“Oportunidad es una de mis palabras favoritas. La vida me ha dado unas cuantas, La primera, quizá, cuando tan solo tenía doce años. Mi destino era morir”, dice Irene Villa González en su libro ‘Los ochomiles de la vida. La vida es un reto: afróntalo’.

El 5 de mayo de 2018, cuando tenía 12 años, esta española fue víctima de un atentado de ETA, al producirse el estallido de una bomba adosada al vehículo en el que viajaba, camino del colegio, con su madre. Irene perdió las piernas y tres dedos de una mano y su madre perdió una pierna y un brazo.

Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid y con estudios de Psicología y Humanidades, Villa es autora de los libros ‘Saber que se puede’, ‘SOS víctimas del terrorismo’, ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’, ‘El libroabrazo’ y ‘Como el sol para las flores’. Es esquiadora alpina paralímpica, campeona de la Copa España en la modalidad en silla y fue campeona de España de eslalon y subcampeona en Súper Gigante y eslalon gigante. El 18 de junio de 5:15 p.m. a 6:00 p.m., a través de coomeva.com.co/exposer, ofrecerá la conferencia ‘Los ochomiles de la vida’. Hablamos con ella.

¿La única discapacidad es la actitud negativa?

Efectivamente. Y hay algo que ayuda a mantener la actitud positiva, el paso definitivo: la aceptación. Una vez que lo aceptas, el camino es muchísimo más fácil porque de pronto se allana. Para ello es importante mirar hacia las posibilidades y dejar de ver lo que te falta o las limitaciones. Y francamente, me costó muy poco gracias a una madre positiva que me dijo: “Esto es lo que hay tú decides, llorar o empezar de nuevo. Y empecé de nuevo”.

¿Qué pensamientos son discapacitantes?

Yo intento discriminar al menos tres grandes grupos que generan limitaciones: el miedo, el ego y la mala actitud.

¿Cómo pudo una niña de 12 años superar el ser víctima de un atentado?

Gracias a una madre que dijo: “Perdónales porque no saben lo que hacen”. Aquellos terroristas no sabían el daño que estaban ocasionando para, finalmente, no conseguir sus deseos secesionistas.

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¿Cuál ha sido el mejor consejo que le ha dado su mamá en la vida?

“Tienes dos opciones: encerrarte a llorar, o luchar por la vida que tenías”. No me lo pensé dos veces y opté por lo segundo.

¿En qué momento perdonó a los terroristas y qué logró en usted?

Desde el primer momento, tuve una gran maestra, una madre que supo inculcarme que si no perdonaba la única que iba a sufrir sería yo. El mayor logro de sentir una paz en tu corazón y liberarte: romper el vínculo con quien te hizo daño.

¿Cómo aprendió a perdonar y por qué es importante el perdón para salir avante?

Aprendí casi en el mismo instante en que supe lo que me había pasado. Y ese aprendizaje me ha servido en muchas otras ocasiones en las que me he dado cuenta de que cuanto antes se perdona, antes puedes sanar tu vida. Y enfocarte en lo verdaderamente importante, todo aquello que tenemos que agradecer cada día. En mi caso no dejaba de agradecer que aquella bomba no acabase con nuestras vidas.

¿Cuál es la verdadera reparación a las víctimas?

La memoria, la verdad, la dignidad y la justicia.

¿Aún piensa en el atentado?

No tengo ningún problema en recordarlo, es parte de mi vida. Y me ha ocurrido más veces, lo más doloroso y difícil de superar es lo que me ha hecho crecer y tener más autoconfianza.

¿Cómo superó el miedo?

Tengo dos máximas: “no te preocupes, confía” y “no juzgues, bendice”. Y mi lema: “lo mejor está por venir”, así que no me da miedo embarcarme en nuevas vivencias y experimentar nuevas emociones.

¿Qué pensamientos negativos asaltaron su mente y cómo los contrarrestó?

Al principio me preocupaba quién iba a querer estar con una mujer sin piernas, sin embargo fui la primera de mis compañeras que tuvo pareja durante muchos años. Contrarresté aquellos miedos con lo que sí estaba en mi mano: estudiar y no perder a mis compañeras del colegio y una vida de una adolescente común y corriente.

¿Qué miedo no ha superado?

Quizás cuando eres madre (tiene tres hijos) y te preocupa el dolor de tus hijos, pero miedos como tal no tengo o al menos, no pongo mi atención en ellos.

¿Por qué ver los sucesos infortunados como una oportunidad ?

Porque no hay oportunidad de aprender a vivir de otra manera, de dejar de aferrarnos a esa zona de confort de la que nunca hubiéramos salido, pero que tantas opciones ofrece.

¿Ha sido víctima de discriminación?

Jamás me he sentido así, quizás al revés, por tanto cariño que la sociedad nos expresó, es lo más potente para salir del túnel del dolor en que de pronto un día te ves.

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Cualquier práctica deportiva es muy sana para el cuerpo y la mente y tenerlos activos es fundamental para la salud física y emocional. Me encanta hacer rutas en bicicleta, el descenso de ríos en piragua, esquiar, bucear, bailar...

¿Cómo asumir cualquier tipo de duelo?

Con la mente abierta, eliminando nuestras creencias limitantes, perdonando ese gran dolor (especialmente en la pérdida) y agradeciendo la nueva oportunidad que se abre con la vida que recién comienza.

¿Qué le recomienda a los colombianos para no perder la esperanza?

Que piensen que lo mejor está por venir, no se pueden dar por vencidos ni tirar la toalla aunque la situación sea dramática. Hay que poner la atención en la parte positiva de la incertidumbre que radica en que cuando no hay nada seguro, todo es posible; la única certeza es la muerte, el resto son oportunidades.