Juan Eduardo Jaramillo se jubila después de una trayectoria de 27 años en el periodismo. Reconoce que está feliz, al igual que su familia, que permanece unida, pese a sus horarios, muchas veces extendidos, y a sus ausencias durante muchos cubrimientos.
Deja su legado: Hazañas Maestras, pero espera emprender pronto un nuevo proyecto, su propio programa de entrevistas, con su estilo natural, fresco y sin máscaras.
Es orgullosamente bugueño, ¿cómo fue su historia familiar?
Sí, orgullosamente bugueño, hijo del Señor de los Milagros. Mi papá era médico y se tenía que ir a Bogotá, a hacer una especialización en urología y nos fuimos con él. Somos cuatro hermanos, yo soy el mayor, periodista, el que me sigue es zootecnista, el otro, economista, y el último es médico. Estudiamos en Cali una buena parte de la primaria y en Bogotá terminé el colegio y la universidad.
¿Qué recuerdos tiene de Cali?
Tengo muy buenos recuerdos de cuando vivíamos en el ingenio, eso era un paraíso, una tranquilidad, éramos muy felices e íbamos todos los días a Cali, al colegio, y volvíamos por la tarde.
¿Mostró la faceta de periodista desde niño?
Desde que tengo uso de razón oigo radio, desde pequeñito, me gustaba mucho. Soy hincha del poderoso Deportivo Cali y estaba siempre atento los resultados del equipo, oía a los narradores de fútbol o y a los comentaristas, veía los pocos noticieros que había en televisión, sabía quién presentaba, identificaba a los periodistas.
¿Qué edad tenía cuando se fueron a vivir a Bogotá? ¿Dónde estudió?
Teníamos unos 13 o 15 años. Estudié en la Universidad de la Sabana en Bogotá, donde me gradué de periodismo, Pero antes, hice un par de años de derecho en el Externado de Colombia, y aunque no me llamó la atención, esos dos años de jurisprudencia me sirvieron. Sin embargo, me di cuenta de que no era lo mío. Y me cambié a comunicación social, terminé feliz en la universidad porque estaba seguro de haber escogido bien.
En la ‘U’ encontró el amor...
Sí, allí conozco a Natalia (su actual esposa), era monitora de la materia de radio. Y comenzamos a salir y tres años después de noviazgo, con algunas interrupciones, nos casamos. Ahora tenemos tres hijos, el mayor es comunicador social, en la mitad está María, que es psicóloga y trabaja con la Fundación Techo para mi País, y el menor es Martín, abogado, pero está tomando los cursos del periodismo, y me tiene contento.
Al inicio, trabajó en un periódico, luego en la política, ¿cómo le fue?
Comencé a trabajar en el Nuevo Siglo como editor internacional. Luego me fui al noticiero nacional y comencé en televisión, Me llevó Paulo Laserna, a quien le tengo un enorme agradecimiento. Fui reportero político, cubría el Congreso de la República, que me parece súper aburrido. Me enteré de lo bandidos que son muchos políticos, uno se quedaba aterrado de ver cómo un tipo de estos que le robó todo a su ciudad, a su departamento, estaba de congresista. Estoy hablando de hace 30 años.
¿Llegó a Noticias RCN, cuando este noticiero se fundó?
Así es, Paulo Laserna fue el primer director del noticiero y comenzamos a buscar camarógrafos, editores, periodistas, reporteros, corresponsales, ingenieros, productores, y comenzamos a armar el noticiero.
Hablemos de una noticia que quizás lo hace feliz, no tanto a los televidentes, que se jubila, ¿eso significa el retiro definitivo o sí?
El próximo 31 de diciembre me retiro definitivamente del Canal RCN, en el que estuve 26 años y 8 meses, feliz, y muy agradecido porque el canal y el noticiero me permitieron desarrollar mi trabajo a plenitud, conocer sitios, hice cubrimientos especiales, conocí mucha gente, no solo reconocida, sino del común, muy valiosa.
Usted es un hábil cronista, más allá de la presentación...
No sé si sea muy hábil, pero me encanta la crónica y tengo una sección en el noticiero que se llama Hazañas Maestras, una especie de hijo que yo dejo en RCN, y es una sección que nos inventamos con Claudia Gurisatti, hace unos nueve o diez años, en donde resaltamos el trabajo de los maestros en los rincones más apartados del país y creo que no me faltó ningún departamento por recorrer, encontré historias de profesores que tenían que caminar horas para dictar clases, atravesar ríos, montar a caballo, cruzar la montaña, hasta llegar a una escuelita diminuta, desbaratada, abandonada por el Estado, por los alcaldes y gobernadores.
¿Cuál de esas hazañas maestras le ha impresionado más?
En Barranquilla grabé una historia con un profesor de 45 años, ciego, sordo y mudo, que enseñaba tejido, pero su mamá era su apoyo. En Málaga encontré una historia de una escuela pegada en las últimas montañas de Santander, quedaba lejísimos, y cuando llegué tenía un solo alumno, Carlitos. Hoy en día debe tener 15 años. La profesora hacía el esfuerzo grande para llegar por su único pupilo, caminando dos horas. Grabé en Silvia, Cauca, la historia con la profesora Dora. Estaba embarazada y caminaba horas para llegar a la escuela. En Bucaramanga hallé a un profesor de niños ciegos, es invidente.
¿A qué se dedicará desde enero?
No he tenido el tiempo de pensarlo mucho, pero tener en televisión o en radio un programa de entrevistas, me encantaría.
¿Cuál ha sido la clave para la duración de su matrimonio?
Esta es una profesión difícil que demanda mucho tiempo, tengo que agradecerle a mi señora, que cuando comencé en RCN hace “veintipico” de años, nuestros hijos estaban pequeños, yo trabajaba los fines de semana, y ella hacía funciones de papá y mamá, enseñarles a montar bicicleta.
Llevamos 33 años casados y vamos muy bien. Ella también tiene planes para esta nueva etapa. Sabíamos que debía tomar la decisión de jubilarme, estamos todos muy contentos del cambio y si comienzo a hacer otras cosas, será en otro horario, otra actividad y en otro lugar.