Descender todos los días a una mina de azufre donde se pueden sentir hasta 40 grados de temperatura, esto es lo que ha hecho Luis Enrique Guniña durante 35 años. Este trabajo que podría ser calificado de infernal es el que mantiene a la comunidad indígena del cabildo Puracé en el Cauca, una población que en pleno siglo XXI continua picando la piedra para sobrevivir con el poco azufre que obtienen y comercian a través de su empresa minera.
La historia de la antigüa mina ‘El vinagre’ descubierta a mediados del Siglo XX en el mismo lugar que el volcán Puracé, la resistencia de la comunidad que inicialmente fue explotada y finalmente obtuvo el derecho autónomo sobre su propio territorio, el relato de un minero que lucha por superar una maldición que atribuye al diablo la propiedad de la mina; está contada en el cortometraje documental ‘El inframundo de Rogelio’, del director y productor Álvaro Muñoz Sánchez.
Este documental que será estrenado el próximo viernes 13 de marzo en el marco de la versión número 60 del Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci), se realizó gracias a una beca del Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC) y se produjo dentro de la convocatoria de Relatos Regionales. Aunque ya se ha presentado en festivales internacionales, es la primera vez que se verá en las salas de cine de Colombia.
Álvaro Muñoz Sánchez es un caleño nacido en 1958, graduado de la escuela de comunicación social de la Universidad del Valle trabajó durante veinte años en programas de desarrollo regional, lo que le permitió recorrer gran parte del sur de Colombia, especialmente los departamentos de Nariño, Putumayo, Caquetá, Cauca y Valle. En los últimos 10 años se ha dedicado por completo a la producción de cine, actualmente vive entre Salento y Popayán, desde esta última ciudad dialoga con El País.
¿Cómo ha sido su trayectoria en la producción audiovisual?
Como comunicador social de la Universidad del Valle ejercí este oficio algún tiempo en proyectos regionales, después me incline por la producción audiovisual y empecé a trabajar en proyectos documentales.
Desde hace unos 10 años he producido los más importantes como en el 2009, en colaboración de Doc TV y Telepacífico, cuando hice el documental ‘Filigrana’ en el que describimos cómo ha sido la explotación del oro en el pueblo de Barbacoas (Nariño). Después, en el mismo departamento realizamos con mi equipo otro audiovisual sobre el surgimiento del rap y el reguetón en Tumaco.
En la región del Pacífico también dirigí el documental ‘Matachines de Guapi’ que narra cómo sucede una fiesta tradicional de esta población. Todos estos documentales se han transmitido por muchos canales regionales y proyectado en festivales a nivel internacional. En el 2013 realicé otro documental llamado ‘Memoria y voces de movilización’ sobre las marchas indígenas en varios lugares del continente, este lo logramos presentar en festivales de México y Europa.
En estos momentos estoy en la etapa final de la producción de otro documental que se llama ‘Volver al río’ y trata de un hombre del Pacífico que decide volver a su territorio, después de haberlo abandonado por la violencia. Esta producción la hice con el apoyo del Fondo de Desarrollo Cinematográfico (Pro Imágenes Colombia). También estoy trabajando en la preproducción para un largometraje de ficción que se llama ‘Punta de lápiz’.
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¿Cómo supo de la historia de Rogelio?
Caminando, cuando estuve trabajando en todos estos lugares donde habitan comunidades indígenas y afrodescendientes del Pacífico, conocí muchas historias, pero una de las que me llamó más la atención, hace ya 20 años, fue la leyenda de la mina ‘El vinagre’ ubicada en las entrañas del volcán Puracé, me impactó mucho esa locación, por lo que siempre quise hacer una película en este lugar.
Solo en 2017 tuve la posibilidad de conocer más fondo la comunidad de indígenas que trabajan en la mina, quienes me contaron la leyenda de que, durante la Segunda Guerra Mundial, un ingeniero descubrió en el volcán la mina de azufre más grande de Latinoamérica, transformando para siempre la vida de la comunidad indígena. Con el pasar de los años, y después de incontables muertes de mineros, comenzó a circular la historia de que el dueño de la mina, a cambio de riquezas, le había vendido el alma al Diablo, pero no la suya, sino las de los indígenas trabajadores.
En esa comunidad encontré a Rogelio que nació y creció bajo la influencia de esa mina a la que ha dedicado 35 años de su vida, por lo que él dice que la mina ya no es del diablo, sino de los indígenas.
Él se llama en realidad Luis Enrique, pero para el documental asume el nombre de Rogelio como una forma de representar a todo el grupo de mineros que quedan en la comunidad. No lo elegimos nosotros, fueron los mismos mineros quienes optaron porque él fuera el personaje de la historia, ya que conocía muy bien todo el contexto de la mina.
¿Cómo fue la producción de este documental?
Para rodar el documental hicimos un acuerdo con el resguardo indígena de Puracé y la empresa de minería que ellos dirigen, así iniciamos un proceso de investigación que se largó por más de un año, tiempo en el que definimos temas de seguridad y también de financiación. Pero el rodaje fue de cinco días en los cuales todo el equipo de producción estuvo viviendo con los mineros, bajando a la mina y en medio del azufre y las bajas temperaturas.
Después vino el proceso de edición y montaje que tardó alrededor de tres meses para obtener una pieza documental de 12 minutos.
Cabe destacar que este documental lo realicé en colaboración con varios de mis hijos, Juan Camilo, comunicador social; Nicolás, historiador, y con el menor de ellos, Simón que tiene 10 años. Incluso mi hija Juliana estuvo al frente de la parte administrativa y Andrés en la parte contable y jurídica. Este es un proyecto en el que participaron muchas personas, entre ellas un músico del eje cafetero, Carlos Hoyos y contamos con Jorge Román de Crayola Films, quien es uno de los mejores coloristas del país.
¿Cuál es la problemática que se describe en ‘El inframundo de Rogelio’?
La impactante forma en que los mineros indígenas sobreviven a las condiciones de la mina, a pesar de los años siguen arañando la piedra para sacar azufre y venderlo a algunas empresas que comercian con ellos, pese a que ya existen otras materias primas que reemplazan este elemento.
Los mineros y su comunidad siguen sobreviviendo con la venta de esos puñados de azufre, por eso el documental mantiene esa asociación entre la leyenda negra de la mina y la importancia económica que tiene para los indígenas. De hecho, esa mina es propiedad del cabildo indígena, gracias a la lucha de esta comunidad, porque inicialmente fue propiedad de una familia payanesa y luego del estado.
Nosotros esperamos que ‘El inframundo de Rogelio’ genere un interés el papel histórico que tiene esta comunidad y su mina.
Ficci
En el marco de la versión número 60 del Festival Internacional
de Cine de Cartagena (Ficci), se realizarán dos proyecciones de este documental en esta ciudad.
Estreno
La primera proyección será el viernes 13 de marzo a las 6:45 p.m. en el Cine Colombia del Paseo de la Castellana.
Repetición
La segunda oportunidad para ver el documental será el lunes 16 de marzo a las 4:30 p.m. en el Cine Colombia del Centro Comercial Caribe Plaza.
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