Entonces Anabelle, a sus 11 años, conoció el mar. Un par de meses antes había viajado por primera vez en avión, a Bogotá, a realizar el cásting para el concurso televisado de canto ‘La Voz Kids’.

Y aquellos dos viajes -que habían de marcar un antes y después, porque escuchar el rumor del mar y sentir su espuma en los pies por vez primera divide la vida de todo hombre y mujer- habían sido el resultado de una ecuación improbable: de la mezcla entre la fe, el talento y la providencia.

A finales del año pasado Anabelle estaba allí, en su casa, en el barrio El Poblado II, oriente profundo de Cali, quizá ayudándole a su madre a preparar las salsas o los jamones para las arepas que ella vende en una esquina del barrio, cuando su tía Yuli le dijo: “Bueno Ana, vamos a hacer el video para que mandes a ‘La Voz Kids’. Hasta hoy hay plazo... Nada perdemos...”.

Y lo hicieron. Anabelle cantó ‘La maldita primavera’, su tía la grabó, enviaron el video al canal y luego la vida siguió igual: Anabelle yendo al colegio, su madre Pilar vendiendo las arepas todas las tardes y su padre Jeiner arreglando zapatos.

Hasta que llegó eso a lo que ellos, su madre, su padre, su hermana, ella misma, se refieren como ‘el milagro’: una llamada en la que alguien le decía que había clasificado al cásting de ‘La Voz Kids’ y que ahora le enviarían los tiquetes para el viaje.

Fue entonces cuando Anabelle Campana Rivera y su madre, Pilar Rivera, abordaron un avión por primera vez en sus vidas. “Fue el día en que conocí el cielo”, dice ella, y suelta una risa tímida, contenida, como de quien cree que acaba de decir una tontería sin comprender que en realidad ha pronunciado un verso.

Pero faltaba más. Meses después, cuando hubo superado cada uno de los pasos antes de ser elegida por Andrés Cepeda para ser parte de su equipo, el propio Cepeda decidió llevarla a ella, junto a su madre, a conocer el mar.

Y hoy, luego de que más de 10 millones de colombianos la vieran en televisión coronarse como la ganadora del concurso, después ser recibida en su barrio con orquesta y cantos y caravanas, después de aparecer en las portadas de tantos diarios y revistas, algo exhausta por las entrevistas que no cesan desde el pasado domingo, lo recuerda, y un cierto brilla aparece en sus ojos: “Eso fue lo más hermoso de esta experiencia. Claro que soy muy feliz por haber ganado, pero lo más bello fue haber conocido el mar”.

Atrás de nosotros su madre se limpia las lágrimas.

Es apenas comprensible: la vida los ha desbordado a todos. Nadie podía siquiera imaginar que la niña que a los 3 años imitaba a su padre cantando ‘La chispa adecuada’ de los Héroes del Silencio, y que luego se hizo famosa en su colegio cantando en los actos culturales, y después en su barrio amenizando fiestas e interpretando música popular, su preferida, se convertiría en este fulgor.

Lea también: Barbie Rodríguez, la modelo colombiana que le ganó la lucha a la depresión

Todos supieron siempre lo de su voz, lo de ese don del universo que para ella es el instinto de entonar casi perfectamente, de infundir a cada canción esa cualidad que causa la conmoción en quien la escucha. Todos lo supieron.

“Pero estas cosas no. Uno cree que estas cosas les pasan a otros, pero no a uno mismo”, dice Pilar. Y entonces enumera las razones de su poca fe: que nunca habían salido del barrio, por ejemplo; o que su hija nunca había estudiado música y, además, que si la elegían, ¿de dónde iban a sacar la ropa para vestirla?

Pero los caminos de la fama son inescrutables.

A los jurados los conmovió aquella voz potente y tierna a la vez, que lo mismo interpreta una canción de Ana Gabriel o una balada de Nino Bravo.

Y también la figura de aquella niña cándida, risueña y elocuente, que al final pudo sortear todas las improbabilidades. No necesitó estudiar música, porque lo suyo es un don de la naturaleza y, la noche de la final, por ejemplo, no tuvo que preocuparse de sus zapatos, pues su padre se los hizo con sus propias manos.

Y quién iba a poder imaginarlo: además de tantas fotos y glamour y luces y cámaras de televisión, pudo conocer el mar.

El gran premio

Luego de ser elegida como la ganadora del programa, Anabelle podrá firmar un contrato con Universal Music.

De la mano de la disquera, se espera que la pequeña pueda producir contenido original, y lanzar su carrera como cantante en el país.

El programa también le da una beca para cursar estudios universitarios en la universidad que ella desee. Anabelle quiere estudiar música cuando termine su colegio. Actualemente cursa primero de bachillerato.