Enrique Bunbury, reconocido cantante español de rock y recordado por ser vocalista de la banda Héroes del Silencio, despidió este martes a su amigo Pau Donés, cantante de Jarabe de Palo, quien murió a causa de un cáncer de colon.

Para ello, Bunbury compartió un emotivo mensaje en su cuenta de Twitter, en el que recuerda cómo lo conoció y sus encuentros en el transcurso de los años.

Enrique dijo que lo que más molestó del éxito a Donés fue tener que separarse de su hija, y contó que durante su enfermedad, Pau 'aprovechó' para pasar más tiempo con ella. 

"Mi querido Pau nos ha dejado hoy. Si no me equivoco lo conocí en 1998, cuando recién publicado su primer álbum vino a tocar a una sala de conciertos a Zaragoza. 'La Flaca' todavía no había sido el éxito fulminante e internacional que le catapultó unos meses después...", indicó la misiva de Bunbury.

Agregó que durante "todos estos años" se encontraron en diferentes lugares del mundo, pero sobre todo en Los Ángeles (Estados Unidos) y México. "Recuerdo, cuando comimos en un restaurante de Sunset Plaza  en L.A., cómo me contaba apenado que, lo que más le fastidiaba del éxito y las giras, era haberse distanciado de su hija y no haber pasado con ella mucho más tiempo. Al poco, le diagnosticaron la enfermedad", señaló la voz de Héroes del Silencio.

Cuenta Bunbury que años después, Donés le comunicó que dejaba la música y se iba a Los Ángeles para surfear y pasar más tiempo con su hija, que se iba a estudiar a ese lugar, por lo que fue Enrique quien les ayudó a conseguir casa y colegio.

"A partir de entonces, nos vimos y hablamos más a menudo. No pasaron más de dos o tres meses, cuando me llamó para pedirme un bajo. Le pasé mi Fender Jazz Bass, con el que grabó todas las demos de su nuevo y último disco "Tragas o Escupes". Cuando me llamó para escuchar las canciones terminadas, me anunció que volvía a España para una revisión", añadió.

Bunbury dice que en ese momento tuvo un mal presentimiento y al poco tiempo Pau le contó que ya le quedaba muy poco tiempo de vida. "Quería grabar su disco. Esa era su obsesión. Necesitaba ese tiempo extra y final". 

Bunbury cerró su carta con una emotiva reflexión. "La muerte de Pau es una tristeza mayúscula para todos los que le conocimos. Pero la lección de vida y muerte que nos deja, es imborrable. Murió, seguro, como vivió toda su vida. Con una sonrisa".