dolescentes marginados de las calles de Medellín, olvidados por la sociedad y a los que se les abre una puerta cuando una carta anuncia a uno de ellos que se le devuelven los terrenos arrebatados por los paramilitares a su abuela.
Esa es la temática de Los Reyes del Mundo, “un viaje hacia la poesía sin abandonar la realidad”, como describe Gregorio Belinchón en un artículo en El País, de España, el filme de la directora Laura Mora Ortega (Medellín, 41 años), ganadora, entre 16 largometrajes internacionales, de la Concha de Oro de la 70ª edición Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que también reconoció a la costarricense ‘Tengo sueños eléctricos’.
El segundo largometraje de Laura Mora se convirtió así en el primer filme colombiano en ganar el máximo galardón en el certamen de la ciudad del norte de España, que transcurrió del 16 de septiembre hasta este sábado, que culminó con la premiación.
Fue rodada en la región del Bajo Cauca y sus cinco protagonistas son interpretados por jóvenes que actuaban por primera vez, y que el equipo encontró en Medellín. “Ha sido un esfuerzo enorme, fue una producción muy difícil de hacer, llevamos años pedaleando con este casting absolutamente maravilloso, que nos ha enseñado todo de la vida, las dificultades la belleza. Los últimos cuatro meses han sido extremadamente difíciles y esto ha sido un espaldarazo para no tirar la toalla””, dijo Mora al recibir el premio. “Espero que esta película sirva para entablar un diálogo, para, ojalá, tener la posibilidad de pensar en un mundo más justo”, agregó la cineasta.
Cuando presentó su obra fílmica, el miércoles pasado, dijo que el trasfondo es el tema de la tenencia de tierras, un problema que ha estado en el corazón del conflicto en Colombia por décadas. Y que esta historia cobra especial vigencia en momentos en que el presidente Gustavo Petro promete una reforma agraria para redistribuir la propiedad rural en este país, donde más se concentra la tierra en pocas manos, según la ONG inglesa Oxfam.
“Una nunca piensa en los premios. Solo me embarqué, como otras veces, en la búsqueda exhaustiva de una película profunda, sincera, y después llega lo otro, el reconocimiento, que permite que la película se vea”, dice Mora, quien empezó esta historia después de estrenar Matar a Jesús (2017), que ganó en San Sebastián una mención especial en la sección Nuevos Directores, y que era para ella “una obra más narrativa”, con la que además, ganó 20 premios en festivales de todo el mundo.
Belleza en el dolor
La protagonista de Matar a Jesús es una estudiante que presencia el asesinato de su padre, profesor de ciencias políticas de la universidad pública de Medellín. No hay respuesta institucional ante el crimen, pero una noche, la joven se cruza con el sicario que asesinó a su progenitor. La rabia la llevan a sumergirse en la oscuridad.
La directora considera que frente a todo lo horrible que emana del mundo, debe “enfocar su belleza”. Asegura que se siente “fascinada por los personajes que se quedan habitualmente fuera, esos que protagonizan el cine de Pasolini y Angelopoulos”, que se siente cómoda en aquellos lugares que la historia no tiene en cuenta.
Mora estudió Dirección y Producción de cine en la Universidad Real Instituto de Tecnología (RMIT) de Melbourne (Australia). Después de hacer varios cortometrajes, en 2012 codirigió con Carlos Moreno la serie de TV ‘Escobar, el patrón del mal’; en 2014 el telefilme ‘Antes del fuego’ y tuvo a cargo la dirección de capítulos para las series de Netflix Frontera Verde (2019) y El Robo del Siglo (2020).
En Los Reyes del Mundo los protagonistas son cinco jóvenes en los que reina la desobediencia, pero también la dignidad de la resistencia. Es, a juicio de su directora, “un cuento subversivo protagonizado por clan salvaje y entrañable, que ocurre en un territorio del que nadie puede ser expulsado”.
Dice Mora que cuando empezó a escribir esta película, pensaba en que la violencia no lo es todo. Pero vinieron la pandemia, la guerra, y hasta Colombia, explica, “ha cambiado”. Dice que dejó de lado su romanticismo, pero aunque cree que el mundo no es de rosas, la vida es hermosa. Es en dicha contradicción que encuentra poesía y a la vez dolor. Considera que “en la pandemia algo se rompió dentro de mí. Ya no creo que el mundo vaya a ser un lugar mejor, aunque sí que tenemos que mantenernos vivos”.