Lauren Arboleda estaba en sus últimas semanas de embarazo cuando la audiencia latina de Estados Unidos la vio ganar el Master Chef Latino 2.
Esta caleña de 28 años celebraba la noticia de su segundo embarazo cuando le dieron la buena nueva de que la habían aceptado en el reality de cocina. Admite que la invadieron los nervios y el miedo, pensando:
“No puedo dejar solos ni a mi hijo de tres años ni a mi esposo, además estoy embarazada. ¿Qué voy a hacer?”. Fue precisamente su compañero de vida quien la animó a vivir la experiencia que la llevaría al triunfo.
¿Qué siente después haber ganado el Master Chef Latino?
Me siento feliz. Este es un logro muy gratificante. Cuando presenté las audiciones no sólo me preocupé por mi hijo de 3 años al que tendría que dejar en casa junto a mi esposo, en ese momento sabía que estaba embarazada y cuando me dijeron que había pasado me puso muy nerviosa de aceptar semejante reto. Confieso que tuve miedo, uno se pone muchas limitaciones por el hecho de ser mamá, siente que no puede dejar tantas responsabilidades, pero dejé todo a un lado, gracias al apoyo de mi esposo. Así que haber ganado ha sido demostrarme a mí misma y a otras personas que las mujeres, y en especial las mamás, podemos cumplir nuestros sueños y alcanzar lo que nos apasiona. A veces nos quedamos como mamás y dejamos de hacer muchas cosas con la excusa de los hijos.
¿Fueron muy extenuantes las jornadas de grabación?
La verdad, sí. Eran intensas y largas. En un comienzo pensaba cómo iba a ser mi embarazo en esas condiciones, pero al final, como es algo que te apasiona, sacas las fuerzas para hacerlo. A veces las grabaciones se extendían mucho, teníamos retos incluso en exteriores, pero fue un tiempo bien aprovechado. Estar lejos de mi familia fue duro, pero fue también significó reencontrarme como persona. El proceso duró 13 semanas, fueron 13 capítulos y los grabamos en Miami. Había participantes de México, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y ¡Colombia!
¿Cuál fue el mayor reto que enfrentó en la cocina?
En el reto de eliminación me tocó hacer pollo frito y yo llevo seis años trabajando con una marca que es saludable, Foods From The Heart (Cocina del Corazón), y a través de esta busco enseñar a las personas a cocinar comida saludable. Llevaba 15 años sin comer pollo frito. Pues se me ocurrió hacer el pollo enpanizado con quinua. Hice una salsa de miel mostaza con panela y una salsa ranch a base de yogur griego. A los jueces les encantó que hice lo que ellos estaban pidiendo sin perder mi objetivo de comida saludable. Y mi menú fue diferente al de los demás compañeros, se salió de lo normal. En otra ocasión cocinamos con frutopan —que se ve mucho en San Andrés—. Nunca había trabajado con ese ingrediente y se me ocurrió hacer unos pancakes, de pura loca, los hice gourmet con varias texturas con el frutopan horneado, un caramelo del frutopan con nueces. Usé el ingrediente de diferentes maneras y fue considerado el mejor plato de la noche, a los jueces les encantó porque fue diferente. En otra ocasión me tocó cocinar riñones, estos olían súper fuerte, me tocó aguantarme ese olor en pleno embarazo, cuando uno está más sensible a los aromas. No gané, pero superé ese reto.
¿Con qué plato ganó?
En la final competimos tres concursantes, un venezolano, un mexicano y yo. La prueba consistió en cocinar un menú de autor con una entrada, un plato fuerte y un postre. Mi enfoque fue Colombia. Hice de entrada un chuzo desgranado de maíz a la altura de Master Chef, con foie gras, una salsa con aguacate ahumado y unos jalapeños asados. Le conté al jurado que ese plato me remitía a mi infancia y me conectaba con Colombia. Le agregué sabores refinados. Hice unas vieiras (moluscos) con ñoquis de fruta y salsa de chontaduro con unos que conseguí en Miami en conserva y que ninguno de los jueces había probado. Crecí en Cali y el chontaduro es lo que más extraño, así que me arriesgué haciendo salsa de chontaduro y les encantó la combinación que hice de sabores exóticos. De postre preparé un pudín de pan, con salsa de panela, ron y café y una salsa de arroz con leche.
¿Cómo fueron sus inicios en el arte de cocinar?
Siempre me ha gustado la cocina. Solíamos reunirnos en familia, los diciembres, a comer y participaba haciendo los buñuelos, la natilla. Las vacaciones en la finca me acercaron más a los alimentos. Y al graduarme del Colombo, en Cali, quise estudiar cocina, pero mi papá dijo que eso era un hobbie. Estudié mercadeo, para eso viajé a Estados Unidos, pero seguí cocinando y cuando mis padres vieron que creé mi marca supieron que iba en serio.
¿Qué aprendió en el reality, ya no tanto en la cocina, sino en la vida?
En el reto de los pancakes, los jueces me dijeron que cómo me arriesgaba tanto con un ingrediente desconocido y les respondí que “quien no arriesga un huevo no saca un pollo”. Eso aprendí de la vida, que si no arriesgas sentirte incómodo, si no sales de su zona de confort, dejas tanto sentimentalismo por la familia y entiendes que ellos pueden sobrevivir sin ti, y te tomas un tiempo para ti, no vas a sacar el pollo, que fue en este caso mi triunfo en Master Chef Latino.