Cuestionada por sus orígenes, pasado, exesposo, familia de sangre, raza, tipo de belleza, forma de vestir, gustos e iniciativas, la exactriz estadounidense Meghan Markle ha sido escudriñada y juzgada por un importante sector la prensa británica desde que en 2016 se confirmó su relación con el príncipe Harry.
La antigua actriz de 38 años se encuentra ahora en Canadá, donde desea, junto con su esposo, forjar una vida más independiente de la monarquía del Reino Unido que les permita, dicen, obtener sus propios ingresos y redefinir su relación con los medios.
La marcha de los duques de Sussex, que plantea interrogantes sobre su futuro papel y financiación con fondos públicos, se debe en parte al acoso ejercido por los periódicos -en su mayoría conservadores y muchos sensacionalistas-, a los que reprochan sus calumnias y ataques misóginos y racistas.
En su página web Sussexroyal.com revelan que en adelante gestionarán la cobertura de sus propios eventos y ya no se someterán al ‘Royal rota’ -el selecto grupo de corresponsales acreditados ante la Casa Real-, lo que ha sido criticado por el sindicato británico de periodistas NUJ.
Misoginia y racismo
Al confirmar su noviazgo en noviembre de 2016, el príncipe Harry -él mismo reacio a los medios tras la muerte de su madre, la princesa Diana, en un accidente de coche en París en 1997 cuando era acechada por fotógrafos- condenó “el trato abusivo con connotaciones racistas” dado por los tabloides a Meghan, de padre blanco y madre de raza negra.
Días antes el Daily Mail, la cabecera más vendida del país, ironizaba con que la joven era “casi salida de Compton”, cuna de la élite inglesa, en un artículo en el que describía el barrio “tomado por las bandas” en el que vive su madre, Doria Ragland, en Los Ángeles.
Otras informaciones antes y después de que la pareja se casara en mayo de 2018 han incluido acusaciones de su hermanastra por parte de padre Samantha tildándola de “desalmada” y “trepadora”, y reproches de su padre, que admitió haber cobrado dinero.
Se ha achacado a Meghan atormentar a Kate, esposa del príncipe William y a quien se percibe como ajustada al protocolo, y se ha criticado su presunta vulgaridad en el vestuario y los modales, lo que la comunidad negra interpreta como una forma de racismo.
Tras el nacimiento del hijo de Meghan y Harry, Archie, en mayo de 2019, el locutor de la BBC Danny Baker fue cesado después de tuitear una foto de una pareja con una cría de chimpancé y, en las redes sociales, un joven neonazi, posteriormente convicto, acusó a Harry de “traidor de la raza blanca”.
El pasado octubre, 72 diputadas británicas escribieron a Meghan para solidarizarse por los ataques “con desfasadas connotaciones coloniales” y misóginos que recibe de la prensa.
Y en un documental de ITV ese mes, Meghan confesó su sufrimiento por las calumnias y dijo que sus amigos británicos ya la habían advertido de que la prensa amarilla “destruiría” su vida.
En un artículo publicado ayer viernes en The New York Times, la autora británica mestiza Afua Hirsch dice que los negros en el Reino Unido comprenden “por qué Meghan quiere irse”, pues es juzgada con el criterio de una “rígida sociedad clasista” donde “hay una profunda correlación entre privilegio y raza”.
La “hipocresía” de los Sussex
La misma escritora admite no obstante que muchos británicos de minorías étnicas quedaron “perplejos” por la decisión de la entonces actriz y activista feminista de casarse con un príncipe y entrar así “en el corazón del establecimiento” del Reino Unido.
Por su parte, la columnista del diario de derechas y monárquico The Daily Telegraph, Sherelle Jacobs, también mestiza, asegura que la decisión de los Sussex de dejar sus obligaciones y el país no se debe al racismo, aunque lo haya habido, sino a su deseo de “tenerlo todo”.
Jacobs considera que la pareja exhibe un “victimismo narcisista” e hipocresía, pues, junto con sus deseos de independencia quiere conservar su mansión real en el castillo inglés de Windsor y la paga que les da el príncipe Carlos, acaba de tomarse siete semanas de vacaciones pagadas y se desplaza en avión privado pese a sus llamamientos a la protección del planeta.
La Monarquía británica busca contrarreloj una “solución factible” al futuro de los duques de Sussex, Harry y Meghan, cuyo estatus ha de ser redefinido tras anunciar inesperadamente que se alejarán de la institución.
El corresponsal de realeza de la cadena BBC Jonny Dymond indicó este viernes que los funcionarios de la Corona se encuentran inmersos en negociaciones y deliberaciones, con el objetivo de establecer “en cuestión de días y no semanas” un nuevo rol para el príncipe Harry y su esposa, Meghan Markle, que se ha marchado a Canadá.
El matrimonio anunció el pasado miércoles, sin previa consulta a otros miembros de la Monarquía, que dividirá su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica (posiblemente Canadá, donde la duquesa residió durante siete años) y que trabajarán para llegar a ser económicamente independientes.
¿Perderán sus títulos?
Los expertos en Casa Real no descartan que, en el hipotético caso de que no se alcance un acuerdo, Harry, el hijo menor de Carlos de Inglaterra y la malograda Diana de Gales, sexto en la línea sucesoria, pueda perder sus títulos o incluso tenga que renunciar a ellos.
Los medios locales informan que Meghan ha regresado a Canadá, donde ella y su esposo pasaron recientemente seis semanas -incluyendo el periodo navideño, rompiendo con la tradición-. Allí se encuentra su hijo, Archie, de ocho meses.
45 % de los británicos respalda la decisión de los duques, mientras que un 26 % de los participantes en el sondeo la rechaza y un 30 % no opina. Un 63 % considera que la financiación de sus gastos debe cambiar.