Benito Antonio Martínez Ocasio trabaja embolsando las compras de los clientes de un supermercado de Vega Baja, una ciudad a media hora de San Juan, de Puerto Rico. Seis años después estará conquistando otro tipo de “mercados”, batiendo récords en la industria musical.

El mayor de los tres hermanos Martínez Ocasio nació el 10 de marzo de 1994, en San Juan, de Puerto Rico. Su infancia ha transcurrido en Almirante Sur, otra localidad del país. Su madre es profesora de inglés y le exige una puntualidad inglesa, su padre es conductor de un camión y le roba las zapatillas deportivas que no usa para regalárselas a otros chicos del barrio, que, él considera, pasan más dificultades que sus hijos.

Suele vestirse de conejo en los típicos días durante los cuales los niños se disfrazan para celebrar el Carnaval. De ahí viene su alias, Bad Bunny, de ahí y de una foto suya de niño disfrazado de conejo y con cara de malo.
A los 13 años, Benito —para quien el salsero Héctor Lavoe era Dios—, compone y produce sus primeras canciones en el ordenador y las sube a la aplicación Soundcloud. Se tiene fe. En las fiestas de garajes de barrio saca a relucir su voz púber y nasal. En San Juan de Puerto Rico da breves conciertos para darse a conocer. Entretanto, en el comercio de Vega Baja, se divierte analizando a la clientela, familias con escasos recursos y otras pudientes. Cursa un par de años de Comunicación en la Universidad de Puerto Rico, y la deja. Hubiera podido ser director de cine.

No sabe tocar instrumentos ni leer partituras. Sueña con aprender a tocar piano antes de morir. Pero sabe hacer trap y así asoma su cabeza rizada a la escena musical. (Googleando la definición de trap aparece que es un subgénero musical urbano que nació en la década de los noventa; marcado por un carácter desvergonzado, letras sin pelos en la lengua sobre la calle, las drogas, la violencia y un sentimiento compartido de queja de la situación que viven los jóvenes).

En 2020 ya es el artista global número 1 en Spotify. El salto a la popularidad en la industria del

reggaetón lo da con ‘Diles’ en 2016, con una letra que escandaliza al más moderno de los papás: “Yo si tengo flow, él no tiene flow. Yo a ti te martillo y te doy dembow”. Con dicha canción consigue su primer contrato discográfico.

Al trap, subgénero del rap, el llamado ‘Conejo malo’ le mezcla ritmos del reguetón de su tierra con pizcas de balada pop, bachata y rock, cantando en su lengua natal y en una jerga ininteligible para sus detractores y osada, para sus seguidores.

Colabora con artistas del género: Ozuna, Farruko, Arcángel y Ñengo Flow. Su éxito se propaga en Instagram, SoundCloud y YouTube. DJ Luian lo escucha y le propone lanzarse fuera de Puerto Rico bajo el sello independiente Hear This Music. A finales de 2016 sale con Soy Peor, un trap lento: “Yo no estoy para amores de meses. No estoy pa' pelea' ni estupideces, búscate a otro pa' que te bese. Ninguno 'e esos cabrone' a mí se parece”, y nace una estrella del rap latino, dicen los entendidos en materia de música urbana.

Hace, literalmente, lo que significa el acrónimo con el que titula su trabajo musical, ganador en los American Music Awards del Álbum Latino del Año: YHLQMDLG: “Yo hago lo que me da la gana”. ‘El último tour del mundo’ es el primer trabajo, completamente en español, que debuta en la primera posición de la lista Billboard 200.

No hay quien lo convenza de cantar en inglés. Por lo menos, no por ahora. Ha actuado con Drake, con Cardi B, con Jennifer Lopez, siempre en español. “Hay que romper eso de que los gringos son dioses… No, papi”, dice.

Genera escándalo a su paso, y no solo por sus faldas, sus uñas pintadas y sus gafas estrafalarias, —desde niño le atrae más la ropa femenina que la masculina, la ve más creativa y dinámica—, lo hace además con sus triunfos, como en 2020 cuando la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores le concede el premio a compositor latino.

Mientras arrecian las críticas en su contra, aumentan sus seguidores que suman 42,7 millones en Instagram y 26,8 millones en TikTok y los suscriptores de su canal de Youtube llegan a los 43,1 millones. Su popular videoclip ‘Dákiti’ (es el nombre de una playa de San Juan y también sensación de euforia), superó los 350 millones de visualizaciones en mes y medio.

Sus discos son: El Conejo Malo, X 100pre, YHLQMDLG, El Último Tour del Mundo y Un Verano sin Ti; un recopilatorio: Las que no Iban a Salir, y un álbum colaborativo con el colombiano J Balvin: Oasis. Con todos ha batido récords. Dicen que es el sucesor de Daddy Yankee y le dan la corona de rey por ser capaz de conseguir hits en menos de 24 horas.

Entre sus locuras está el gusto que Bad Bunny tiene por entrevistarse a sí mismo, es como una especie de autoexamen. Uno de sus interrogantes más recientes fue qué huella dejaron sus padres en su carrera, la respuesta: “Responsabilidad, disciplina; la constancia de mi madre, la honestidad de mi padre”.

Le llueven tantas críticas como billetes de 100 dólares en sus canciones: “eso es parte del fronteo, el género urbano. Yo siempre trato de mantener ese equilibrio y estar siempre con las raíces, con la calle… Al final a mí me gusta, yo crecí escuchando eso. A veces hay gente que lo critica, pero al público le gusta, le gusta cantarlo”.

No se sabe qué tan duro le pegan las críticas, pero en cuanto al rechazo que hay al reguetón, tiene su propia opinión: “no se va a superar nunca, eso es como el racismo o la homofobia. Suena feo, suena horrible, no sé si hoy me levanté negativo, pero eso es algo que no va a acabar nunca”, dijo a un reconocido diario español el que “Pa’ un VIP, un VIP, ¡ey!. Saluden a Tití. Vamo’ a tirarno’ un selfie. Say ‘Cheese’, ¡ey!”.

Para él, “el reguetón es un género que viene de la calle, del underground, de la gente pobre que no tuvo opciones. A veces, hasta criminales, pero no lo digo de forma despectiva. Gente que salió de la cárcel, o vendían drogas, y al final vio una luz en ese género. Muchos pudieron abandonar ese estilo de vida y comprarse casa y carro. Creo que de ahí viene ese rechazo. Pero no me molesta, que digan lo que quieran, hay un mundo entero bailando las canciones, disfrutando de la vida sin prejuicios”.

En febrero de 2020 es invitado al espectáculo de Medio Tiempo del Super Bowl LIV, y protagoniza una actuación memorable junto a Shakira, Jennifer López y J Balvin. Semanas después lanza su segundo álbum, ‘Yo hago lo que me da la gana’: “Estaba bien cabrón, para perrear, para romper la carretera”, se lamenta porque estalla la pandemia y con esta el confinamiento.

Debe desistir del gran concierto en Puerto Rico, olvidar la gira la gira por Europa, las discotecas. El Conejo se torna inquieto, extraña actuar. Se va a su cuarto y enfrente del espejo canta y baila, se imagina al público coreándolo. Saca un disco recopilatorio de Las Que no Iban a Salir. Y en noviembre publica El Último Tour del mundo.

Es cuarentena y graba ‘En casita’, una canción con su pareja, la modelo y diseñadora de joyas Gabriela Berlingeri —con quien se casó en el video musical ‘Titi me preguntó’—. Ella tiene 28 años, al igual que él y es su inspiración. Cantaron juntos El Apagón, lo acompañó en el video de René Pérez ‘Antes que el mundo se acabe’, junto a otras famosas parejas, además fue la fotógrafa de la portada de Bad Bunny para Rolling Stone. También lo motivó a componer muchas canciones de su disco ‘Un verano sin ti’, en cuyo video promocional también aparece ella. Se ha llegado a decir que están esperando un hijo.

Pero también muchos creyeron que después de ‘YHLQMDLG’ publicaría un álbum más y dejaría el ruido por un tiempo, como él lo dijo. A otros les sonó a estrategia publicitaria. “Lo dije porque lo sentía; yo cambio de ánimo de repente, soy bien sentimental”.

Y sí desapareció de la escena de 2016 a 2018, “estaba metido en una cápsula, sin enterarme de nada. El mundo me veía, pero yo estaba desaparecido”, recuerda quien un día se despertó en Argentina y descubrió que un familiar suyo estaba enfermo, que habían nacido más primos, que le faltaba ver más combates de boxeo y películas. Se encontraba en Argentina y regresó a Puerto Rico. Estaban en plenas protestas raciales. “Yo pasaba una situación donde no me sentía bien”, cuenta quien se había desconectado del móvil y las redes sociales, pero volvió.

El intérprete de La Canción, Callita, Loca, Soltera, I Like It, Má, Soy Peor y Titi me Preguntó, ya arribó a Hollywood con su participación en ‘Bullet Train’, filme en el que compartió créditos con Brad Pitt, Joey King, Aaron Taylor-Johnson, Hiroyuki Sanada y Brian Tyree Henry. Además hizo parte de la más reciente entrega de ‘Rápidos y furiosos’, donde tuvo una participación especial. También está en la tercera temporada de Narcos: México’. Y eso que le teme a los escenarios.

“Me enorgullece cantar en español, en el español que hablamos en Puerto Rico, sin cambiar el acento”. Bad Bunny, cantante.

Bad Bunny ha logrado mucho en poco tiempo. Este mes de agosto se convirtió en el primer intérprete no angloparlante en ganar el premio al Artista del Año en los Video Music Awards de MTV. Ha obtenido 130 premios en la industria musical y es uno de los artistas más escuchados en las listas de reproducción de importantes plataformas digitales.
Tan solo en Spotify alcanzó más de 8.300 millones de streams en 2020, cifra que superó al año siguiente con 9.100 millones de reproducciones, y 5.300 millones de visualizaciones en su canal de YouTube.

Para Gilberto Cárdenas, de GCQ Promotions, representaciones artísticas, el Conejo Malo, sin duda, se ha convertido en un fenómeno musical, independientemente del contenido de sus letras, su puesta en escena o sus condiciones vocales. “Hoy por hoy, es el artista de mayor reconocimiento global y algo que nos debe de hacernos sentir orgullosos, es que es latino y con el español nos está abriendo las puertas en muchos mercados donde antes no pensábamos llegar”.

Para él, este artista no está sobrevalorado como muchos piensan, “simplemente es un talento que llegó tan solo hace seis años a la escena musical y, con un estilo muy particular, ha logrado conquistar el gusto de la juventud, la que más consume música urbana. Esta es una realidad y el que quiera ir en contravía de esta, creo, que simplemente se va a estrellar con el gusto musical del público”.

Otros como el P. Art de Comunicaciones, Hernán Arce, coinciden en que como este artista, pocos. Para él, el secreto del éxito del boricua radica en que llegó en un momento clave para el impulso de su carrera, pues fue hace poco más de seis años cuando el género ya había tomado gran fuerza en la industria musical. “El género necesitaba refrescarse, es innegable que esta música es machista y Bad Bunny llegó a revertirla. No solo con sus letras, su música es distinta, hace fusiones urbanas con diferentes géneros. Así que su éxito es ser y hacer cosas distintas. Sabe y comprende muy bien la cultura que está consumiendo su música”.

Pero aunque su talento lo tenga en la cima, su música y su personaje han sido, para muchos, de odios y amores. Detractores del artista han dicho que estas canciones “ni son arte, ni baile, ni danza, ni letras, ni canto, ni música, ni nada”, al menos así lo considera el cantautor, locutor de radio y músico mexicano, Rodrigo de la Cadena, para quien el lenguaje, en boca de este representante del reguetón, ha sido el más afectado: “Se ha desfigurado, torcido; ha quedado amorfo en las letras de estos bodrios que usurpan el nombre de la canción. La gente paga lo que sea por eso, pero no van a escuchar música sino que acuden a recintos a quedar afónicos gritando, a ver a un estrafalario del ‘playback’ lleno de luces y rodeado de bailarines haciendo lo de un producto tecnológico, ficticio, de la mercadotecnia”.