La inclusión y la transformación social fueron el motor para que 13 mujeres, entre los 18 y 38 años de edad, provenientes de Cali y Jamundí, hicieran parte del proceso de formación gratuita que ofreció, como desde hace siete años, la Escuela Johanna Ortíz, un proyecto académico con el que la prolífica diseñadora de modas, impulsa ahora a las mujeres de la región.
Durante seis meses, el grupo que recientemente culminó una valiosa etapa académica, fue formado en labores propias del sector textil, como operarias con formación especializada en desarrollo de técnicas de confección y manualidad en alta costura.
Con esta, han sido siete las cohortes que se han realizado, desde que el programa vio la luz por primera vez en 2017. Una hazaña que involucra a una de las industrias más fuertes del país, y de la cual, cerca de 83 personas, en su gran mayoría mujeres afro y víctimas del conflicto, se han beneficiado.
“La escuela Johanna Ortíz es un programa que se creó con el propósito de desarrollar capacidades, potenciar el talento y promover la inclusión de mujeres en condición de vulnerabilidad, a fin de contribuir al mejoramiento de su calidad de vida y sus capacidades laborales”, destacó Juliana Sardi, directora de asuntos corporativos y comunicaciones de Johanna Ortíz.
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Y es que, cerca de 55 de estas mujeres ya hacen parte de la compañía, pues una vez terminaron el proceso de formación en la Escuela se vincularon formalmente con la marca. “Con ello, estamos convencidos de que un programa de formación en alta costura crea valor, brinda oportunidades laborales, pero además impulsa la industria, no solo fortaleciendo la mano de obra, sino creando todo un motor en pro del desarrollo textil”, resaltó Sardi.
No obstante, la Escuela opera en alianza con el Sistema Nacional de Aprendizaje SENA, y la Fundación Alvaralice, lo que ha permitido construir un sólido proceso académico, pero también, de desarrollo social. Y por si fuera poco, JO trabaja de la mano con la Fundación WWB, Compromiso Valle, y cuenta con el apoyo del grupo de Voluntarios de la organización Johanna Ortíz para cumplir una meta en común: promover la formación para el trabajo, aumentar la empleabilidad y aportar al desarrollo del Valle del Cauca.
“El proyecto de la Escuela JO fue el sueño de poder transmitir e inspirar desde el arte de la costura, poder profesionalizarla y tener ahora a todas estas mujeres valiosas aprendiendo de la labor que hacemos y nos apasiona. Es contagiarlas un poco de ese amor por el oficio, y caminar juntas”, dijo la reconocida diseñadora de modas,quien en línea con este propósito, se unió también a la iniciativa Compromiso Valle, convirtiendo su marca en una de las 175 empresas que son parte del programa de Empleabilidad Inclusiva de la iniciativa.
“La Escuela fue el cambio que necesitaba en mi vida, aprender algo nuevo fue un gran reto. En este tiempo aprendimos muchas cosas, iniciando con el cómo enhebrar una aguja, hasta lograr hacer un vestido, lo cual es muy gratificante, y mucho más el saber que puedes crear algo con tus propias manos. Estoy profundamente agradecida con la compañía JO, la fundación y el Sena, por brindarnos la oportunidad de aprender, crecer a nivel personal y profesional”, dijo María Del Pilar Panameño, beneficiaria del programa.
Construir futuro
Además del proceso de formación en alta costura, las trece mujeres capacitadas recibieron salario de aprendices, acompañamiento psicosocial, fortalecimiento en habilidades socioemocionales, competencias para la vinculación laboral, auxilio de transporte, alimentación y dotación.
”Estamos totalmente convencidas de la importancia de brindar hoy herramientas a las mujeres, no solo para transformar sus propias vidas, sino también las de sus familias y sus entornos cercanos. Y en ese sentido, consideramos que la escuela es una herramienta muy poderosa para generar estas capacidades”, Juliana Sardi.