Por Sergio Villamizar / Colprensa
Leonor González Mina nunca pensó en el retiro, ese tema se lo dejó a la vida para que fuera ella quien decidiera cuándo debía dar un paso al costado, pero sabía que difícilmente un artista deja lo que ha sido su labor y pasión durante gran parte de su existencia.
Parte de su última etapa la dedicó a enseñarle a las nuevas generaciones, incluidos sus nietos, toda la sabiduría que acumuló en décadas de trabajo, como el más valioso de los legados, junto a sus más de 30 álbumes editados con los que recorrió gran parte del mundo, con toda su cultura afro y la colombianidad a flor de piel.
Ella fue la primera mujer afrodescendiente que logró imponerse en el mundo artístico colombiano de los años cincuenta, dar a conocer la cultura del Pacífico en el país y luego recorrer el mundo con los distintos matices del folclor nacional.
Décadas después
-Más de 30 producciones discográficas...
Son muchas, no me di cuenta a qué horas hicimos tanto. Algunas cosas se me han ido olvidando, pero para esta celebración fuimos muy juiciosos en repasar todo el extenso repertorio que hemos realizado para hacer una selección única de lo que La Negra Grande de Colombia ha llevado a escena, tanto en Colombia como al resto del mundo.
-¿La experiencia no se improvisa?
Para nada. En el arte se improvisa siempre y cuando exista un trabajo y una dedicación que te permita hacer cosas en el escenario espontáneas, pero con la seguridad de que todo saldrá bien. Esto hace parte del respeto hacia el público.
-¿Un escenario favorito?
El Teatro Colón. Es un escenario maravilloso, al cual, desde nuestros comienzos siempre quisimos llegar y al que siempre quieres volver. Qué mejor lugar para celebrar estos 60 años de vida artística.
-¿La música favorita a la hora de subir a un escenario?
Música del Pacífico, del interior, así como del Caribe y hasta algo de los Llanos Orientales. Una variedad de ritmos y de instrumentos. Siempre me gustó hacer un recorrido musical por Colombia y nos quedamos cortos, porque es demasiado rica que en un show no alcanza.
Los jóvenes y el folclor
-¿Cómo ve la juventud en el folclor colombiano?
La primera que llegó cantando a Bogotá la música del Pacífico fui yo. Me miraban como si llegara de África, porque no sabían, en ese tiempo, que ese tipo de música existiera, y menos sabían que fuera colombiana.
Yo me siento muy feliz y orgullosa de ser la primera cantante colombiana en hacerle al país una introducción a la música del Pacífico y luego llevarla por todo el mundo. Es una alegría ver como jóvenes músicos de todo el país llegan a Cali para aprender de nuestros instrumentos autóctonos, eso es un logro para nuestra cultura que no tiene precio.
A mí me gusta mucho lo que están haciendo los muchachos. Ellos están haciendo un enriquecimiento de nuestra música, que están sonando cosas diferentes y a mí me encanta escucharlos y la belleza que está saliendo.
-¿Cómo fueron esas primeras veces dando a conocer el Pacífico en el interior del país?
La primera vez que fui a Bogotá me hicieron el feo, como decimos por aquí. No entendían nuestra música, se burlaban, pero yo me quedaba callada y me daba pesar de la ignorancia de la gente, pero ha sido un proceso que nos tocó la parte más dura de difundirla, pero ahora es pieza fundamental de nuestra música colombiana y es Bogotá un lugar donde más nos quieren.
-¿Qué tan difícil fue para usted como artista afrodescendiente?
No había valoración alguna por el legado afro, pero era cuestión de nosotros de darle su estatus, no esperar que vinieran otros para que se lo dieran, aunque en muchos casos, cuando empecé a salir del país, a cantar en otras partes, regresaba y se abrían nuevas puertas.
-¿Muchas anécdotas en esos viajes?
La primera vez que fuimos a la Unión Soviética que susto tan espantoso tenía yo. En Moscú, yo cantando en español y ellos no me entendían, lo que me hacía temblar las piernas, pero una vez empezaron a sonar los tambores y todos nuestros instrumentos, nos miraban con curiosidad, para luego empezar a disfrutar la música que no entendían, pero que sí sentían.
Eso hizo que valiera la pena ir tan lejos, el reconocimiento de personas que no tienen nada que ver con tu cultura, y a la vez, que son tan cultos y conocedores de la música. Ese no es un logro mío, es un logro de nuestra música colombiana.
Fueron 15 veces las veces que fui a la Unión Soviética, y no sólo a Moscú, solía recorrer las repúblicas que la conformaban, llevando el calor y la sabrosura del Pacífico colombiano a uno de los territorios más fríos en el mundo.
-¿En realidad la embajadora de la música colombiana?
Me cuesta un poco cuando me llaman así. A veces creo que la gente dirá que soy petulante, pero luego de 60 años de trabajo y de recorrer el mundo con lo nuestro, creo que quienes me llaman así tienen razón, he sido una embajadora de nuestra música colombiana, lo cual he hecho con mucho orgullo pero también con mucha responsabilidad.