En el mundo del entretenimiento, los actores, a menudo, se configuran en íconos de admiración y amor por su habilidad para dar vida a personajes memorables. Sin embargo, existe un sombrío fenómeno que afecta a muchos intérpretes: aquellos que son amenazados en la vida real debido a los roles de villanos que representan en las historias de ficción.
Estos ejercen como figuras intrigantes y carismáticas dentro de la narrativa, una habilidad que les permite evocar emociones negativas en el público, y que, a su vez, se convierte en un testimonio del talento actoral. No obstante, lo que pareciera ser un punto a favor, se ha convertido en una pesadilla, pues llegar a interpretar a estos personajes les ha llevado a desencadenar una reacción extrema y nociva en el mundo real.
Tal es el caso que uno de los actores más reconocidos en el país, Andrés Parra, famoso por interpretar al temido narco colombiano ‘Pablo Escobar’ en la serie El Patrón del Mal, tuvo que rechazar jugosas ofertas por las implicaciones que le significaba, para su integridad física y mental, personificar al narcotraficante.
“Hay miedo al encasille y tomé la decisión de no participar más en series de narcotráfico, o por lo menos, no volver a hacer de capo. Es que empezó una moda y en cualquier cosa que hicieran sobre narcos me invitaban a hacer capítulos, se volvió incómodo. Por momentos yo ya no era Andrés Parra, en la calle me gritaban ‘Pablo’”, cuenta el actor, a quien curiosamente también lo odiaron por interpretar al expresidente venezolano Hugo Chávez en la serie ‘El Comandante’, papel por el que tuvo que desistir de ciertas cosas. “La gente se puso muy sensible con el tema. Me amenazaron y me insultaron, incluso tuve que cerrar Twitter”, comentó el actor en su momento.
Algo similar le está ocurriendo a quien representara a ‘Armando Mendoza’ en ‘Yo soy Betty, la fea’, quien ha sido testigo de lo que puede generar ser el malo del cuento. El actor, Jorge Enrique Abello, contó en una entrevista para televisión nacional, que fue objeto de amenazas por su papel de ‘Horacio’ en la nueva y exitosa producción del Canal RCN, ‘Ana de nadie’. Aunque, con franqueza aceptó que ese sentimiento de odio fue el que siempre buscó para su papel. “Pude haberlo hecho más encantador, pero le estaría quitando el verdadero foco a la historia. Me esmeré mucho en lograr que me odiaran. Todo el mundo me dice que me odia, pero ese odio me lo he ganado a pulso. Había escenas en las que tenía diálogos suaves, pero al interpretarlos los volvía más duros”.
La frase que incitó el odio
En la era de las redes sociales, la interacción entre los actores y sus seguidores ha alcanzado un nivel sin precedentes. Aunque la mayoría de fanáticos son respetuosos y aprecian el arte de actuar, hay quienes cruzan los límites y dirigen su ira, con amenazas, hacia los actores que interpretan villanos, o que hacen mención de algo que consideran ofensivo.
Estas amenazas pueden manifestarse en forma de acoso en línea, mensajes de odio e incluso, amenazas de muerte, ya que la naturaleza anónima de las plataformas permite que los detractores se escondan detrás de un perfil sin rostro, exacerbando la situación. Así le ocurrió a Youlin Moscoso, la actriz, de Pitalito - Huila, quien fue duramente criticada por su acento y por decir “me chimba conocerte”, en la serie mexicana ‘La Rosa de Guadalupe’. El término provocó tal desazón en algunos colombianos que, además de ser objeto de burlas, fue víctima de amenazas de muerte, incluso contra su hijo de 9 años. “Comentaban cosas de mi hijo y me decían: ‘La odio. Si viene a Colombia, ya está muerta”, contó ella. Y mientras algunos tengan dificultades para separar al intérprete del personaje que encarna, ser villano seguirá siendo un karma.
Un capítulo de terror
Julián Román ha sido otro de los actores colombianos que se sumó a la lista de actores amenazados. Hace poco recordó, que fue por culpa de uno de sus papeles, el de Carlos Castaño en la producción de RCN ‘Los tres Caínes’, que llegaron a amenazar su vida, pero también la de su familia. “Cuando la iban a estrenar, me llegó una carta con los nombres de mis sobrinos, escribieron que sabían donde vivía, y que olvidara la serie, que ya no la hiciera más, -ya terminándola de grabar-, me quedaban cinco capítulos”.