Las velas son un elemento fundamental en los rituales espirituales y religiosos desde la antigüedad, en el catolicismo, por ejemplo, su llama es convocadora de la luz divina, cuando el mundo permanece a oscuras, como se puede comprobar con el cirio pascual en la Semana Santa, que se enciende para celebrar la resurrección de Cristo.
Pero, en la vida cotidiana su poder simbólico no es menor, como queda evidenciado en la celebración del cumpleaños, cuando se enciende una vela por cada año vivido, así como al final de la existencia, tras la muerte, como afirman Jean Chavalier y Alain Gheerbrant en su Diccionario de Símbolos: “las velas que arden cerca del difunto —esos cirios encendidos— simbolizan la luz del alma en su fuerza ascensional, la pureza de la llama espiritual que sube al cielo, la perennidad de la vida personal llegada a su cenit”.
Por esta razón, las velas pueden ser utilizadas en múltiples rituales personales y motivadores, en los que cada persona se automotiva en coherencia con sus proyectos, sueños y deseos. Como expresa Ana Isabel Aparicio, arquitecta y experta en astrología china, “las velas en sí mismas no tienen poder, porque el objetivo de hacer un ritual es cambiarse a uno mismo, cambiar la energía, cambiar el pensamiento y potenciar la intención, entonces el valor de los rituales no es que actúan sobre el otro, sino que actúan sobre uno mismo”.
Por su parte, Carolina Campos en su libro Rituales Angelicales de Luz, “las velas son más que simples elementos rituales. Ellas son las portadoras de nuestras intenciones que se verán plasmadas en el ritual de luz. Son las encargadas de anclar la energía necesaria para elevar nuestro pedido hacia Dios. Encender una vela es un acto sagrado, es poner luz sobre una situación o sobre algún alma que la necesite”.
En este sentido, existen múltiples rituales con velas para canalizar necesidades de las personas: como el dinero o el amor, también para pedir por la salud de un familiar o ser querido, entre otras posibilidades.
Al respecto, Ana Isabel Aparicio, también tarotista y especialista en gemas, es contundente en su aplicación de los rituales con velas: “El poder lo tiene la persona. Las velas son, digamos, como la excusa para poder hacer un algo, un ritual donde la persona que lo ejecuta tiene un propósito al que desea movilizar su energía”.
En un ritual muy conocido, que tiene como objetivo atraer la prosperidad y la felicidad amorosa, se utilizan tres velas: una amarilla (fortuna), una verde (dinero) y una violeta (transformación). Algunas personas, obedeciendo a diferentes simbologías y cábalas, las organizan en forma piramidal, la verde en el lado izquierdo de la base y la amarilla en el derecho, la violeta encima de ambas para formar el triángulo.
El ritual puede practicarse a diario como una motivación, al iniciar el día o terminando. Se encienden las velas y, por un momento, la persona se enfoca en sus deseos, algunos recitan frases para animarse, otros piensan y organizan sus ideas para lograrlo.
Sobre cómo escoger las velas, Carolina Campos recomienda “comprender que jamás debemos encender velas de cebo (son las que nos venden para los cortes de luz). Estas poseen grasa animal y son utilizadas en rituales totalmente negativos. Siempre debemos inclinarnos hacia las velas de parafina o hacia las velas de miel. Estas portan una energía muy positiva acorde a nuestra invocación e intención”.