Con ocasión del Día del Padre, rastreamos las historias de padres e hijos que comparten -más allá de los lazos de sangre- la pasión por un oficio.

Conozca seis casos de padres e hijos colombianos que comparten mucho más que la sangre que corre por sus venas. Ellos son colegas y nos cuentan cómo es la aventura de compartir profesión con el ser que más aman, admiran y respetan. Especial del Día del Padre.Vocación en los genes El amor por la ortopedia y la traumatología la llevan los herederos Martínez en las venas y también en la vocación. Todo empezó con el abuelo, Benjamín Martínez Correa, uno de los primeros ortopedistas de Cali. Siguió con Alfredo Martínez Rondanelli y se ahora se perpetúa con Juan Pablo Martínez Cano, el hijo de Alfredo, que en décimo semestre de medicina tuvo el llamado por la especialidad . “Yo no pensaba ser ortopedista cuando empecé a estudiar. Pero cuando roté en ortopedia me encantó”, reconoce este caleño de 32 años, docente de Icesi. Padre e hijo atienden en la Fundación Valle del Lili, comparten conocimientos clínicos. “Cada vez que él me pregunta le doy mi concepto y él debe tomar la decisión”, dice Alfredo quien considera que así se comparta la misma profesión “uno debe considerar al hijo como cualquier otro profesional de la misma especialidad y respetar sus conceptos y conductas”. Juan Pablo, quien es ortopedista y traumatólogo deportivo, dice que tener la misma profesión le permite compartir más con su padre. “Hemos diversificado nuestra práctica y cada uno tiene sus fortalezas”.El mejor encuadre Enrique Ordóñez, gracias a su padre el cineasta y fotógrafo Pakiko Ordóñez, aprendió a ver el arte como un juego. “Desde niño me acostumbré a estar en un laboratorio de fotografía y rodeado de los amigos cineastas de mi papá. Eso fue una fortuna”. Enrique hoy es maestro en artes plásticas, profesor de fotografía y videoarte y su carrera es el mayor orgullo para su papá, el legendario documentalista, cofundador del Festival internacional de Cine de Cali y realizador de proyectos como 'El Cofre', 'Función de gala' o 'Lenguaje maestro'. “Nunca le impuse nada, fue un sueño secreto que él siguiera estos caminos. Él se hizo solito”, dice Pakiko quien reconoce solo se “entromete” en el trabajo de Ernesto “cuando me participa, en cambio él sí se involucra en mi trabajo” (risas). Ellos comparten saberes en la Escuela de Cine Digital, creada por Pakiko. “No se trata de superar al maestro sino de compartir las profesiones, de tener un aprendizaje mutuo”, anota Ernesto.Por amor a las mascotasEllos son Luz Carime, Enrique y Deya Milena, más conocidos como los Doctores Zamudio, quienes durante casi 50 años se han encargado de velar por el bienestar de las mascotas de los caleños. Enrique Zamudio Rangel, veterinario de la Universidad Nacional, empezó a ejercer su oficio en casa. Luz Carime lo acompañaba en el manejo y la atención de los animales y luego, con los años, Deya Milena apoyó a su padre como secretaria en la clínica. Luz Carime, egresada de la Universidad de Caldas, fue la primera en seguir los pasos de su padre y también en lidiar con el rechazo de quienes no veían -hace 30 años- a una mujer en la veterinaria. Luego, con Deya Milena, la clínica amplió sus puntos de atención al sur y al norte de Cali. Y el futuro es promisorio: Andrea Zamudio, nieta de Enrique, ya estudia para ser veterinaria.Padre e hijo a las carrerasGustavo, padre del piloto caleño Gustavo Yacamán Júnior, cuenta que desde los 4 años de edad su hijo mostró madera para las carreras. A los 7 años estaba en la escuela de karts y poco después tuvo su primera carrera. Y fue tal el talento del hijo que el padre se retiró de correr para apoyarlo. “Hoy está en un nivel muy superior al que yo alcancé. Manejo su publicidad y ‘marketing’, pero en la técnica no me meto absolutamente para nada, excepto si hay algo que le pueda aportar, y si le aporto no es mucho”, dice el padre. Sin embargo, Junior tiene su queja: “Algunas veces quiere estar enterado de muchas cosas y se estresa un poco cuando no sabe qué está pasando”.Eso sí, el hoy destacado piloto de la Indy Lights reconoce con orgullo que sin su padre no habría llegado donde está, porque “es muy difícil para un niño tener el apoyo de sus padres para correr karts sin que estos tengan alguna relación con el automovilismo”. “Mi papá tiene una forma impresionante de relacionarse con la gente. Conoce amigos hasta en el desierto y es un vendedor audaz, yo soy más tímido e introvertido. Pero aparte del bigote y un par de kilos de más, la gente dice que somos iguales”, dice Júnior. Por su parte, Yacamán padre admite que a veces han tenido momentos difíciles en su relación: “Por no estar de acuerdo en la forma de mirar las cosas, pero cada uno asume su responsabilidad. Al final él toma una decisión que, en su real entender y saber, considera que es la mejor”.En lo que siempre coinciden, según Junior, es “en las ganas de triunfar. Y en que nos gusta trabajar duro y ver resultados”. “Mi papá me hace sentir orgulloso todos los días. Aparte de ser gerente de una empresa que le da muchísimo trabajo, es mi mánager y ha sido el único después de Pablo Montoya (el padre de Juan Pablo Montoya) en conseguir patrocinio nacional para un piloto. Esto es algo muy difícil de lograr. Cada vez que veo mi carro lleno de empresas colombianas me siento muy orgulloso de mi padre”.Actores a mano limpiaVariel Sánchez, actor de la serie ‘A mano limpia’ (Vicente, el joven malo) dice que mucha gente ni sabe que es hijo del actor Julio Sánchez Cóccaro (que en ‘Tres Milagros’ hizo de papá de la Milagros de clase media). “Él ha dejado que forje mi propia carrera, al principio ni quería que trabajara en la tele siendo tan niño. No me ha abierto puertas ni palancas, pero me enseñó la mística y por eso nos respetan como actores. Me falta mucho para aprenderle, ese viejo tiene mucha cancha. Él me dice: ‘Muy bien’ o ‘Te faltó un poquito’, pero no es un papá mamón, es buena onda”, agrega. “El día que más orgulloso estuvo de mí fue cuando me gradué en aviación” -dice Variel- y “ cuando saqué adelante un personaje difícil en teatro”.