‘Kaia: despertando en lo profundo’, está en un abismo sin fondo, no hay nadie más que ella misma, silencio absoluto. Esta es la mística personificación de Natalia Ponce de León, la colombiana que aún cuando se creyó muerta, sobrevivió un ataque con ácido que le desfiguró el rostro, pero no el corazón.
Su historia es de valientes, y su cuerpo, el rastro de una mujer que transformó este trágico momento, en el inicio de un movimiento nacional, enfocado en combatir la violencia de género.
Hoy, ocho años después de un episodio que no debe repetirse, su nombre es sinónimo de resiliencia, y por eso acaba de lanzar su primer cómic de realidad aumentada, uno donde ella es la superheroína.
Se trata de Kaia, una innovadora historieta que se estrenó esta semana en la Muestra Internacional Documental de Bogotá, bajo realidad aumentada. Allí, Natalia Ponce es su propio personaje. Ella misma se presenta en caricatura, sumergida en un constante abismo de dolor y depresión que la lleva a una travesía por el reino espiritual, el cual está habitado por una gigantesca serpiente con el poder de sanar o destruir.
Cuando por fin vuelve de este viaje de introspección, regresa convertida en Kaia, una superheroína, defensora de los vulnerables y protectora de los inocentes, quienes han sido azotados por la injusticia y la violencia en la Colombia moderna.
El cómic hace parte del universo creativo de la serie ‘El poder de Priya’, bajo la coproducción de la Fundación Natalia Ponce de León, y la productora Rattapallax, con ayuda del equipo creativo de Melanconnie, Laura Velandia y Faebian Ceruleo, quienes le dieron un contraste colombiano a la historia y al arte, evocando la selva amazónica, el páramo andino y el desierto de La Tatacoa, elementos que inspiraron el mundo de Kaia.
El País dialogó con Ponce de León sobre la creación de su cómic —el segundo del que hace parte con su historia—, su proceso de sanación y su lucha por la prevención de la violencia contra las mujeres.
¿Cómo surgió la idea de crear un cómic que contara una historia de dolor y renacimiento, su historia, a través del arte y la tecnología?
Surgió en el año 2015, cuando el director Ram Devineni, quien es el creador de la productora Rattapallax, me contactó para este proyecto. Devineni fue quien creó, en el 2014, ‘Priya’s Shakti’, el primer cómic sobre una superheroína, India, sobreviviente de abuso, inspirándose en la historia real de una mujer que fue abusada sexualmente. A partir de esa historia se crearon varios capítulos de cómics basados en violencias de género. Así fue como surgió el segundo libro que se centró en los ataques con ácido. Él hizo toda una investigación en la
India y, para sorpresa mía, fueron las mismas mujeres en ese país quienes le dijeron que en Colombia se encontraba una activista que había sido quemada con ácido, fue así como me contactó. Fui inspiración junto a otras sobrevivientes de ataques con ácido, para crear el segundo cómic de esa serie, ‘Priya’s Mirror’.
En Colombia lo lanzamos en ARBO, pero también lo hicimos en Nueva Delhi y Nueva York. Y desde ahí empezó a surgir una amistad de todos estos años, así que dijimos: por qué no crear la primera superheroína colombiana, y el resultado fue Kaia. No puedo estar más agradecida y orgullosa del resultado.
¿A quién va dirigido este nuevo trabajo artístico?
Me convertí en una activista en pro de los derechos de las mujeres. El empoderamiento es mi trabajo y mi misión, así que Kaia es la reencarnación de Natalia Ponce de León, convertida en una superheroína colombiana, y por eso este trabajo va para todos los colombianos. Es un proyecto artístico que fomenta el respeto a la mujer, a las niñas, y con el que buscamos que, a través del arte, la literatura y la tecnología, se hable sobre el tema de violencias de género, se eduque y se prevenga.
Muchos ven lo que representa Natalia Ponce de León hoy en día, pero desconocen su lucha interna. ¿En qué momento decidió hacer de su dolor un motivo de resiliencia?
Llevo ocho años trabajando en esto. Ha sido todo un proceso, una lucha interna: primero para poder sanar, para poder aceptar, pero también para perdonar y perdonarme. Un proceso de acompañamiento desde el amor de la familia y desde el amor del mundo. Ahora soy conferencista y es justamente todo este aprendizaje el que llevo a las personas. Aprender a renacer y abrazar la adversidad.
¿Qué les dice con este cómic a esas mujeres que han pasado por hechos de violencia, para superar dolores físicos y emocionales?
No solamente esto va para las mujeres que han sufrido violencia, creo que es un mensaje para la humanidad. Hay que aprender a abrazar la adversidad y salir victorioso de ella, porque uno no puede lamentarse toda la vida de sus propias desgracias. Está en cada uno querer salir adelante, ser su propia heroína. Pero mi mensaje a las mujeres en general es que reconozcan las violencias, que no callen, que busquen ayuda y que no sientan vergüenza.
¿Desearía regresar el tiempo?
No deseo regresar el tiempo, lo de ayer ya pasó, lo de mañana no tengo ni idea, por eso vivo el presente y el ahora.
¿Qué es lo que más valora hoy?
Lo que más valoro es estar viva, ser una mujer feliz y sentirme bella.
¿Pensó en rendirse alguna vez?
Hubo momentos donde sentí mucho dolor y mucha rabia. Sin embargo, siempre tuve claro que quería salir adelante. La constancia hace al maestro. He sido muy perseverante, no paré, no he parado y no voy a parar. Esta lucha es de todos, para que esto que me pasó a mí, no le suceda nunca a nadie.
Natalia fue víctima de un ataque con ácido sulfúrico el 27 de marzo del 2014, a manos de Jonathan Vega, el hombre que llegó hasta su edificio ubicado al norte de Bogotá, haciéndose pasar por su exnovio.
El celador llamó a Natalia para que bajara, pues este se encontraba a su espera. Cuando lo hizo se sorprendió de ver a aquél hombre desconocido. Solo bastaron unos cuantos segundos para que Vega lanzara sobre ella aquél mortífero químico.
Tras sobrevivir a la agresión, y luego de 37 cirugías reconstructivas en su rostro y cuerpo, Ponce tomó la decisión de que quería dedicar su vida a la defensa y promoción de los derechos de las víctimas de ataques con agentes químicos.
Por eso, en 2015, creó la fundación que lleva su mismo nombre, para asesorar a las víctimas, especialmente, las de ataques con ácido.
Desde entonces su vida ha sido un ejemplo de superación a nivel mundial, de valentía y de fortaleza, así lo asegura su madre, Julia Gutiérrez de Piñeres, para quien su capacidad de aceptación, coraje y lucha ante cualquier acontecer en su vida, son su mayor virtud.
“Mi hija es mi heroína. Siempre se lo he dicho, incluso antes de que saliera el cómic. Le he dado todo mi apoyo de manera incondicional, y así será para siempre”, destaca su madre.
Y cuando se le pregunta por aquellas anécdotas que atesora de su hija, no puede olvidar un episodio puntual, en el que su historia cobró protagonismo en la escena internacional.
“Tengo muchas anécdotas de ella, pero hay una que me hizo reír mucho por lo despistada que ella es. El presidente francés, Emmanuel Macron, le escribió una carta para que formara parte del G7, en el tema de equidad de género a nivel mundial. Natalia sin duda no se lo esperaba, así que en ese momento me dice: ‘Oye, ma’, me escribió un señor Macron para invitarme a pertenecer a un grupo de mujeres’. Ella no captó que era el mismísimo Presidente de Francia. Cada vez que me acuerdo, me muero de la risa y ella también se ríe”.
Entre las múltiples hazañas que ha conquistado Natalia en su vida, quizá la primera fue haber luchado por alcanzar sus sueños.Estudió medios audiovisuales en el Politécnico Grancolombiano, de Bogotá, y al graduarse se fue a Londres, país donde aprendió inglés mientras trabajaba como mesera. No había, ni hay, una sola razón por la que esta mujer aplazara sus planes.
Luego de la tragedia, no se dejó consumir por la tristeza, aunque, claro, fueron muchas las noches que protestó contra su nuevo yo, sin entender aún el motivo por el que enfrentaba una de las pruebas más duras de su vida.
Pero como el tiempo es sabio, su historia y su voz han hecho eco en el mundo. Su activismo le ha permitido ser merecedora de importantes reconocimientos, como ser una de las cien mujeres del año, seleccionadas en 2016 por la BBC, y haber recibido ese mismo año el premio ‘Outlook Inspirations’, otorgado por el programa de radio Outlook de la BBC, como figura inspiradora y de gran coraje. O el de 2017, cuando fue unas de las doce mujeres escogidas por luchar a favor de los derechos humanos, recibiendo el premio ‘Mujeres con Coraje’, otorgado por la primera dama de los Estados Unidos, Melania Trump.
“Siempre me he sentido muy orgullosa de estos reconocimientos, pero pienso que son premios para Colombia, no para mí. Aunque soy la abanderada de esta lucha por la igualdad de género, busco que mi país sea más tolerante, más respetuoso, y en eso trabajamos todos”, destaca Ponce, quien dos años después de haber padecido aquella pesadilla que por poco termina con su vida, impulsó la Ley 1773 de 2016, llamada Ley Natalia Ponce, la cual aumentó las penas por este delito.
“Creo que esta ley fue un gran avance para Colombia. Anteriormente este tipo de ataques eran considerados una simple lesión personal, con una impunidad de 99,9 %, pero tras esta ley se convirtió en un delito autónomo, aumentando las penas de 30 a 40 años. Esto dependiendo del daño que provoque, y si es menor de edad, pero creo que es un gran avance para el país. Todavía nos falta mucho en temas de implementación de leyes, pero seguimos luchando”.
Hoy, como el ave Fénix, resurgió de las cenizas llena de vida, sueños y proyectos por cumplir. Dice sentirse libre de todo rencor u odio y, en cambio, ha dado paso a su rol como conferencista y a ser mentora de vida de otras personas que, como ella, fueron víctimas de violencia.
Ahora se muestra optimista ante el mundo, luce su rostro orgullosa de la mujer que hoy habita su piel y, dice, ha aprovechado al máximo su historia, una que espera contarle al mundo en su documental ‘Bajo su piel’. “Desde que me quemaron quise hacer un documental, por eso he ido documentando mi historia, todo mi renacimiento desde el día cero, es un trabajo en equipo, en codirección con Liliana Andrade, Simón Hernández y yo”.