ver cómo se resolverá el drama”, anota.
Finalmente, Uribe señala que la segunda temporada dejó a los espectadores ansiosos por la tercera, ya que promete resolver las tensiones y conflictos acumulados. “Es una serie que sigue siendo brillante por su capacidad de sorprender, emocionar y mantenernos al borde del asiento”, concluye.
Prueba de su éxito está en las cifras: la serie alcanzó 152,5 millones de visualizaciones totales, consolidándose esta segunda como una de las temporadas más vistas en la historia de la plataforma Netflix, solo superada por su primera temporada (265 millones) y por la serie Merlina (252 millones).
En sus primeros cuatro días, después del estreno, el 26 de diciembre del 2024, Squid Game o El Juego del Calamar 2 acumuló 68 millones de visualizaciones, convirtiéndose en el debut televisivo más grande de la historia de Netflix. En solo 11 días, alcanzó 126,2 millones de visualizaciones, un récord para cualquier serie de la plataforma en ese periodo.
Por su parte, Leandro Bedoya, fanático de esta historia, que sigue conquistando números, destaca que la nueva temporada plantea reflexiones profundas: “Algo a resaltar es que se visualiza una problemática social, que no es exclusiva solo de Corea, por lo que muchas culturas se sienten identificadas, y donde se ve perfectamente cómo las personas, por querer salir de una crisis económica, buscan cualquier opción para librarse de sus deudas sin importar las consecuencias”.
Y mientras El Juego del Calamar continúa consolidándose como un fenómeno cultural, y los fanáticos esperan con ansias el desenlace de esta historia que combina tensión, drama y reflexión social, su director Hwang Dong hyuk ha pasado por varios estados de ánimo, mientras digiere el éxito de su creación.
Recientemente, Dong Hyuk expresó su agotamiento físico y emocional con el proceso: “Estoy tan exhausto. Estoy tan cansado. En cierto modo, tengo que decir que estoy harto de El Juego del Calamar. Estoy harto de mi vida haciendo algo, promocionando algo. Así que ahora mismo no estoy pensando en mi próximo proyecto. Solo estoy pensando en ir a alguna isla remota y tener mi propio tiempo libre sin llamadas telefónicas de Netflix”.
Historias paralelas
Al ser 456 los participantes del juego, no es de extrañar que haya personas con diversos estilos de vida. Gi-hun (Lee Jung-jae) es un divorciado que lucha contra el fracaso empresarial y las deudas. Su amigo Sang-woo (Park Hae-soo) fue a una prestigiosa universidad y trabaja en una empresa de inversión. Y está Sae-byeok (Jung Ho-yeon), una desertora norcoreana que se esfuerza por reunir a su familia. Deok-su (Heo Sung-tae) es un gángster y Jun-ho (Wi Ha-jun), un oficial de policía que descubre los juegos mientras busca a su hermano desaparecido.
2. Lado Sombrío
No todo son palmas para El Juego del Calamar. La serie ha generado muchas controversias. La integración del personaje trans de Hyun-ju (jugadora 120), fue tema de gran debate en las redes sociales, en las que algunos seguidores mostraron su descontento de que fuera interpretada por el actor cisgénero Park Sung-hoon en lugar de una actriz transgénero.
Pese a que el artista ha logrado cautivar a la audiencia y a la crítica con sus papeles en las series La Gloria y La Reina de las Lágrimas, algunos integrantes de la comunidad LGBTIQ+ se indignaron por no tener una representación real en el reparto de la serie coreana.
El director argumentó que, aunque esa era su intención inicial: “Cuando investigamos en Corea, no hay casi ningún actor que sea abiertamente trans, y mucho menos abiertamente gay, porque lamentablemente en la sociedad coreana actual, la comunidad LGBTIQ+ sigue siendo más bien marginada y más descuidada, lo cual es desgarrador”, respondió en una entrevista con el portal TV Guide.
También fue controvertida la inclusión de T.O.P en el reparto, quien interpreta a Thanos, en la serie, un rapero cuya carrera se desmorona a causa del consumo de drogas y malas inversiones en criptomonedas, lo que lo lleva a una situación de deudas insostenibles. “La oferta para interpretar a Thanos fue una propuesta intimidante. El personaje reflejaba aspectos de mi pasado que preferiría mantener ocultos”, admitió el artista, refiriéndose a su condena en 2017 por el consumo de marihuana durante su servicio militar.
Tampoco está exento de culpa el veterano actor O Yeung-su, quien interpretó al jugador 001 en la primera temporada, siendo uno de los personajes memorables, fue condenado en 2022 por un caso de abuso sexual ocurrido en 2017. La pena de ocho meses de prisión quedó suspendida durante dos años, bajo la condición de no cometer nuevos delitos. El intérprete ganó el Globo de Oro en 2022 a Mejor Actor de Reparto.
El protagonista de la serie, el actor Lee Jung-jae, quien encarna a Seong Gi-hun, tiene un historial manchado por varios delitos. En los años noventa condujo bajo los efectos del alcohol y agredió a personas en estados de embriaguez, y en el exterior de un club nocturno de Busan, le propinó una patada a una mujer de 22 años, que la llevó a dos semanas en el hospital.
Quien también tiene un turbio pasado es el actor Song Young-chang, que dio vida al jugador número 100, y en el año 2000 fue condenado por un caso relacionado con tráfico de menores. Apenas le dieron un mes de prisión, se trasladó a Canadá con su familia, donde residió hasta que fue fichado por la producción.
Tampoco es favorable la imagen de Len Jin Wook, quien fue acusado en 2016 por agredir sexualmente a una mujer en su apartamento, él contrademandó y ella fue sentenciada a prisión por falsas acusaciones.
Pero pese a todo lo que parecería empañar su imagen, El Juego del Calamar, que se estrenó en 2021, se mantiene impune.
No en vano la serie en sí impulsó el interés por el contenido coreano, los momentos icónicos se volvieron virales, las ventas de calzado deportivo Vans slip-on aumentaron un 8,000 % y los disfraces de Halloween se agotaron en todo el mundo.
La serie, además, hizo historia en los premios Emmy al ser la primera de habla no inglesa en recibir varios galardones. Tras este éxito, Netflix estrenó El Juego del Calamar: El Desafío, la serie de reality nominada al Emmy y ganadora de un BAFTA que también encabezó el Top 10 global de Netflix. En dicho reality, a diferencia de la serie, los participantes que no completaban los desafíos no enfrentaban consecuencias fatales, pero sí vivían una experiencia llena de adrenalina.
Y así, la franquicia sigue expandiendo sus tentáculos con El Juego del Calamar: The Experience, activación itinerante en la que los fans pueden suscribirse a juegos inspirados en la serie; El Juego del Calamar: Virtuals, una aventura de realidad virtual ganadora de un Webby; y en 2024, un videojuego multijugador, El Juego del Calamar: Frenesí, consistente en jugar con (o contra) los amigos en los juegos icónicos de la serie como el puente de cristal y luz roja, luz verde.
Incluso, la fiebre por el programa coreano llegó en diciembre pasado a Bogotá, donde, en el centro comercial La Gran Estación, la plataforma de ‘streaming’ organizó un sitio en el que se puede vivir la experiencia del juego, e incluyeron una réplica en tamaño real de la muñeca del famoso juego luz roja, luz verde. También hay un espacio en el que se puede conocer al famoso líder y tomarse fotos junto a su trono.
Para el periodista cultural Jaime Ponce, la serie es visualmente atractiva “esta segunda temporada sigue conservando esa inocencia de los juegos infantiles con un aspecto naif, llama muchísimo la atención los elementos llenos de color”. Pero además, al igual que la anterior, valora Ponce, que “sigue criticando la sociedad y al consumismo”. Pero en esta ocasión, no cae en el afán de lo que ocurrió con películas como Los Juegos del Hambre o Divergente. “Tiene nuevos elementos, le da un giro a la historia. Aunque sí hay ciertos episodios que parecen de relleno, como ocurrió con La Casa de Papel, y tramas paralelas que se quedan en las ramas”.
Concluye este seguidor de la serie que “los episodios uno y siete de la nueva temporada fueron los más contundentes, se hace un replanteamiento de la filosofía de la serie. En el séptimo capítulo se rompe la dinámica, pero espero que en los próximos se continúen las historias de personajes que han quedado sueltos”.
3. La Historia real
Si el Juego del Calamar, de la serie de Netflix, parece ya de por sí escalofriante, más lo es saber que no se trata tan solo de una ficción, producto de la creatividad del director coreano Hwang Dong-hyuk, sino inspirado, un poco, en la realidad del autoritario gobierno de Corea del Sur en el año de 1976.
Durante la segunda mitad del siglo XX, tras la Guerra de Corea, un conflicto que dividió a dicho país en dos partes, una como satélite estadounidense y otra de la URRS, Corea del Sur buscó convertirse en un país desarrollado lo que provocó diversos problemas sociales que en ocasiones vulneraron los derechos humanos de muchas personas.
Dicho gobierno abrió un centro llamado The Brothers Home en la ciudad de Busan, que en un principio, se dijo, tendría carácter benéfico, debido a que albergaría a personas sin hogar. Sin embargo, luego se descubriría que se trataba de un campo de concentración al que la policía llevaba tanto a adultos, como a niños, para retenerlos allí contra su voluntad.
Esto no se trató de un juego, sino de una medida dictatorial. De tal manera que en los años anteriores a los Juegos Asiáticos de 1986 y los Juegos Olímpicos de 1988 de Seúl, el gobierno, con el fin de limpiar las calles de personas sin hogar, dio una ordenanza para que las autoridades lo hicieran.
Cuando llegaban a The Brothers Home, eran sometidas a trabajos forzados. De acuerdo con investigaciones de fiscales de Busan, en 1987, menos del 10 % de las personas detenidas contra su voluntad en The Brothers Home, vivían en las calles.
Los reclusos recibieron números de identificación y fueron uniformados con chándales (ropa deportiva que consta de un pantalón y una chaqueta o jersey amplios) —como en el Juego del Calamar—. Se les obligaba, además, a mantener posiciones incómodas durante largos períodos de tiempo o a participar en juegos de tortura —como en la historia de la serie—.
Lo más aberrante, es que el centro que era subsidiado por el gobierno, llegó a encerrar, arbitrariamente, desde empleados de oficina que se quedaban dormidos luego de una noche de tragos, niños que esperaban el tren para visitar a sus familiares, adolescentes que volvían a casa, personas con discapacidades y pacientes de hospitales.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación dio a conocer que de 1975 a 1987 (año de su cierre definitivo), Brothers Home encerró hasta a 40 mil personas, que permanecieron confinadas en sus tétricas instalaciones. Durante ese confinamiento murieron aproximadamente 657 personas —a semejanza de El Juego del Calamar, en el que los participantes acceden por la presión de sus deudas—. El organismo gubernamental reconoció violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado militar coreano entre 1975 y 1987 por el extinto centro residencial de personas sin hogar, Brothers Home.
Pese a que Hwang Dong-hyuk no ha confirmado que se haya basado en esta historia real, en redes sociales han asociado elementos de la serie con dicho hecho histórico que marcó a Corea del Sur, como el parecido de las intalaciones y la fijación en la violación de derechos humanos de personas de bajo estrato social.
Por su parte, el creador y director Hwang Dong-hyuk ha dicho que el título de la serie, El Juego del Calamar, proviene “de un juego que solía jugar cuando era niño en el patio de la escuela o en las calles del vecindario. Esta es una historia sobre personas que solían jugar a este juego cuando eran niños y volvieron a jugarlo cuando eran adultos. Sentí que este podría ser el juego infantil más simbólico que podría representar el tipo de sociedad en la que vivimos hoy”.
Hwang Dong-hyuk comenzó a escribir el primer borrador de su historia en 2008, mucho antes de algunas de sus películas exitosas como Silenced y The Fortress: “Estaba leyendo muchos cómics y terminé el guion en 2009. En ese momento, parecía muy desconocido y violento. Hubo personas que pensaron que era muy complejo y no comercial. No pude conseguir suficiente inversión y el casting fue difícil. Me sumergí en él durante un año, pero tuve que ponerlo en pausa (se dio la licencia de una década)”.