Desde que Emily Cooper apareció en las vidas de los amantes del glamour, el drama y la comedia romántica, en octubre de 2020, en la piel de la actriz Lily Collins (la hija del baterista, cantante, compositor, productor y actor británico Phil Collins), se creó una fanaticada a nivel mundial por Emily en París, serie de Netflix, que espera cada nueva temporada con ansias locas.
La historia atrapa: una estadounidense de veintitantos años, proveniente del Medio Oeste de Estados Unidos, se muda a París al aceptar una oportunidad de trabajo inesperada, su misión es llevar el punto de vista de una norteamericana a una destacada empresa de marketing francesa. Las culturas chocan mientras ella se adapta a los desafíos de la vida en una ciudad extranjera, y hace malabarismos con su carrera, nuevas amistades y amores.
Recorrer escenarios parisinos de la mano de esta joven y de sus amigos, mientras ella destapaba, uno tras otro, looks asombrosos, resultó alucinante para quienes amaron esta ficción.
Hubo quienes llamaron a Emily en París la nueva Sex and the City, no en vano la producción contrató a Patricia Field, quien fue vestuarista de la ficción que protagonizó Sarah Jessica Parker y de la película El Diablo Viste de Prada.
La propia Collins, protagonista y productora de la serie, pensó que Emily era “una fan de Sex & The City”. En una entrevista con E!, dijo que imaginó a Emily como “una chica que había crecido viendo esa ficción y que se inspiraba mucho en Carrie Bradshaw”. Sus joyas son un guiño a ella; sus vestidos, un homenaje a Audrey Hepburn en Funny Face.
La historia también tuvo, desde un inicio detractores de la misma, enojados por cómo se refleja un estereotipo —equívoco, según algunos— del parisino. Para críticos de medios como AlloCine: “La serie pudo haber sido genial de no haber sido por la caricatura de los franceses (...) Son descriptos como arrogantes, sucios, vagos, desagradables, amargados... pero afortunadamente esta joven americana llega para explicarnos cómo funciona la vida. Es simplemente deplorable, me pregunto, ¿por qué actores franceses aceptaron participar?”.
La producción ha tenido un impacto tangible en el turismo, con muchos fanáticos viajando a París para experimentar los lugares icónicos de la serie. Ha revitalizado el interés por la moda francesa y ha inspirado una nueva ola de contenido digital centrado en el estilo de vida parisino. Es así como algunos admiran y otros apuntan su dedo acusador hacia el creador de esta historia con la cual muchas jóvenes soñadoras se identifican: Darren Star, el cerebro detrás de mega éxitos como Sex and the City, que parecía insuperable.
Al director le sobran razones para argumentar el porqué de su ‘osadía’: “Hace bastante tiempo quería hacer un programa sobre una persona expatriada. Cuando tenía 19 años, hice toda la gira de mochila por Europa durante el verano, aterricé en París y me enamoré de la ciudad. Pensé que sería genial compartir ese sentimiento con una audiencia y crear una ficción que explorara la experiencia de lo que es ser un estadounidense en el extranjero”.
El nombre, Emily, admite el creador, es un guiño a la película Amélie (2001), tiene su misma sonoridad.
En la cuarta temporada, Emily Cooper deja temporalmente las calles de París para explorar la belleza eterna de Roma, acompañada, entre otros, por su jefa en la agencia, Sylvie Grateau, y el nuevo integrante, Raoul Bova. Debe afrontar situaciones complejas, que la llevan a aflorar más facetas de su personalidad. Y esa nueva Emily está dando más problemas. “Es divertido interpretar a alguien que la lía un poco”, afirma Collins. Ella ofrece un personaje que conserva su temperamento perfeccionista y alegre, pero se permite ser más complicada. “Me hizo feliz que en esta temporada se pueda ver a Emily sintiendo todo tipo de cosas, teniendo una crisis nerviosa y no estando perfecta todo el tiempo, pudiendo ser más vulnerable. En esta temporada la vemos siendo más compleja y permitiéndose serlo”, contó Collins en el el pódcast Still Watching.
Entre vivas de sus fans y para pesar de sus detractores, regresó Emily Cooper, quien no puede dejar de pensar en los dramáticos acontecimientos de la boda fallida de Camille y Gabriel. Emily siente una conexión fuerte con dos hombres, pero su situación se complica al descubrir que la exnovia de Gabriel, Camille, está esperando un bebé. Y Alfie ha confirmado sus peores temores sobre la relación entre ella y Gabriel.
““Al que no quiere caldo, le dan dos tazas”, se dice coloquialmente, Emily en París ya va por su cuarta temporada, dividida en dos partes de cinco episodios cada una. La primera está en Netflix desde el pasado 15 de agosto y a partir del próximo 12 de septiembre llegará la segunda. Y llegan con más drama, romance y desafíos.
La historia sigue explorando los desafíos de Emily, mientras navega por las complejidades de la vida profesional y personal en una cultura muy diferente. Ya no es la joven ingenua e idealista del comienzo, sino una profesional más experimentada y segura de sí misma.
Esta vez la trama abordará sus relaciones personales y profesionales, y temas como la lealtad, el éxito y la búsqueda de la felicidad en un entorno que suele ser implacable. La sofisticada Sylvie Grateau (Philippine Leroy-Beaulieu) se enfrenta a un dilema de su pasado que pone en peligro su matrimonio. En la Agencia Grateau hay reestructuración de personal. Mindy Chen (Ashley Park) y su banda están preparándose para el concurso de Eurovision, pero se quedan sin dinero. La química entre Gabriel (Lucas Bravo) y Emily es innegable mientras trabajan en la búsqueda de una estrella Michelin para el restaurante de Gabriel.
- ¿Collins, habrá quinta temporada?
-Me encantaría ver a Emily en Tokio.
2. Rock y amor
“Me encanta interpretar a una mujer que es ella misma sin remordimientos y le encanta trabajar, y eso es algo positivo, y que todavía esté luchando por encontrar un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, porque creo que siempre estás tratando de encontrar lo que funciona para ti. Así que no tenerlo todo el tiempo es algo que está bien, y me encanta interpretar a un personaje que celebra eso”, afirma la británica-estadounidense Lily Collins sobre Emily Cooper, personaje que ha convertido su rostro en uno de los más conocidos de Hollywood.
Pese a la fama, su vida personal es discreta. La actriz y modelo, de ascendencia judía, nació en Guildford, Inglaterra, un 18 de marzo, hace 35 años. Desde niña percibió el arte en las paredes de su casa. Su padre es Phil Collins, el mítico baterista y cantante de rock —quien cantó el tema ‘En mi corazón vivirás’, del filme de Disney, Tarzán—, y de la actriz Jill Tavelman, su mamá. Tiene tres hermanos: Nicholas Collins, Joely Collins y Simon Collins.
Cuando ella tenía cinco años de edad, su papá los dejó, después de haberle sido infiel a Jill, su segunda esposa, y haberlo confesarlo mediante un fax.
Luego del divorcio de sus progenitores en 1996, Lily se fue a vivir con su madre a Los Ángeles, donde conoció de cerca el mundo del séptimo arte. No fue nada fácil adaptarse. “No podía manejar el dolor y la confusión que rodeaban el divorcio de mis padres, y me costaba mucho equilibrar la adolescencia con la búsqueda de dos carreras diferentes para adultos... Muchas de mis inseguridades más profundas provienen de estos problemas con mi padre”, confesó Lily, quien en su autobiografía, ‘Sin filtros. Sin vergüenza, Sin arrepentimiento. Solo yo’, dice que lo perdonó.
Allí también cuenta que sufrió de anorexia por varios años, enfermedad que llegó a su punto máximo a sus 16 años. En el 2017 protagonizó To the bone,’ filme que trata de dicha enfermedad. Para interpretar el papel bajó de peso.
Pese a su fallida relación con su padre, Collins le heredó el talento musical. Es así como la actriz ha cantado en soundtracks de películas como Mirror Mirror, adaptación de Blancanieves que protagonizó en 2012.
Escribió artículos para NY Confidential, de la revista británica Elle Girl y para Seventeen; fue corresponsal de Nickelodeon en los Kids’ Choice Awards, donde era ella quien entrevistaba a varias estrellas de cine. Muy pronto sería ella la entrevistada.
Su talento actoral quedó al descubierto, cuando salió en algunos episodios de ‘90210′, serie juvenil.
Fanática de las sagas Star Wars y Harry Potter, Collins fue considerada para uno de los papeles principales en la cinta Star Wars: episodio VII.
En 2009 dio su paso al cine, en The Blind Side, interpretando a la hija de Sandra Bullock.
Fue sumando filmes, en 2013, en Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, coprotagonizó junto a Jamie Campbell Power. De esa película nació su relación con este intérprete británico, a quien conoció durante el rodaje, y que se prolongó, de forma intermitente, hasta 2018.
Pero antes, ya figuraba Collins en las noticias de farándula, por su romance en 2011 con Taylor Lautner, que entonces reventaba las taquillas de los cines con la saga de Crepúsculo, pero fue algo fugaz. “Era como un amor adolescente en el instituto. Era algo así como ‘tengamos una cita’”, dijo de aquella relación Denzel Whitaker, compañero de reparto de ambos en Abduction.
Y en 2012 tuvo un romance con Zac Efron, con quien también ha compartido set.
En 2019 comenzó a salir con el actor Charlie McDowell. El 25 de septiembre de 2020 anunció su compromiso a través de su cuenta de Instagram y el 4 de septiembre de 2021 contrajeron matrimonio.
Ella se confiesa amante de las novelas de Jane Austen, dice que no hay mejor plan para relajarse que leer. Su libro preferido es Orgullo y Prejuicio.
Algunos datos
- Collins comenzó a actuar a la edad de dos años en la serie de la BBC Growing Pains.
- Obtuvo reconocimiento por su rol protagónico en la película Rules Don’t Apply (2016), donde interpretó a Marla Mabrey, papel que le valió una nominación a los Globo de Oro 2016, a mejor actriz en película de comedia o musical. Fue nominada a otro Globo en 2020 en la misma categoría por su protagónico en la serie Emily in Paris.
- Películas: Mirror Mirror, Stuck in Love, Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, Love Rosie, To the Bone, Okja, Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, Tolkien, Inheritance, Mank y The Cradle.
3. Moda y glamour
Si algo caracteriza a Emily Cooper es su estilo definido y glamour.
En una entrevista para Vogue, Lily Collins ella contó sobre la experiencia trabajar con Patricia Field: ‘Me dio su propia ropa personal para usar en varias escenas. En un momento dado, se quitó la chaqueta de la espalda y me hizo ponerla después de que el clima cambió de soleado a lluvioso durante el rodaje’. Asimismo, en la escena donde Emily viaja de Chicago a París, la vestuarista le dio su propia mochila MCM vintage.
La falda tutú de Emily fue un guiño a la de Carrie Bradashaw.
Estos son tan solo algunos de los looks soñados por las seguidoras.
SOMBREROS Y BOINAS
La diseñadora Marylin Fitoussi, con el apoyo de Patricia Field, ha creado distintos atuendos prestando especial atención a la evolución de Emily a través de la moda. Y la mayoría de estos estilos los ha complementado con el uso de arriesgados gorros y boinas, siendo un guiño al estilo parisino.
El BOLSO COLOMBIANO
El bolso Toblach de la diseñadora barranquillera Silvia Tcherassi se destaca en el look de Emily. Con un precio de 490 dólares, este accesorio, en color nude amarillo, combina con la chaqueta oversize y la minifalda, es una reinterpretación del maximalismo fashionista que la serie ha presentado.
BAILE DE MÁSCARAS
Un homenaje a Bitelchús, este mono de impacto. Los zapatos Mary Jane superpuestos, la gran pamela con el antifaz y su peinado faux bob completaron el efecto dramático tanto como la falda miriñaque superpuesta.
TRIBUTI A CAPUCCI
Un bello atuendo rojo fue un tributo directo a la moda italiana, con un diseño en honor a Roberto Capucci. La pieza ‘Nove gonne’, fue un diseño en tafetán de seda roja con nueve faldas circulares superpuestas.
INFALTABLES EMILY
La ‘tote bag’ es una bolsa amplia y espaciosa, hecha de lona, con dos asas que permiten llevarla en la mano o al hombro.
El ‘dolcevita’, conocido como ‘turtleneck’ en inglés, es un suéter de cuello alto que se convirtió en un símbolo de la moda italiana, especialmente durante los años 50 y 60.
El ‘cárdigan’ toma su nombre de James Thomas Brudenell, VII conde de Cardigan, recordado por su papel en la Guerra de Crimea (1853-1856).
Los pantalones palazzo, con una pierna ancha que se ensancha desde la cintura hasta el dobladillo, se popularizaron en los años 70.