La primera vez que el ‘rockstar’ de la moda y rey de los estampados de animal print visitó Latinoamérica, escogió Colombia. El diseñador Roberto Cavalli, fallecido este 12 de abril a la edad de 83 años, tuvo una cita con Cali el 19 de octubre de 2010.
Fue la figura central del Cali Exposhow, donde robó tantas miradas como los majestuosos vestidos a los que dio vida para que fueran exhibidos por las siluetas colombianas.
Esa noche se vistió de negro, se puso los lentes que solo él podía lucir y se sentó en una esquina, mientras su cigarro electrónico humeaba al ritmo de las modelos con los 50 trajes que preparó para la ocasión. Hubo dos salidas, en la primera mostró su colección Otoño-Invierno para el 2011, y en la segunda, se rindió un homenaje a sus 40 años de carrera.
Trajes ultra cortos o muy largos y llenos de brillo, con profundos escotes y aberturas de infarto inundaron la pasarela de vidrio en la que se reflejaron sus creaciones. Al finalizar, caminó en calle de honor hacia el público, juntó sus dos manos como quien está listo para rezar y habló en español atropellado.
“Muchas gracias Cali. I like Cali y Colombia. Espero haberlos hecho soñar. Los quiero mucho”, dijo el afamado modisto.
Su historia con Cali fue breve, pero encantadora. Horas antes de deslumbrar a la industria colombiana de la moda, habló con El País sobre lo que había visto de la Sultana del Valle y de su travesía por Colombia, que había empezado varios días antes.
“Aún no conozco mucho de Cali, pero ya empiezo a entender el amor, la sonrisa, la mirada, el afecto de su gente”, contó. Su viaje ya había tenido tres paradas: La Guajira, Pereira y el Amazonas. En todos ellos se dejó fascinar de la belleza de Colombia y registró todo con la cámara que llevaba al hombro.
¿Lo que más lo impactó? Los colores. De la selva, del desierto, de las flores, del cielo. Su mirada de las cosas era tan única que encontró belleza incluso en unas nubes grises y oscuras que furiosas antecedían una tormenta de las que mucho se han visto por estos lados.
Cavalli contó su experiencia: “Estoy fascinado con Colombia, el tiempo ha sido demasiado corto para mí. Necesitaría, como mínimo, dos meses más para visitar otros bellísimos lugares que me quedo sin conocer. Empecé mi recorrido desde el norte del país hace 10 días, en Punta Gallinas. Es bellísimo, fantástico caminar por esas playas y ver la pureza de ese mar Caribe... Luego fui a Pereira, donde visité una fantástica exhibición de orquídeas de Colombia y tomé muchas fotos. Luego fui a Leticia, al extremo del país, y me sentí impactado por estar allí, en el famoso río más ancho y turbulento del mundo. ¡Pude ver con mis propis ojos lo que estudié en las escuela! (Risas). Con un extraordinario guía caminé en la selva horas y horas, no vi ningún animal, pero ¡no me importó! Yo estaba feliz por la emoción de estar en Colombia”.
Siempre firme a sus convicciones, el italiano tenía muy claro el camino que él quería seguir en un turbulento y cambiante mundo, como lo es el del espectáculo y la moda. Aseguró que sus obras están pensadas para las mujeres a las que les gusta ser mujer y que aman ser felices siéndolo.
Abrió su corazón y contó la fórmula para alcanzar el éxito, pero que tantos años más tarde, habla de la forma en que él mismo concebía su legado. “La clave es ser diferente, la moda siempre necesitará las nuevas ideas. Y además de esto, hay que cumplir la tarea de hacer a la mujer más bella. ¿Cuál es el espíritu de la mujer Cavalli? Carismática, femenina, feliz de estar viva”.