Jaime Andrés Monsalve, escritor manizaleño, crítico y periodista musical, jefe de Programación Musical de la Radio Nacional de Colombia, nos lleva de viaje por la historia de la música colombiana a través de 150 discos que marcaron la ruta de nuestra musicalidad y que están reseñados en su nuevo libro En Surcos de Colores.
—¿Cómo seleccionó los 150 discos?
Recordando mi infancia, son discos que estaban en todas las casas colombianas, muchos fueron éxitos comerciales como Claudia de Colombia, pero tenía que establecer cuál de todos sus discos tenía más éxitos. La lista inicial era de 100 y quedó en 150.
—¿Qué artistas no podían faltar en los hogares colombianos?
Los Panchos, Jaime Llano González, Silva y Villalba, el Súper Mosaico Imperial, Los Carrangueros de Ráquira, alguna edición de los 14 Cañonazos Bailables.
—¿Cuáles fueron los discos más difíciles de conseguir?
El Enterrador, bambuco grabado en 1908 por el dueto antioqueño Pelón y Marín; Yo Amanecí, del acordeonero Andrés Landero, cuyos discos terminaron todos en manos de coleccionistas mexicanos y El Maravilloso Mundo de Ingeson, de Los Speakers, una pieza de rock progresivo que se adelantó a los trabajos de Pink Floyd.
—¿Cómo consiguió tantos datos curiosos?
He sido ratón de biblioteca y estuve muchas horas revisando periódicos viejos y los libros de investigadores de diferentes épocas. En una noticia vieja encontré la historia de Julio Torres Mayorga, quien con apenas 20 años forma el primer grupo vallenato bogotano y el día que llega a Cartagena a presentar su trabajo, se ahoga en el mar.
—¿Ha habido una época más prolífica que otra para la música colombiana?
En el año 61, una nota de prensa afirmaba que Colombia era el tercer productor de discos de Latinoamérica y que el 65 % de los discos que compraban los colombianos eran de artistas locales. Hoy solo sobreviven dos compañías disqueras colombianas que siguen produciendo música.
—¿Las nuevas plataformas le han ayudado a la música nacional?
Han contribuido muchísimo porque estamos a un clic de distancia y discos que eran difíciles, se pueden ubicar en Spotify o en Deezer.
—¿Cuál es el disco que partió en dos la historia de nuestra música?
La Tierra del Olvido, de Carlos Vives, nos catapultó hacia nuevos horizontes y la banda sonora de Escalona con los arreglos modernos que trajo al vallenato.
—La música colombiana da para varios libros, con más discos...
Como coleccionista me sorprendo cada día con la discografía de este país, siempre aparece una nueva joya desconocida.
—¿Por qué Colombia produce tanta música?
Aquí la música ha sido una de las formas de sobrellevar tantas cosas malas y en un país con tantos desarraigos conecta con los territorios. En otros países todo es homogéneo, aquí tenemos regiones diferentes, lo que hace que tengamos una oferta musical envidiable.
—¿Hay un renacer del vinilo o es algo que tiene un nicho muy particular?
No estoy de acuerdo con que el vinilo suena mejor que el CD, pero es cierto que la única manera de tener la colección completa de algún artista es tener los discos, mi interés es historiográfico. Este año el CD ha regresado superando las ventas del vinilo. Me da miedo que algún día se caiga el internet y se borre todo (risas). Propongo que la gente vuelva a estos discos y revivan la experiencia a la luz del presente.
—¿Qué debe tener una buena colección de discos?
No hay reglas, lo que uno quiera, lo que a uno le guste. Es un reflejo de la personalidad.
—¿Es fan vergonzante de algún músico?
No hay música vergonzante, hoy se admira a artistas que hace 30 años eran despreciados.
—¿Qué nos falta por descubrir en la música colombiana?
Todo. Esto es un universo, aquí se ha hecho y se hace de todo: rock, música campesina, nueva canción, salsa, todo, falta todo por decir en la música colombiana.
Infaltables:
- Diomedes Díaz.
- Garzón y Collazos.
- 14 Cañonazos Bailables.
- Claudia de Colombia.
- Lucho Bermúdez.
- Carlos Vives.
- Alci Acosta.
- Fruko y sus Tesos.
- Helenita Vargas.
- Binomio de Oro.