La famosa canción ‘Me amo’, del Cuarteto de Nos, tiene unos versos que aplican a la perfección en las relaciones amorosas basadas en la agamia, una nueva tendencia que privilegia la individualidad de las personas: “dibujé un corazón que dice ‘yo y yo’, me amo”. En efecto, como indica la palabra agamia, fusión de los términos griegos “a” (sin) y “gamos” (unión íntima o matrimonio), quienes se reconocen en esta tendencia no buscan relaciones amorosas tradicionales, por el contrario, tienen claro que no se casarán y quieren ante todo disfrutar del amor, pero sin perder su independencia.

Las relaciones agámicas pueden ser abiertas, por lo que tienen algunas semejanzas con el poliamor, aunque, en su forma más libre, la agamia evita jerarquizar y tener exclusividad con alguna pareja. También tienen un énfasis en el autoconocimiento y el proyecto individual de cada persona, que deben respetar y no alterar porque se tenga una relación amorosa.

En la agamia se disfruta del amor, pero manteniendo la mirada en sí mismos y sí mismas, sin establecer un proyecto común a futuro con alguna pareja, como sí sucede en los noviazgos tradicionales.

La agamia puede fomentar que se sostengan una o varias relaciones amorosas al tiempo, pero con la condición de no mezclarlas con los proyectos personales. | Foto: 123RF

De acuerdo con Paula Dávila, psicóloga de pareja, “la agamia es una decisión voluntaria, pensada y construida para el individuo en particular, que se forma cuando las personas no se identifican con las instituciones tradicionales del amor en pareja, como el noviazgo formal y el matrimonio; ellos prefieren apostar por un proyecto de crecimiento personal, en el que toman la decisión de no tener hijos y ser solteros de forma indefinida”.

La psicóloga considera que este tipo de relaciones se ajustan más a las sensibilidades de los jóvenes actuales, “por un lado, hay una decepción con la institución del matrimonio, y por otro, tienen más conciencia de que al ser pareja deben hacer sacrificios y limitar sus posibilidades, mientras que ellos desean vivir centrados en su propio yo, trabajando en desarrollar su potencial y utilizar toda la energía para cumplir sus metas, mientras que otros la invierten en el matrimonio”.

Si bien rechazan el compromiso formal, esto no impide que las relaciones agámicas establezcan vínculos de amor genuinos. Como afirma la psicóloga clínica, Mara Tamayo, “los jóvenes de esta generación buscan libertad, pero no se niegan al amor, se niegan a las ataduras, teniendo relaciones que, por lo general, no son duraderas, o si lo son, se mantienen bajo los parámetros de la agamia”.

Para Tamayo, una relación agámica permite explorar el amor y experimentar, “porque a veces son muy jóvenes y atarse a una relación desde tan temprana edad no es lo más recomendable en la actualidad, quizá en el pasado las personas se amarraban a una relación desde muy jóvenes, pasaban por el noviazgo y luego el matrimonio, pero hoy todo ha evolucionado”, comenta.

Ahora bien, una relación basada en la agamia no es para todas las personas, quienes se adentren en este nuevo universo amoroso deben poseer mucha amplitud mental y un amor propio muy fuerte, así como dice la canción: “soy mi pareja perfecta”, puesto que la clave del éxito consiste en no reproducir, por inseguridad e inmadurez, los mismos comportamientos tóxicos de las relaciones tradicionales.

“Es una decisión y una elección que debe tomarse después de un trabajo personal largo y de conocerse mucho, cuando la persona es honesta consigo misma y sabe cuáles son sus necesidades, deseos y proyectos; hay que tener supremamente claro que al empezar una relación con alguien, ninguno está interesado en el matrimonio, y que permanecerán con la libertad de fluir y generar nuevos vínculos afectivos desde esa particularidad”, explica Dávila.

Por su parte, la psicóloga Tamayo puntualiza en que nadie debería aventurarse en una relación así, “si no tiene una personalidad bien definida, gran autoestima y es autónoma en sus decisiones, no puede ser alguien emocionalmente dependiente”. Dado que solo de esta forma, las personas pueden tomar decisiones maduras y consentidas para acceder a las experiencias amorosas que ofrecen esta clase de relaciones.

Así mismo, recomienda que es importante contar con suficiente carácter para sincerarse desde el primer momento y dejar claras las pautas de la relación, decirle a la otra persona, “Me gustas, me encanta estar contigo y me siento atraída, pero yo no quiero compromisos. No quiero hijos. No quiero matrimonio”. En este sentido, vale recordar que los celos, en teoría, no tienen cabida en las relaciones agámicas.

La agamia tiene similitudes con el poliamor, es una relación sexoafectiva que permite varias parejas.

Pero, como sostiene la psicóloga Dávila, “los celos están contemplados dentro de todos los vínculos que el ser humano establece, pero son moderados de acuerdo al nivel de madurez y seguridad que cada uno elabore en sí, la agamia no quiere decir que no se pueda amar, solo que hay un estatus de soltería y libertad de tener otras relaciones, pero puede generar los mismos riesgos que en otros vínculos”.

No obstante, las profesionales en psicología señalan que la agamia hace parte de las relaciones amorosas fluidas, es decir, que pueden transformarse y desembocar en otras diferentes, “porque somos seres humanos y, pese a las reglas, dos personas pueden comenzar a tener más exclusividad y decidir entre los dos, por voluntad propia, formar una pareja más tradicional”, concluye Tamayo.

Consejos

No es un juego

Lo más importante es definir si realmente esa es la clase de relación que se desea experimentar, tener certeza sobre las libertades, así como los riesgos emocionales y de diversa índole que se asumen. “Porque no puede entrar a jugar con las personas y tener relaciones de forma irresponsable, no es una coartada para el libertinaje y la promiscuidad”, afirma Mara Tamayo.

Las relaciones agámicas tienen como base la negación del matrimonio.
Buscar asesoría

Para Paula Dávila, también es recomendable que una persona interesada en empezar relaciones agámicas o poliamorosas, asista primero a terapias con una psicóloga para tener claridad sobre lo que desea.