Considerada una de las baladas épicas de su época, ‘Total Eclipse of the Heart’, creación de Bonnie Tyler y Jim Steinman, cumple este año cuatro décadas posicionada como la más melodramática canción de un amor obsesivo que llegó a desplazar a ‘Billie Jean’, de Michael Jackson’.

“¡Mírame! De vez en cuando siento que me estás olvidando y que no regresarás. ¡Mírame! De vez en cuando pienso que ya estoy muy cansada de estar sola y de escucharme llorar. ¡Mírame! De vez en cuando miro atrás y veo con miedo lo mejor de nuestros años correr. Mírame, de vez en cuando quiero escaparme y tu mirada me envuelve y me vuelvo a perder”...

Si a este punto de la narración no ha podido evitar tararear este éxito que, en la versión en español hiciera famoso la cubana Lissette Álvarez, usted hizo parte de la generación de los años 80’s que calmó tusas cantando a todo pulmón esta balada que tuvo otras versiones de Marianne, Yuridia, Nolberto Alkla y Jon Secada, y en otros idiomas como fránces, italiano y portugués.  


En un verano de 1982, el vocalista canadiense Rory Dodd fue convocado al estudio de grabación Power Station de Nueva York para prestar su voz a una canción, que había sido escrita y producida por su colega y amigo Jim Steinman para la cantante galesa Bonnie Tyler. Dicen que Dodd, exclamó al escuchar la mezcla final: “¡Jesús! ¿Dónde está el fregadero de la cocina?”.

Tyler se había estancado desde su naciente fama en 1977 con It’s a Heartache, y nadie le apostaba a que sacara otro hit. Contra todo pronóstico, Bonnie creyó firmemente en el trabajo de Steinman, como compositor y productor del álbum Bat Out of Hell, del grupo Meat Loaf, y le solicitó al sello CBS Records que este le colaborara en su nuevo álbum. Cuenta Tyler que la tildaron de loca, y no creyeron en su proyecto.

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Steinman —el mejor productor de la época—, consideró que la galesa Bonnie tenía una voz con gran potencial, comparable con el de Janis Joplin y ella lo dio todo en la interpretación de un tema que describe como “un delirio sobre el lado más oscuro y obsesivo del amor, y como un exorcismo con el que puedes bailar”.

Esta aria gótica, que hoy podría parecer inofensiva, al lado de éxitos con todo el marketing detrás, marcó un hito internacional sin precedentes en el género pop.

Está la poderosa melodía, que debe su poder a la afición de Steinman por las efusiones orquestales de Richard Wagner y a la producción sinfónica y colmada de reverberación de Phil Spector. “Te hace sentir como si fueras un escandinavo en medio de una tormenta de nieve”, dijo el ingeniero de sonido John Jansen sobre la canción. Cuenta que junto a su colega Neil Dorfsman aprovecharon las escaleras llenas de eco de los estudios de grabación de Power Station para obtener dicha reverberación.

Steinman se basó en su experiencia en el teatro musical, reutilizando la melodía de una adaptación abandonada de Nosferatu que estaba componiendo. A él se atribuye gran parte del éxito de la canción.
Para Carlos Passage, corresponsal de Billboard en Colombia, “pese a que esta canción fue muy exitosa hace 40 años, fue número uno en ambos lados del Atlántico, en Inglaterra y Estados Unidos, la radio tenía un poco de miedo de tocarla, porque era demasiado larga.

Cuando Bonnie Tyler quiso grabarla, ella tenía un ídolo: Phil Spector, un productor de los años 60 y 70’s, quien creó el ‘Wall of sound’ (Muro del Sonido), quería hacer cosas extravagantes en estudios de grabación para artistas de música pop y lo consiguió, hizo cosas maravillosas. Bonnie quería tener esas posibilidades de sonido y contactó en Nueva York a Jim Steinman, quien había hecho canciones para Air Supply (dúo australiano de soft rock) e hizo esta fantástica canción”. A criterio de Passage, este es un tema épico, una obra de arte.

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Éxitos #1 en 1983 en EE.UU.

Maneater, Daryl Hall y John Oates; Down Under, Men at Work; Africa, Toto; Baby, Come to Me, Patti Austin y James Ingram; Billie Jean, Michael Jackson; Come On Eileen, Dexys Midnight Runners; Beat It, Michael Jackson; Let´s Dance, David Bowie; Flashdance... What a Feeling, Irene Cara; Every Breath You Take, The Police; Sweet Dreams (Are Made of this) Eurythmics; Maniac, Michael Sembello; Tell Her About It, Billy Joel; Total Eclipse of the Heart, Bonnie Tyler; Islands in the Stream, Kenny Rogers y Dolly Parton; All Night Long (All Night), Lionel Richie y Say Say Say, Paul McCartney y Michael Jackson.

“El gran éxito de esta canción es que la gente se acuerde que cumple 40 años, pocas canciones que fueron muy exitosas la gente las va a recordar, ni siquiera cuando cumplan 3, 10, 20 años. Ese es el principal poder que tiene”, explica Juan España, mánager de artistas.

“Mira mis ojos, de vez en cuando siento enloquecer. Mira mis ojos, de vez en cuando siento enloquecer. Y esta noche quiero más, que me abraces fuertemente, que en tus brazos soñaré que el amor es para siempre. Que en penumbras un rayo de luz nos envuelva a los dos. Vivimos atrapados en un juego de azar. Tu amor es una sombra para mi libertad. Ya nada puedo hacer y no logro escapar, de un fuego sobre pólvora que puede estallar. Y así te tengo que amar, el tiempo acaba de empezar, el tiempo no terminará”, sigue la letra de este tema que seguramente usted o sus padres cantaron alguna vez, en su versión en inglés o en español.

Las dos manos formando un corazón que rodeaba al sol, fueron la portada de este disco que encabezó las listas de las baladas más escuchadas de Reino Unido —número uno el 12 de marzo de 1983—, y desbancó a Billie Jean, tema de Michael Jackson. Un mayor éxito alcanzó la versión en inglés en Estados Unidos y en varios países en los que fue número uno.

“Cuando lanzan la canción, Michael Jackson se había tomado el planeta con Billie Jean, y Bonnie Tyler y su equipo ven que su tema desbanca al de Jackson de todas las listas”, asegura España, para quien este hit ha sido escuchado en todo el mundo, incluidas nuevas generaciones, al aparecer en todas las play list y en muchas películas. “Está hecha con todo el sentimiento del mundo, sea interpretada en el idioma que sea, su lenguaje es universal, habla de amor”.

Y después del primer estribillo, una vorágine de tambores y explosiones elevan el tema hasta alturas inimaginables. El ingeniero Jansen considera que es “más extravagante” que las poderosas baladas “corporativas” de la época. Son siete minutos de grandilocuencia sin límite...

“Érase una vez una historia feliz, y ahora es solo un cuento de horror. Ya nada puedo hacer, eclipse total del amor”.